Mientras que los huertos en ciudades de países industrializados se practican casi como un hobby, en los países en vías de desarrollo la agricultura urbana surge de la necesidad. En total hay 800 millones de personas involucradas en agricultura urbana y periurbana.
A la cabeza de las ciudades verdes está La Habana, cuyos habitantes, acostumbrados a lidiar con la escasez y aguzar el ingenio tras la crisis económica producida por la caída de la Unión Soviética, empezaron a sembrar productos en cualquier espacio disponible.
Hoy, la agricultura urbana es una prioridad nacional y en la capital, 90.000 personas se dedican a cultivar huertos caseros o incluso a criar cabras en parques municipales. En 2013, esta actividad produjo 6.700 toneladas de alimentos para 300.000 personas en escuelas, centros de salud y hospitales.
Otra metrópoli que promueve la agricultura sostenible en su entrono urbano es la gigantesca capital de México, el DF. El Huerto Romita, en el corazón de la ciudad, se dedica al cultivo de hortalizas orgánicas y el gobierno municipal trata de promover las “azoteas verdes”.
También hay que mencionar a Tegucigalpa (1,2 millones de habitantes), capital de Honduras, que figura entre los países más desfavorecidos del mundo, con una de las tasas más elevadas de pobreza urbana de América Latina. Casi la mitad del área urbana de Tegucigalpa está formada por asentamientos de viviendas precarias.
En 2009, cuatro de estos barrios fueron escogidos para un proyecto pionero destinado a crear huertos familiares en los patios. Esto ha permitido mejorar la nutrición y ahorrar en gastos alimentarios a las familias gracias a las abundantes cosechas de rábano, cilantro, lechuga y pepino. Otras ciudades mencionadas en el estudio son Managua (Nicaragua), Quito (Ecuador), Lima (Perú) o Rosario, en Argentina.
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