Llegó el día que esperaban todos los hinchas de San Lorenzo. Los que coparon el Nuevo Gasómetro. Los que lo vivieron desde San Juan y Boedo. Los que ya no están pero son parte de la fiesta en la boca de sus familiares que los evocan y miran al cielo, y rezan y los piensan; los recuerdan con nostalgia y emoción. San Lorenzo enfrentaba a Nacional de Paraguay por la segunda final de la Copa Libertadores. Una oportunidad única. Y no la dejó pasar el Ciclón que por primera vez en su historia levantó la Copa Libertadores.
El equipo de Edgardo Bauza vivió momentos de tensión en la Copa. Estuvo a un paso de quedar afuera en la primera ronda, pero se metió por la ventana y tuvo que enfrentar a los cucos brasileños. Dejó en el camino a Gremio en octavos y a Cruzeiro en cuartos. Después, la goleada a Bolívar -después del Mundial- y en la ida, en Paraguay, se le escapó el triunfo sobre el final, pero el 1-1 lo dejaba en la puerta de un título histórico. Para dejar de ser el equipo sin Libertadores de América.
Torrico; Buffarini, Cetto, Gentiletti, Mas; Villalba, Mercier, Ortigoza, Romagnoli; Cauteruccio y Matos, los once del Patón para ganar la Copa. Ya sin Ignacio Piatti, sin Angel Correa, dos de los mejores jugadores del Ciclón en la Copa. Un 4-4-2 combativo paró Gustavo Morinigo. Para cuidar ese empate sobre el cierre que había conseguido en el Defensores del Chaco. Y como no influyó la regla del gol de visitante, cualquier empate llevaría el partido al alargue, y a los penales.
Toda la ilusión contenida en la gente de San Lorenzo se hizo un nudo en la garganta cuando el árbitro brasileño Sandro Ricci pitó el inicio y apenas un minuto después Nacional casi grita. Salió con todo el equipo paraguayo, metió rápido la pelota en el área rival y tras un rebote en Mercier, Derlis Orué le pegó de zurda y el palo izquierdo salvó a Torrico. Así, de entrada, Nacional le pinchó la burbuja al Ciclón.
No encontraba los espacios el local, que chocaba con el bloque defensivo de los paraguayos. Romagnoli intentaba por izquierda, pero solo no podía. Lo mismo le pasaba a Villalba por la derecha. San Lorenzo fallaba en la creación de juego colectivo. Nacional, cómodo con el partido, defendía con uñas y dientes apretados, y esperaba para salir de contra. A los 17, Melgarejo aguantó de espaldas al arco y descargó para Torales que sacó un derechazo que se fue apenas afuera. Otra vez la garganta, el nudo.
Pero el fútbol es fútbol. Y en el mejor momento de Nacional, San Lorenzo llegó al gol. Hizo poco el local para ponerse en ventaja, pero aprovechó un error y no perdonó. A los 34, Romagnoli envió un córner y tras un par de rebotes la pelota le quedó a Cauteruccio que ensayó una media vuelta y Ramón Coronel la bloqueó con el brazo derecho, como en el vóley. Ricci señaló el punto del penal y Néstor Ortigoza tomó carrera. El toque de derecha engañó a Ignacio Don y con clase, el volante nacido en Merlo que jugó el Mundial de Sudáfrica para Paraguay, puso el 1-0.
En el segundo tiempo San Lorenzo salió a liquidarlo. A no sufrir más. A cerrar la historia, a escribir la historia. Su historia. Pero no pudo. Quemó el físico en los primeros quince, y a medida que pasaban los minutos y veía que no podía sellar el resultado, se fue arrimando cada vez más cerca de Torrico.
Nacional, prolijo pero apurado, apenas inquietó con un tiro libre de Riveros que Mendoza no llegó a cabecear y Torrico contuvo tras un pique que se insinuaba traicionero. Pero fue a los 32, cuando San Lorenzo ya estaba decidido a jugar de contra y a romper en el medio, cuando Freddy Bareiro se comió el empate. Le quedó un rebote en el área y la bajó de pecho. Se acomodó para su izquierda y sacó el remate, pero apareció Gentiletti para realizar una salvada grande como todo el Nuevo Gasómetro.
Cerró el partido Bauza con los cambios: Verón por Cauteruccio, Kalinski por Villalba y Kannemann por Romagnoli, que se fue ovacionado y con lágrimas. Al final, todo fue euforia y emoción. San Lorenzo ganó por el penal de Ortigoza y conquistó América por primera vez en su historia. Ahora piensa en el Real Madrid y en el Mundial de Clubes de diciembre, en Marruecos. Salud campeón.
Fuente: Clarín
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