El presidente del Banco Central , Juan Carlos Fábrega , les aseguró a los bancos extranjeros que, preocupado por la inflación y la estabilidad cambiaria, no reducirá el nivel de las tasas de interés.

En un almuerzo que mantuvo el martes pasado con miembros de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), el funcionario dejó en claro que «el nivel de tasas no va a volver a los niveles previos» a la suba registrada desde principios de año, que la ubican en torno al 30 por ciento anual.

Fuentes que participaron del encuentro comentaron a LA NACION que el diálogo fue muy constructivo y que se ratificó la percepción previa de que Fábrega actúa «con mucho sentido común», a diferencia de otros funcionarios del área económica. «Es razonable, tiene diálogo con la Presidenta y se anima a hablarle con convicción a diferencia de su predecesora», indicaron.

La intención principal del presidente del BCRA, al igual que ocurrió en sus encuentros con los bancos nacionales reunidos en Adeba y con los públicos y cooperativos de Abappra, fue brindar una señal de tranquilidad y, sin adelantar medidas, ratificar el rumbo de la política monetaria.

Al respecto, dejó en claro que, aunque otros funcionarios -entre ellos, algunos directores de la entidad- quieran empezar a bajar las tasas ante el freno que se observa en la actividad económica en general y en los créditos en particular, se actuará con mucha cautela para no repetir la crisis cambiaria de enero último.

Para no mostrarse solo en esta cruzada, Fábrega les transmitió a los banqueros que el ministro de Economía, Axel Kicillof, también está preocupado por la cuestión inflacionaria y que hará su aporte desde la política fiscal, para que todo el peso no recaiga sobre la política monetaria.

Sin embargo, ante la desconfianza del sistema financiero, les pidió paciencia «porque es un equipo joven que se está acomodando y que necesita tiempo para transmitir sus mensajes al poder político», o sea, a la presidenta Cristina Kirchner. De todos modos, entre los banqueros hay divisiones entre aquellos que comulgan con esta visión y que afirman que Kicillof hará todos los ajustes necesarios para que el Gobierno no zozobre antes del final de su mandato y quienes, en cambio, creen que priorizará su potencial carrera política personal. «El ministro estaba muy preocupado en enero, pero ahora cree que ganó la pulseada», dijo alguien a quien consulta con cierta frecuencia.

En todo caso, tanto Kicillof como otros referentes del oficialismo creen que las tasas deben volver a bajar. El diputado y presidente del Credicoop y miembro de Abappra, Carlos Heller, dijo a LA NACION que «la suba de tasas de interés debe ser un instrumento transitorio, que debe ser sucedido por estabilidad y luego por una baja gradual» a medida que se verifique el ingreso de dólares del agro en los próximos meses.

Más allá de la cuestión monetaria, los banqueros esperan a ver si el Gobierno concreta el tan anunciado recorte de los subsidios o si, por lo menos, los congela para que la inflación los reduzca en términos reales, para que no sólo el sector privado -tanto las empresas como los asalariados- sea el que hace el ajuste sin la ayuda del Gobierno.

Dada la baja credibilidad de los hacedores de política económica, los banqueros no creen que vaya a ocurrir que el Gobierno anuncie un plan antiinflacionario integral y rezan para que el número de inflación de febrero del Indec, que se conocerá el lunes próximo, sea creíble para que la calma actual dure por lo menos algunas semanas más.