La salud de la actividad industrial, que muestra signos concretos de debilitamiento (según el último número oficial difundido ayer por el Indec, tropezó 4% en abril y acumula una caída de nueve meses consecutivos, ver parte), sumó esta semana una nueva amenaza. Para resguardar el consumo de gas en los hogares, el Gobierno ordenó restringir la oferta para grandes y medianas industrias de todo el país, que debieron bajar su producción. Así lo confirmaron a la nacion fuentes del sector privado, cuyas compañías sufren las restricciones.
Según las estimaciones del sector gasífero, hay por lo menos 300 grandes empresas afectadas.
«Debido a la disponibilidad de inyección de gas natural a nivel nacional, inclemencias climáticas y por la indicación realizada por el Enargas-Transportistas ordenados [sic] a esta distribuidora a fin de priorizar el abastecimiento a la Demanda Prioritaria [los hogares] es que cumplimos en informarles los valores programados [autorizados] para vuestros consumos [?] para la fecha operativa indicada», explica una carta enviada por Camuzzi Gas Pampeana a un complejo industrial. La misiva, fechada anteayer, lo autoriza a consumir un 30% menos del gas que había pedido, algo que se tradujo en una reducción de 50% en su producción.
Al final, el texto le recuerda a la empresa que, si no respeta la orden, será multada. Una versión similar llegó esta semana a cientos de compañías.
En un día habitual, el sector industrial demanda unos 42 millones de metros cúbicos (m3) diarios de gas. Ayer, ese número había bajado a aproximadamente 30 millones (casi un 30%), según explicaron en el sector gasífero. En esa cuenta no sólo entran los grandes complejos productivos, sino también firmas medianas que tienen una parte del abastecimiento bajo la modalidad «interrumpible».
El recorte de gas es un clásico argentino en los días de bajas temperaturas. El Gobierno hace una ecuación sencilla: como el frío aumenta la demanda de los hogares exponencialmente, restringe la oferta disponible para las centrales eléctricas (reemplazan el insumo con combustibles líquidos que suele pagar el Estado) y para los complejos productivos. Esa operatoria, habitual en muchos países pero no permanente, se tornó crónica en la Argentina, donde la producción local entró en declinación durante el kirchnerismo, algo que obligó a recurrir a importaciones crecientes, a extender los cortes a las industrias y a convivir con un sistema que muchas veces no cubre todas las necesidades.
Las restricciones más fuertes suelen caer sobre las mismas empresas. Las primeras son Mega y TGS, ambas encargadas de separar los componentes líquidos del gas (se usan, por ejemplo, para producir el contenido de tubos y garrafas), que fueron afectadas desde el principio de la semana.
El lote de grandes compañías alcanzadas por la medida incluye a Siderar, Siderca, Aluar y Acindar, en la siderurgia y el aluminio; las petroquímicas Dow y Profertil; alimenticias como AGD; cementeras (Loma Negra, Avellaneda); mineras y automotrices, entre otras.
En el sector privado coincidieron en que la falta de gas en la época de bajas temperaturas es habitual, pero también se mostraron sorprendidos por el nivel de corte en un contexto en que la actividad viene en baja. Hay una explicación para semejante previsión por parte de Antonio Pronsato, interventor del Enargas y hombre allegado al ministro de Planificación, Julio De Vido. En junio, la filial local de la francesa Total, una de las mayores productoras de gas del país, dejará de inyectar a los gasoductos por varios días parte de su producción de Tierra del Fuego, por lo que habrá una merma que no podrá cubrirse con importaciones, en sus máximos técnicos. «La idea es llegar a esos días con los gasoductos bien completos para compensar la menor oferta», señalaron fuentes al tanto de la operación del sistema.
Fuente: La Nación
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