El conductor que debuta en el mundo de la ciencia -conducirá un progrma en NatGeo- habló con Personajes.tv
En el momento en el que saluda del otro lado del teléfono, uno no sabe muy bien si llamarlo por su nombre verdadero o por el apodo con el que se hizo conocido. «En realidad, muy poca gente me dice Alejandro. Sólo los amigos de toda la vida y mi familia, los que me conocieron antes de las televisión», le contó a Personajes.tv el conductor que se construyó a sí mismo a fuerza de perseverancia, simpatía y altas dosis de natural torpeza.
En ese sentido, hay que reconocer que Marley ha sabido transformarse y nunca quedarse en un lugar de comodidad. Así, el «después» de su debut en la pantalla chica lo ha visto ponerse al frente de numerosos shows como Operación triunfo, El muro infernal, La Voz Argentina o Tu cara me suena, por nombrar sólo algunos. Será por eso que resulta difícil relacionar su tan personal estilo con un programa sobre ciencias, por ejemplo. Pero, aunque suene raro, él ha vuelto a correr sus propios límites: es el conductor de La ciencia de lo absurdo, un programa que mezcla diversión y educación y que se emite todos los lunes a las 22 por NatGeo.
-¿Cómo resumirías el concepto detrás de La ciencia…?
-Es una idea muy original. El el programa se muestran bloopers a partir de videos caseros que la gente ha compartido en Youtube, y se brinda una explicación con principios científicos de la química y de la física para mostrar cómo se podrían haber evitado esos accidentes. Es una forma de aprender muy original, porque combinás humor con aprendizaje. En lo personal, creo que aprendés mejor la leyes de Newton si las ponen en palabras mientras te divertís que si te la explican solemnemente en una clase de física.
-Resulta sorpresivo verte el frente de un programa sobre ciencias…
-Sí, es verdad. De hecho, cuando pongo en Twitter alguna imagen en la que se ve el logo de NatGeo, recibo quinientos mil tuits de gente preguntándome qué hago en ese canal (risas). Pero bueno, la idea es hacer cosas distintas y, para el canal, es también un espacio diferente, porque es mucho más humorístico que el resto de los programas en su grilla.
-De todos los bloopers que viste, ¿recordás alguno que te haya resultado más divertido o que ya conocías?
-Y… casi todos me pasaron a mí, porque al haber viajado he hecho todo tipo de cosas: me he tirado en bungee-jumping, en paracaídas… Entonces me sirve para comprender por qué fallé (risas).
-¿Por ejemplo?
-Una vez, me estaba tirando de un morro en parapente y me dijeron que, al momento del aterrizaje, me tenía que soltar para poder planear bien. Hice exactamente lo opuesto y caí abruptamente contra la arena, me hice bolsa. Nadie lo podía creer, pero las teorías a veces en el momento de la práctica, con el temor y todo, se caen un poco al suelo.
-En La nave de Marley, el segmento de ciencia también fue creciendo. ¿Eso se debió al interés del público?
-Sí, empezamos con esa onda de hacer experimentos y la verdad que fue copadísimo. Había un montón de cosas que no sabía que se podían hacer, efectos químicos que no conocía… Fue muy divertido, y eso en los chicos pegó mucho también. Estuvo muy bueno.
Lo que pasó con la televisión es que me siento muy cómodo, como si estuviera en mi casa, y cuando me relajo pasa lo que se ve en un vivo: me tiento fácil, me llevo cosas por delante, digo cualquier cosa…
-¿Te interesaba la ciencia cuando eras niño?
-Tenía un equipo de química en mi casa, y una vez mi mamá se fue a hacer compras y yo mezclé dos cosas, no recuerdo qué eran… La cosa es que todo explotó, y la cocina, que estaba pintada de amarilla quedó a la miseria. Me acuerdo que me sacaron el juego de química y tuvieron que volver a pintar todo de nuevo. No fue fácil. Mis accidentes vienen desde pequeño ya (risas).
-¿Y nunca se te dio por formarte para alguna especialidad en química, por ejemplo?
-Sí, en la secundaria estudié orientación químico-biológico, pero nunca entendí demasiado. Era de los que se copiaban (risas). Siempre me gustó pero nunca tuve la posibilidad de hacerlo bien, digamos.
–¿Cuánto de personaje hay en el Marley torpe que mostrás en la tele?
-Eso se dio naturalmente, soy así. Lo que pasó con la televisión es que me siento muy cómodo, como si estuviera en mi casa, y cuando me relajo pasa lo que se ve en un vivo: me tiento fácil, me llevo cosas por delante, digo cualquier cosa… No es tanto un personaje, sino que por suerte estoy trabajando en la época correcta, eso hace que no me echen y que me vaya bien.
-Los famosos han encontrado en Twitter un espacio para expresarse y mostrar su intimidad. ¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
-La verdad es que no uso mi cuenta para pelearme con nadie, simplemente voy contando las cosas graciosas que me van pasando y lo uso como una especie de reality de mi propia vida. La gente me sigue por eso, para leer cosas divertidas. Y también me sirve para promocionar lo que estoy haciendo, tengo casi un millón trescientos mil seguidores y eso te asegura una llegada mucho más directa. Twitter se convirtió en un arma potente ahora.
A Repetto le agradezco eternamente la oportunidad que me dio. Yo me tenía fé, pero uno no puede predecir lo que va a suceder.
-¿Pero estás pendiente de lo que pasa alrededor?
-Sí, leo todo lo que va pasando en todos lados, voy opinando con otros famosos, a veces les escribo a través de un mensaje privado. Con Marcelo [Tinelli] por ejemplo, solemos intercambiar opiniones. Está bueno porque es una forma de compartir cosas entre todos. Y también tenés la respuesta instantánea de la gente, eso está buenísimo. Es como recibir una crítica del público a medida que se va desarrollando un programa.
-Cuando empezaste como notero junto a Nicolás Repetto, ¿imaginaste en algún momento encontrarte en el lugar en el que estás ahora?
-Y, la verdad que no. En su momento Repetto me lo dijo… Me acuerdo que me preguntó la edad y cuando le dije que tenía 19, me dijo: «Cuando tengas 30 vas a tener que hacerme un monolito». Y la verdad que le agradezco eternamente la oportunidad que me dio. Yo me tenía fe, pero uno no puede predecir lo que va a suceder. Además, no conocía absolutamente a nadie en el medio, no tenía un pariente ni un amigo, sino que empecé de cero. Me hice de abajo. Fuente: Diario La NACIÓN. Por Martín Artigas | Para Personajes.tv
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