San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Próceres, en riesgo: de qué o de quién dependen Ramón Díaz, Carlos Bianchi y Mostaza Merlo

proceresMientras no estaban en el club, la mayoría de los hinchas soñaba con ellos. Si el clamor popular tenía que señalar entrenadores para River, Racing y Boca, la votación habría dado sin dudar con los tres nombres que hoy conducen los equipos. Ramón Díaz, Reinaldo Merlo y Carlos Bianchi son nombres que los simpatizantes vinculan inmediatamente con las épocas felices. Se sienten respaldados por los antecedentes. De alguna manera puede decirse que la historia los convirtió en próceres de cada uno de esos clubes.

Y la relación cierra para todos, porque en tiempos difíciles los dirigentes saben que esos nombres absorben la presión. Eliminan tensiones y los quita a ellos del foco cuando las cosas no salen bien. Pero hoy la ecuación parece no ser exacta. Puede, momentáneamente, sentirse algo más aliviado Boca, por su victoria ante Estudiantes, la primera del año. Pero su campaña con un triunfo, un empate y dos derrotas es idéntica a la de River, que hoy se siente agobiado porque le tocó perder en las dos últimas fechas. Y ni hablar de Racing, que suma tres caídas consecutivas. Es decir que entre los tres perdieron 7 de los 12 partidos que jugaron en estas cuatro primeras jornadas.

No hay garantías en el fútbol argentino. Tal vez los plazos son más flexibles para Ramón, el Virrey y Mostaza. Para otros técnicos el crédito sería menor, pero la impaciencia empieza a agitar poco a poco los cimientos.

«Si creo que es lo mejor para el club, no me va a temblar el pulso», dijo Daniel Angelici, presidente de Boca, cuando le preguntaron sobre la posibilidad de apartar de su cargo a Bianchi. Y, aunque ante la insistencia periodística, un camino similar tuvo que transitar Rodolfo D’Onofrio, titular de River: «Llegado el caso, si Ramón ve que no puede dar vuelta esta situación, él mismo va a tomar una decisión, pero yo tengo fe en el equipo y creo que vamos a salir adelante».

En lo inmediato, los tres tienen desafíos que pueden definir cosas importantes. Apenas están en la 5a fecha y ya están ante partidos que pueden ser definitorios. Lanzarse en la búsqueda del título o darse por vencidos dependerá en buena medida de lo que ocurra este fin de semana. Así será para Racing el viernes, ante All Boys; para Boca el sábado, frente a Vélez, y para River el domingo, contra San Lorenzo.

El sentimiento del hincha puede ser ambiguo. No olvidarán los días de gloria, pero los resultados mandan cada domingo. Obligan a dar vuelta la página. La última impresión, aunque injusta, es la que predomina. Los próceres viven al día.

Ramón Díaz, atado a su discurso

El aura de Ramón Díaz entró otra vez en discusión. River no logró escaparle a la ciclotimia que envuelve a los clubes argentinos: de aquel comienzo de año con éxitos deportivos y un clima interno renovado, después de la asunción de las nuevas autoridades, pasó a la intranquilidad que provocan dos caídas consecutivas y a los mensajes que generan confusión y turbulencias. Se enredó dentro de la cancha, con un retroceso en el juego colectivo e individual; se enmarañó afuera, con las palabras del técnico y el presidente Rodolfo D’Onofrio. La burbuja que actuaba de coraza se pinchó, y encontrar rápidas soluciones para que no se profundice la situación será una tarea que tendrá que asumir Ramón.

El análisis que hizo el técnico, tras la caída con Colón, enseñó el desencanto de Ramón. El riojano se descargó, les apuntó a todos, aunque desnudó también que su estrategia no resultó la adecuada. «Estoy desilusionado. Podés perder, pero no de esta manera. El equipo no jugó, no presionó; en el primer tiempo prácticamente no tuvimos situaciones y eso es lo que más me preocupa. No me gustaron las formas. Para jugar con esta camiseta se necesita más actitud, carácter. La exigencia es para todos. Tenemos que cambiar rápido, porque el campeonato argentino es muy corto. Con un mal arranque ya estás al límite de no cometer más errores», decía, con gesto adusto, el entrenador.

La palabra «actitud» encubre las falencias de sus dirigidos, pero también las propias, porque River, por determinación del técnico, optó por defender con tres jugadores, a pesar de que los intérpretes elegidos sólo tuvieron un par de ensayos juntos. El debutante Cabrera, Pezzella y Funes Mori, cuyos promedios de edad superan apenas los 21 años, terminaron redondeando una flojísima actuación; pero tampoco rindieron Ponzio -estuvo en duda su participación-, Carbonero, Vangoni y Teo Gutiérrez, que fue reemplazado en el entretiempo. Ese cambió generó ruido: no por el nivel del colombiano, que estuvo enrevesado, sino por un gesto que hizo el atacante ante una indicación. El díscolo futbolista observó el segundo tiempo desde el banco de los suplentes, mientras que el Pelado no ocultó su desazón por su nivel, algo que también ocurrió en el semestre anterior, cuando el DT le pedía goles y el jugador respondió que no se sentía cómodo siendo referente de área. «No lo vi como las últimas veces. Lo que veo es lo que siento y decidí sacarlo. A nadie le gusta salir. A mí me gusta que demuestren en la cancha su valor, es un jugador de selección y tiene que levantar», comentó Ramón.

La figura omnipotente del técnico reapareció y eso perjudica para mantener el perfil bajo con el que desean gestionar los actuales dirigentes. «No le doy explicaciones a nadie, pero seguramente [por los dirigentes] no vieron un buen partido; el primer enojado acá soy yo», fue la referencia tajante. La respuesta la ensayó el presidente D’Onofrio, que habló de una hipotética situación, aunque el mensaje fue rotundo. «Quiere tanto al club que si le va mal me diría ?hasta acá llegué’. Él solo dará un paso al costado. Pero no creo que suceda. Tiene todo nuestro apoyo», declaró en 90 Minutos de Fútbol, por Fox Sports.

A Bianchi sólo le sirve volver a ganar para no temblar

La imagen de Carlos Bianchi inmaculada. Su figura está inalterable y revalidó el amor incondicional de los hinchas de Boca con la victoria de anteayer frente a Estudiantes. La Bombonera se rindió a sus pies. Calor, color y festejo. Pero lo real y lo concreto indica que después de la celebración disminuyen las euforias y las estadísticas son inalterables: 4 puntos conseguidos sobre 12 en juego. Muy poco para semejante prócer xeneize. Aunque sabe el Virrey que la última victoria tiene que ser la del despegue. Que más allá de haber respirado aliviado, no tiene margen para volver a dejar puntos en el camino.

La alarma se enciende cuando aparece como próxima estación Liniers. Es que Vélez de la mano de José Flores revalidó su condición de equipo voraz y candidato al título. Y también el partido con Olimpo, en la Boca, tres días más tarde, será especial, porque no estarán ni Orion ni Gago, que viajarán a Bucarest para jugar un amistoso con el seleccionado el 5 de marzo próximo.

Los jugadores conocen el contexto y saben que de ellos depende cómo se desarrolle todo. Si bien nadie se atreverá a decirle a Bianchi que debe dar un paso al costado, los 12 partidos que acumulaba sin ganar Boca debilitaron el ánimo colectivo.

Sin embargo, el éxito ante Estudiantes representó el reverdecer de las esperanzas. Pero no quita Bianchi su mirada sobre el rendimiento del equipo, porque sabe muy bien que una nueva caída lastimará la confianza de sus dirigidos. «Dimos un paso grande al ganar, porque con eso se calma todo lo que se estaba hablando. Tenemos un entrenador que hace bien las cosa y un grupo mentalizado. Tenemos que demostrarlo en la cancha», dijo Fernando Gago, en Fox Sports Radio.

Pero más allá de los dichos, el Virrey sabe que debe reacomodar sus fichas para jugar el sábado próximo ante el Fortín. Tomó determinaciones importantes y dejó afuera del banco de los suplentes a Grana y a Sánchez Miño. No sería descabellado imaginar que pueda salir del equipo este fin de semana Juan Manuel Martínez y que el Virrey apueste una pareja de ataque conformada por Gigliotti y Luciano Acosta. No duda, ejecuta.

No puede regalar nada el DT y lo sabe, no es tiempo de gloria para Bianchi, es momento de revalidar el despegue para no volver a temblar.

Merlo, sin respuesta, ya no oculta su preocupación

Es tan inestable el torneo argentino que el triunfo que ilusionó a Racing en la primera fecha, con un contundente 3-0 fue nada menos que ante Colón, uno de los equipos que hoy es puntero. Mientras que la Academia, tras aquel éxito, sólo fue barranca abajo después de aquella victoria.

En apariencia, Mostaza Merlo en Racing tiene más espalda que cualquier otro DT. Pero no hay que olvidar que su anterior ciclo en club terminó de mala manera, incluso entre algunos insultos.

La hinchada lo idealizó tras el título de 2001 y hoy todavía tiene crédito abierto, porque en el último tramo del torneo Inicial logró reacomodar las cosas de un equipo que parecía direccionarse peligrosamente a los puestos del descenso. Pero la irregularidad es notoria en este grupo de jugadores. Tres derrotas consecutivas despertaron la inquietud.

Así las cosas, el duelo del viernes próximo ante All Boys (20.30), en Avellaneda, tendrá una carga extra ineludible. Una buena dosis emocional se desprenderá desde las tribunas. El pulso de la gente establecerá el estado de ánimo.

Mientras tanto, Mostaza trata de reacomodar el equipo ante varias bajas. Sin Bruno Zuculini y Gabriel Hauche (ambos recibieron la quinta amarilla), tampoco es segura la participación del atacante Luciano Vietto, que sufrió una sobrecarga en el muslo derecho y por ahora se entrena de manera diferenciada.

La buena nueva es que José Luis Gómez (recuperado de una lesión en el muslo izquierdo), trabajó en forma intensa con el resto de sus compañeros, aunque es poco probable que integre la formación inicial. El que si regresará al primer equipo es Fernando Ortiz, luego de cumplir una fecha de suspensión.

Los nombres son importantes, pero independientemente de la formación, nada será más decisivo que conseguir una reacción en el grupo. Es que la versión de Racing que se vio el último sábado ante Arsenal fue de lo más flojo desde el regreso de Mostaza. Con una defensa que dejó mucho que desear. Tanto que ese marcador final (1-3), pareció poco para la diferencia que hubo en la cancha.

La llegada de miles de hinchas con pelucas color mostaza en la primera fecha, las risas por las cábalas y el buen humor del comienzo cambió. Merlo no oculta su preocupación. Y sólo piensa en quebrar esta racha cuanto antes.

Fuente: Canchallena

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