Entre ruidos de sirenas y susto se despertaron algunos vecinos de la calle El Libertador días atrás.

Como todos los vecinos y comerciantes, al caer la noche o a media tarde según corresponda, sacan sus residuos a los cestos a sabiendas que en algún horario pasará  el recolecto.

Esa noche por causa que no se conocen, el recolector no paso por la segunda cuadra de la Avenida El Libertador entre Beltrán y Juan Bosco, razón por la cual, los residuos quedaron, en este caso, acomodados en cajas en el contenedor y algunos a la orilla de la calle.

Sorpresa fue, cuando la madrugada del sábado,  el fuego prendido por algunos inadaptados toma fuerza sobre aquellas cajas depositadas en el frente de un negocio con departamento de viviendas en pisos superiores.

El fuego no se detuvo,  trepando un árbol y derritiendo una farola ubicada en la vereda del lugar. No fue menor el susto de los vecinos que viven en los departamentos, las lenguas de fuego habían tomado altura y no solamente la podían contemplar por la ventana de sus habitaciones, sino que temían que tomaran fuego el tendido eléctrico que allí se encuentra.

Por suerte los bomberos llegaron a tiempo y las imágenes, que son por demás elocuentes, muestran lo que podría haber ocasionado un problema mayor.

Lamentablemente parece que algunos piromaniacos se dedican a hacer de las suyas cuando los autos o residuos domésticos y/o comerciales se encuentran en el lugar correspondiente. Seguramente no debe ser el frío quien los anime a cometer semejante acto de irresponsabilidad, poniendo en peligro a viviendas y destruyendo el arbolado público como luminarias en este caso.

Esperemos que este tipo de casos no sean costumbre en nuestra sociedad, y que aquellos que por las noches vaguen por las calles de nuestro departamento,  entiendan que se puede vivir desde el marco del respeto por lo privado y  con la cultura de una ciudad limpia.