El Chino Darín honra a su personaje de Muerte en Buenos Aires, que se estrena el jueves. Llega a la entrevista en moto, no en la Kawa 250 que usó en el filme, sino en una Mondial que mandó a tunear para volverla setentosa, retro. Para la charla con Clarín elige los jardines del Palacio Duhau. Necesita fumar. Además del cigarrillo reclama un café doble. Macchiato. Y se prepara para hablar del protagónico en esta película que se estrenará a lo grande, en más de cien salas.
El tema es la ópera prima de Natalia Meta, filme que iba a ser serie y decantó en un policial. Pero con un Darín la temática se amplía. En los pasillos se habla de su visita al programa de Mirtha Legrand. Allí tuvo que explicar la escena de sexo sadomasoquista que grabó junto a Carlos Casella, y abordar, al mismo tiempo, su ruptura con Calu Rivero. Así es el combo. Familia, cine y vida privada.
Su personaje, el agente Gómez, es un seductor, cándido y oscuro a la vez, que coquetea con el inspector Chávez (Demián Bichir). Darín es el protagonista de una película ambiciosa. A los 25 años, asume riesgos, como su posible fetichización como ícono sexual. A juzgar por esta entrevista, su buena cintura hará difícil que lo encasillen.
¿Cómo definís a tu personaje?
No se sabe muy bien qué es, es dual. No sólo desde su inclinación sexual, sino también pensando en sus intereses. Es un pibe que tiene todo por aprender, y evidencia una avidez enorme.
¿Te satisface el resultado?
Muchísimo. Cumple un rol que en las películas del género suele ser para una mujer, el de la femme fatale . Tiene dos facetas: es el investigador y es parte del conflicto mismo. Esa falta de transparencia en el personaje era lo que más me interesaba.
La historia sucede en los 80, pero podría transcurrir hoy.
Es una película vigente, habla de temas que hoy están en el candelero. Y no hablo necesariamente de la homosexualidad.
Decís que la película tiene la impronta de la directora, y es curioso, se trata de una opera prima.
Eso es lo bueno. La apuesta es fuerte. Los personajes tienen todos algo reprochable en cuanto a su moralidad. La visión de la Policía Federal no es necesariamente realista, pero sus personajes son verosímiles. Hay una mirada sarcástica de la realidad.
¿Cómo fue la preparación para encarnar a un policía?
Fui a charlas, entrené con armas. Me interesaba conocer algo de la formación del policía, sobre todo convivir con pibes que salen a la cancha después de la academia.
¿Existe esa ingenuidad ambigua de tu personaje?
Hay quienes idealizan la figura de la policía, pero los pormenores criminalísticos muchas veces demuestran lo contrario. A su vez, interactuando con ellos aparece más que esa ingenuidad. Nos damos cuenta de que es un laburo. La mayoría de la gente está ahí porque quiere laburar. No son ni tan altruistas ni tan oscuros.
El cine, ¿es y será tu trabajo?
Sí. Yo, que soy muy cambiante, en la actuación encontré una pasión. Y en el corto tiempo que llevo en esto pude desarrollar una mínima línea, me gustaría continuar. Pero estoy abierto a los cambios, sigo en mi búsqueda interna. Cuando terminé la secundaria no sabía qué hacer por la cantidad de cosas que me gustaban. Gran parte de mi familia materna se dedica a la medicina, y yo me veía siendo médico. En la UBA me anoté en Ingeniería Industrial, me interesaban la física y la química. Después fui improvisando en el camino. Me gusta tener esa cintura.
¿Pesa el mandato familiar?
No hay una bajada de línea, pero si algo mamé desde chico es la familiaridad con el oficio de mi viejo. Pero la actuación cada tanto te suelta la mano. Terminás un proyecto y quedás en el aire. Y me gustan esos espacios vacíos me permiten hacer lo que quiera. Ahora, mi prioridad es la actuación, lo siento parte de mi esencia, pero no me veo encasillado.
Para componer tus personajes, ¿hablás con tu viejo?
Charlo de todo con él. Casi siempre le pido opinión. Pero esta vez no. Me reuní primero con Natalia, y como no había un guión, era pura investigación, me fui metiendo de a poco (la primera reunión fue hace 4 años).
Promocionan mucho tu escena de sexo en la película, ¿te importa que se haga marketing con vos como ícono sexual?
Por algunos medios se fogoneó el estreno de la película por ese lado, con esa escena. Y la prensa de la película también puede ir por ese lado. No soy tan naif. Pero al elegir hacer ese personaje no estuve impulsado ni inhibido porque esto sucediera. El público al que está apuntado puede sentirse atraído o decepcionado, y soy consciente de mi rol, pero todo lo demás me excede.
¿Cómo se charlan estas escenas en un asado con amigos?
Me gastan. Se divierten. Con la publicidad pasó lo mismo, me mandaron 20 mil fotos poniendo un perro en lugar mío. Es lógico, lo tomo con humor. Además, es bueno que se generen este tipo de preguntas en un grupo cuyas charlas a veces son dominadas por ciertas frivolidades.
Le tuviste que contar a Mirtha que Calu Rivero te había dejado. Y se habló mucho de tu romance con la China Suárez.
Es que son más conocidas que yo.
¿Seguís esas noticias?
Trato de no hacerlo. Pero a veces me las encuentro, viste lo que es Internet. Hay un ensañamiento con la privacidad. Si no hay nada, buscan generarlo. Pero no me cuentan nada que yo no pueda averiguar por mí mismo. Sé que es un negocio, que hay gente que se dedica a esos temas, y que no hay noticias para todos los días. En el medio se meten con cualquiera y de cualquier manera.
¿Suma a la película el perfil literario y filosófico de la directora?
Sí, tal vez de allí venga la impronta narrativa de la película. Porque es muy cinematográfica, ella se rodeó de un gran equipo técnico, pero desde el relato se nota que es alguien a quien le llaman la atención otras cosas.
¿Qué te gustaría que se dijera de vos a partir de esta película?
Trato de no pensarlo, pero como actor quiero que valoren mi trabajo. Que vean lo que quise plasmar en el personaje.
¿Y qué no te gustaría?
Que me lapiden.
¿Por qué hay que ir a ver “Muerte en Buenos Aires”?
Es una película distinta, de género, bien realizada, con una producción grande para el cine nacional, con un actor como Bichir. Deberán encontrar dónde le pega a cada uno esta historia, que más allá de ser un policial, habla de las relaciones humanas.
Fuente: Gran Espectáculo – Clarín
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