El Gobierno anunció un operativo de compra de uvas y vinos pero, ante la presión de los productores, aumentó la oferta. El Estado no actúa de la misma manera cuando los problemas afectan a otras actividades agrícolas o económicas.
Sin embargo esa solución no fue permanente y los problemas en la industria se reiteraron. Sólo cabría recordar que aquella manifestación de productores portando un féretro cubierto con uvas, intentando afectar el Carrusel vendimial, provocó que las autoridades cedieran ante la presión y que esa modalidad se repitiera en otras oportunidades, como lo que sucedió durante la gestión de Celso Jaque, adoptando una decisión individual en un aumento en el precio del vino y complicando severamente a San Juan, que debió salir a pagar valores similares.
Este año la situación se repite. A pesar de que el Gobierno había anunciado la compra de uvas y vinos, los productores no aceptaron los valores y reiteraron sus reclamos y amenazas, lo que motivó que el Estado saliera a aumentar la oferta, la que tampoco los convence, según lo han manifestado. Debería advertirse que el Estado no actúa de la misma manera cuando los problemas afectan a otras ramas de la actividad agrícola.
Lo ha hecho sólo en contadas oportunidades en el caso de la fruta, pero no lo hace en la horticultura. A modo de ejemplo podríamos señalar que meses atrás los productores de lechuga debieron arar su producción porque no tenía precio y, peor aún, el Gobierno provincial mantuvo un criticable silencio cuando, por problemas estacionales, el tomate alcanzó un valor importante y el Ejecutivo nacional puso en marcha una campaña en contra de la compra del producto, culpándolo de la inflación.
Los productores tienen razón en sus planteos, porque con los valores actuales de la uva y del vino no alcanzan a cubrir los costos de producción. Pero la solución no puede pasar por la intervención del Estado sino que deben ser ellos, junto a lo demás actores de la industria, los que las encuentren. La vitivinicultura ha demostrado que trabajando en conjunto hubo crecimiento, aun a expensas de decisiones económicas nacionales que pusieron piedras en el camino. Debe concretarse ahora una verdadera integración productor-bodeguero; es la deuda que queda pendiente y que entre todos deben solucionarla.
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