Más de 500 años después de la muerte de Leonardo da Vinci, celebramos a este increíble artista e inventor del Renacimiento hablando de su contribución a la industria textil, como se manifiesta en los terciopelos que llevan su nombre.
Todos conocemos la intensidad de la mirada en sus pinturas, el efecto de los paisajes borrosos en la distancia, la enigmática sonrisa de la “Mona Lisa” y sus brillantes inventos. Lo que quizá no todos sepamos es su contribución a la industria textil.
Leonardo vivió en la corte de la familia Sforza, en Milán, de 1482 a 1500, donde creó algunas de sus obras maestras, como “La Última Cena” donde una de las teorías más extendidas, y controversiales para la que, de algún modo también hay que tener imaginación, es la que cuenta que hay una mujer en la pintura. Hay quienes dicen que los nudos del mantel significan que había una mujer sentada a la mesa. Concretamente, María Magdalena.
Introdujo importantes mejoras en el telar mecánico, creando máquinas que funcionaban a la perfección. Tanto para mejorar estas máquinas como para pintar ropa, Leonardo estudió a fondo cada aspecto de las telas: sus drapeados, su capacidad para reflejar la luz y, especialmente, sus estampados.
Entre las numerosas obras de Leonardo da Vinci, se encuentra también el diseño de un motivo recurrente en sus pinturas, utilizado también en frescos, bordados, textiles, cuero, armas y joyería. Tanto es así que, a finales del siglo XV, en la corte de Milán, creó una auténtica moda: la de los «vinci».
En el Códice Atlántico, un manuscrito que data de los años 1478-1518 y que contiene numerosos dibujos de Leonardo y sus notas sobre diversos temas, se encuentran seis motivos entrelazados diferentes que se encontraban entre los patrones más populares en Milán a finales del siglo XV. No solo se usaban en la ropa. Estos patrones decoraban cinturones, empuñaduras de espadas, cubiertas de libros y más.
Los vinci, o nudos, inventados por Leonardo da Vinci, reciben su nombre de los sauces morados típicos de la ciudad del artista. Quizás los nudos, que posteriormente se convertirían en el símbolo de la Academia da Vinci, surgieron de la costumbre de tejer cestas con las ramas flexibles de estos árboles o de su uso para atar lianas.
Consisten en una línea continua que forma un dibujo circular compuesto por varias trenzas, cuya base podría ser la cruz de San Andrés, patrón de Vinci, combinada con el símbolo del infinito.
Esto se aprecia en el dobladillo de “La Dama del Armiño”, datada entre 1488 y 1490, pero con mayor claridad en el fresco que cubre la bóveda de la Sala delle Asse en el Castillo Sforza de Milán, pintado en 1498. Aquí, Leonardo creó una falsa glorieta formada por las ramas de dieciséis árboles en flor, que se entrelazan en el Vinci.
Como muchos retratos de los nobles de la corte de Milán, estos nudos fueron uno de los patrones más populares para las telas de lujo a finales del siglo XV. Pero dado que se usaban principalmente en vestidos de mujer —incluso en el de la “Mona Lisa”, en el dobladillo de su corpiño—, suelen interpretarse como una referencia al vínculo entre amantes o a la idea de “ganar” (ya que “Vinci” se escribe igual en italiano que “tú ganas”).
El nudo diseñado por Leonardo da Vinci aparece en un terciopelo Bevilacqua, inspirado en un terciopelo veneciano de finales del siglo XV y principios del XVI, el mismo período en el que aparecen los nudos da Vinci.
Este motivo tejido, complejo, pero de gran elegancia y ligereza, destaca sobre el terciopelo gracias a su suavidad, brillo y vibrantes colores. Elaborado con una variedad de fibras, como seda y algodón, refleja la luz de forma única gracias a su densa superficie de pelo.
Ya sea para tejidos de decoración o para vestidos de alta costura, yyy pinturas impensados en el presente, el terciopelo da Vinci es un tejido prestigioso que realza cualquier proyecto con su belleza y exclusividad, añadiendo un toque renacentista con su patrón de nudos da Vinci.
Uno de estos motivos, que inspiró un precioso terciopelo Bevilacqua, ha llegado hasta nosotros porque fue convertido primero en un grabado por un alumno de Leonardo y luego, entre 1505 y 1507, en una xilografía por Alberto Durero. La obra de este último permitió que los medallones entrelazados de Leonardo se difundieran por toda Europa.
Aquí menciono terciopelo Bevilacqua entonces amerita contar las raíces de la familia Bevilacqua en el mundo textil se remontan a 1499. De hecho, ese año Giovanni Mansueti pintor renacentista italiano realizo “La captura de San Marcos en la sinagoga”, mencionando los nombres de los nobles que la encargaron: uno de ellos era un tal “Giacomo Bevilacqua, tejedor”. La Tessitura actual fue fundada por Luigi Bevilacqua en 1875, tras recuperar algunos telares y máquinas que antaño utilizaba el Gremio de la Seda de la República de Venecia. Sin embargo, según algunos documentos, algunos tejedores Bevilacqua ya estaban allí en el siglo XVIII.
La empresa perpetúa así un antiguo arte veneciano Vince, que decayó en el siglo XVIII y resurgió en el XIX, combinando diseños y técnicas históricas con un toque de modernidad.
A lo largo de su historia, la empresa ha producido innumerables telas para clientes de renombre y edificios famosos. Otros emplearon estos terciopelos hechos a mano en prendas y accesorios de alta costura. Y las telas también decoran varias iglesias de Venecia, como la Basílica della Salute, y han participado en la restauración de prestigiosos palacios, como el Kremlin.
Desde sus inicios, Tessitura fue una tradición familiar estuvo y está dirigida por los hijos y herederos de Luigi Bevilacqua preservando el legado.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora cultural.
Puerto Madryn – Chubut.

