Será un tema de debate, desde hoy, en la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal

SANTA FE.- El arzobispo de esta arquidiócesis y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, aprovechó ayer la 115» Peregrinación al Santuario de la Virgen de Guadalupe para alertar: «No podemos acostumbrarnos a convivir con el delito de la droga y la violencia, y menos ser indiferentes».

Arancedo presidirá desde hoy la 107» asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, que se desarrollará hasta el sábado en la casa de ejercicios espirituales El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, y de la que participará un centenar de obispos.

Según fuentes eclesiásticas, la problemática del narcotráfico y la violencia serán temas de análisis que podrían traducirse en una declaración sobre temas de coyuntura, junto con el crecimiento de la pobreza, la reforma del Código Penal y la del Código Civil, que incluye cuestiones sensibles para la Iglesia, como el aborto, la fecundación asistida y el alquiler de vientres.

Arancedo habló del «drama» que supone el narcotráfico en su tradicional mensaje dominical, ante decenas de miles de santafecinos y de fieles de otras provincias que peregrinaron hasta la histórica basílica -emplazada en el barrio de Guadalupe, al nordeste de la ciudad de Santa Fe y muy cerca de la laguna Setúbal- bajo el lema «Madre, ayúdanos a construir una sociedad en paz, sin drogas y sin violencia».

«La fe no nos aleja de la realidad y del dolor de este mundo que nos toca vivir, ni tampoco nos exime de ser protagonistas en él. La fe no nos cierra en un diálogo intimista con Dios, sino que nos abre a una dimensión social. Una fe que no nos comprometa con la vida del hombre y la sociedad no pertenece a la fe que nace del Evangelio de Jesucristo. Por ello, el lema que nos convoca, al tiempo que nos habla de una realidad que conocemos y que va destruyendo la vida de muchos hermanos nuestros, nos compromete a sentirnos parte activa en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y en paz», subrayó Arancedo.

«Nuestra presencia y oración confiada a nuestra Madre nos comprometen a asumir actitudes que nos permitan recrear las condiciones de una sociedad donde los valores de la vida y la paz, el trabajo y la justicia, la honestidad y la ejemplaridad sean la fuente de una sociedad más humana, justa y solidaria», enfatizó.

Fuente: Por José E. Bordón  | Para LA NACION