Mientras los empresarios se oponen a una nueva Ley de Abastecimiento y CFK hace desesperados pedidos a comprar desde autos hasta planchas con la idea de reactivar una economía jaqueada por los buitres, para los consumidores se acabó el boom. Menor poder adquisitivo, miedo a perder el trabajo y peores expectativas, claves de la economía que no queremos ver.
«Si bien los comercios de todos los rubros vienen en baja desde hace siete meses, los empresarios esperaban una demanda más activa en esta fecha especial. Pero eso no ocurrió. Las ventas por el Día del Niño no tuvieron el dinamismo de otros años», reconocieron desde la entidad que agrupa a los comercios minoristas.
La declaración pinta de cuerpo entero el perfil del consumidor actual en una Argentina post-default, marcada por la recesión, la presión inflacionaria, y el creciente miedo a perder el empleo.
»La plata no alcanza», »hay que recortar gastos», »vamos a esperar a ver qué pasa», son algunas de las nuevas conductas que reconocen, fuera de micrófono, empresarios de distintos rubros, y que corroboran las investigaciones de los expertos en consumo consultados por 3Días.
«El consumidor se encuentra en un período más alerta, en búsqueda de un consumo inteligente. En un estado continuo de resistencia (busca mantener sus hábitos de consumo) y de negociación (define cuáles de sus consumos entrega y en cuáles resiste) que se resuelve en muchos casos en el mismo acto de compra», ilustran desde la consultora especializada Moiguer Compañía de Negocios.
Por su parte, Mónica Di Pretoro, directora de proyectos de la agencia de investigación de mercado CCR, sostiene: «Los consumidores, sienten y declaran una creciente pérdida de poder adquisitivo. Y a partir de eso tienen un cambio en su comportamiento».
¿Qué pasa por la cabeza del consumidor? Los especialistas coinciden en retratarlos como más austeros, menos emocionales y más preventivos a la hora de comprar. Recurren a estrategias como prolongar la duración de un producto, usarlo alternadamente, apelar a promociones o directamente recortar si se trata de un artículo prescindible.
»Habitualmente, los meses de junio y julio mostraban un repunte en el consumo por efecto de las paritarias, pero esta vez no ocurrió e, incluso, según los últimos datos de Came, se profundizó la contracción en las ventas, demostrando que más que las variables actuales, lo que está determinando el consumo hoy son las expectativas», distingue Martín Tetaz, experto en economía del comportamiento.
Al respecto, según el índice de expectativas de inflación que elabora la Universidad Di Tella, la inflación esperada a nivel nacional en julio de 2013 estaba en el 35,2%. Hoy la gente cree que para los próximos doce meses la suba de precios rondará el 37,4% en promedio.
El otro factor que impacta directamente en la parálisis del consumo es el temor a perder el empleo. De acuerdo a un estudio de Poliarquía para El Cronista, un 70% de los argentinos cree que hay pocas ofertas laborales y un 61% de la población cree que el problema del desempleo empeoró en el último año, una cifra inédita desde la crisis económica de 2009.
»La recaudación de aportes y contribuciones de la Seguridad Social creció en julio 27% mientras que los salarios, según el Indec, lo hacen al 30%, de modo que hay una caída del 3% en la cantidad de trabajadores registrados», sostiene Tetaz. Y agrega: »Además de ese efecto directo, las suspensiones y problemas en el mercado laboral generan incertidumbre en los que conservan el empleo, quienes por lo tanto postergan cualquier decisión de consumo, sobre todo en bienes durables».
La base de la pirámide
Así las cosas, el consumo, cuyo boom garantizó la tranquilidad en las urnas y la supervivencia económica para el kircherismo durante casi una década, amenaza con convertirse en una bomba que puede estallarle al Gobierno en la recta final de su mandato.
Según una investigación de la consultora CCR titulada Pulso Social 2014, la retracción del consumo en la población más pobre tuvo una repercusión social directa. Entre 2012 y 2014 la participación de la clase baja en la pirámide social creció tres puntos, es decir que unas 1,7 millones de personas que hasta hace poco se ilusionaban con incoporarse a la clase media descendieron al último escalafón de la pirámide. El informe revela que un grupo familiar (dos adultos y dos hijos) de clase baja percibía, en junio de este año, un ingreso promedio de $ 3.110 mensuales.
En tanto, la expansión de la clase media, una de las principales banderas del modelo económico kirchnerista, también se estancó. De hecho, este ambiguo y emblemático segmento social perdió algo más de medio punto de participación y pasó de representar el 48,7% al 48,1% en los últimos dos años.
»Las clases medias y altas tienen una conducta más bien preventiva, como una forma de cuidarse ante la inestabilidad económica», sostiene Di Pretoro. Y agrega: »Por ahora quizás tienen margen para gastar, pero creen que por ahí en poco tiempo no, entonces toman medidas preventivas».
Autos y planchas
Mientras tanto, en la Casa Rosada tomaron nota de los cambios en el perfil del consumidor y de los riesgos que supone una profundización de esta tendencia ante la escasez de reservas y la imposibilidad de obtener financiamiento externo.
Este mes la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció un paquete de medidas pensado para reactivar el consumo en particular y la alicaída economía en general. Para detener la sangría de empleo, lanzó una extensión y aumento del Programa de Recuperación Productiva (Repro), quesubsidia a empresas en crisis para que completen el sueldo de los trabajadores y así no despidan personal. Por otra parte, para dinamizar el sector inmobiliario, insistió con una herramienta de dudosos resultados: el Cedin.
Durante aquél anuncio, la mandataria hizo un deseperado pedido a los consumidores: «El que crea que va a salvar su trabajo comprando dólares o guardando su plata para no consumir, lo más seguro es que lo vaya perdiendo. Es el consumo interno el que nos salvó en los años 2010 y 2011». Días antes, al inaugurar una fábrica, había instado: »Compren una moto si es que pueden, compren una plancha si es que necesitan».
En la misma línea, ya en junio el Gobierno había incrementado en un 40% la Asignación Universal por Hijo (AUH), de $ 460 a $ 644 por mes, una suma que alcanza a 3,5 millones de chicos y que apunta a generar una mejora significativa en la capacidad de consumo.
El plan Pro.Cre.Auto es otra de las estrategias del Gobierno para incentivar la compra de bienes durables, que son de los más perjudicados por el parate del consumo. Fuentes del sector automotriz deslizan que con el programa oficial se podrían vender entre 25.000 y 30.000 vehículos, apenas un paliativo para una industria que sufrió una caída en ventas del 24,5% en los primeros siete meses del año con respecto al mismo período de 2013.
«Estas medidas van en línea con la política del Gobierno de buscar mantener el nivel de consumo, pero seguramente con mayores dificultades para ser exitosas, dado el creciente deterioro del poderadquisitivo», opinan desde la consultora Moiguer.
Por su parte, Tetaz califica la batería de medidas como »absolutamente errada» y justifica: »No sirvesubsidiar el empleo ni el consumo. Los empresarios suspenden a los trabajadores porque cayeron las ventas, no porque estén caros los salarios». Y concluye: «Hasta que el Gobierno no despeje la incertidumbre explicando como conducirá a la economía en los próximos meses no hay posibilidades de salir de la crisis del consumo». / 3D
por MANUEL TORINO
http://www.cronista.com/3dias/El-default-del-consumidor-ya-nada-sera-lo-que-fue-20140815-0031.html
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