Fue por homicidio en grado de tentativa agravado por el vínculo, contra su mujer, Laura Girala, en uno de los casos de violencia de género más resonantes de los últimos años. En contra de los argumentos de la defensa del bailarín, los jueces consideraron que hubo intención de matar.

 Sosa ingresó a la sala esposado y escoltado por efectivos del servicio penitenciario,cuando ésta ya estaba colmada de familiares y amigos de la víctima (que también estaba allí), miembros de organizaciones de derechos humanos y de lucha contra la violencia de género, y periodistas de diversos medios radiales, gráficos y televisivos.

 El abogado defensor (Rufino Troyano) dijo a los jueces Ariel Hernández, Rodolfo Luque y Julio Bittar que Sosa quería hacer uso de su derecho a no estar presente durante la lectura de la sentencia. Ni el fiscal ni el abogado querellante hicieron objeción alguna, por lo que el presidente del tribunal accedió al pedido. Sosa se retiró de la sala insultado por los presentes.

 Finalmente, Sosa fue condenado a 11 años y medio de presión por el delito de homicidio en grado de tentativa, agravado por el vínculo, por el modo, por alevosía y por violencia de género en concurso ideal y amenazas, en un hecho ocurrido el 29 de diciembre de 2012.

 Ya finalizado el debate, el abogado querellante, Tíndaro Fernández (quien se fue aplaudido de la sala) junto a Laura Girala hablaron con la prensa. “Hay muchas cosas por corregir, pero este es el comienzo. La mujer tiene que moverse, este es un tema cultural que está afectando a la sociedad”, dijo Fernández y agregó: “Necesitamos una revolución cultural para que nadie abuse más de las mujeres”. Felicitó a las personas que acompañaron en todo este proceso a su defendida.

 Laura por su parte, señaló que ahora la vida sigue de otra manera, aunque este fue un hecho que marcó profundamente su vida. Aseguró que lo más difícil de toda esta historia, fue hacerles entender a sus hijos qué fue lo que pasó. Criticó la manera de proceder en muchos casos por parte de la policía y la falta de una comisaría de la mujer. “Cuando llegamos a denunciar no es el primer hecho aislado, es lo último a lo que recurrimos. Llegar a una comisaría no es fácil, uno se siente mal, menospreciado y se llega ahí con mucho dolor. Por eso es ahí, en el momento cuando se debe actuar”, dijo. Se mostró conforme con los 11 años de condena, aunque hubiera preferido más.