Tras diez años sin encarar un papel con continuidad, Fulop volvió a su rol de actriz en “Sos mi hombre” (El Trece). Aquí habla de segundas oportunidades: en el trabajo y en el amor.
), o como jurado ( Talento argentino), hizo publicidades, desarrolló sus talentos como fotógrafa, y se dedicó a otra tarea tan apasionante como absorbente: ser madre de adolescentes, pero en la vida real.
Ahora, dice, está reencontrando su propio ritmo en las grabaciones de esta telenovela. Hay mucha alegría, y algunos temores que hasta pueden sonar infundados, cuando se la ve moverse en los estudios tan desenvuelta, tan divertida, tan tropical… tan ella.
Tu personaje, Violeta, encara “una segunda oportunidad en su vida”, ¿tiene algo, para vos también, de segunda oportunidad?
Yo siento que la vida siempre te da revancha. Hace muchos años que dejé de actuar en la Argentina. Lo último que hice fue en teatro, Educando a Rita, en 2007, y como que mi carrera agarró otra ruta. Empezaron a pasar los años y se me ubicó en otro lugar. Ahora hay que volver a agarrar el tren. Por suerte mi personaje, Violeta, que viene de haber perdido a su marido en un incendio, también está desembarcando en un mundo que no le es tan familiar, como es el del gimnasio, el desopilante grupo que rodea al Oso. Y ella no sabe cómo pararse allí. Por ahora no se sabe si es buena o es mala. Diría que es ambigua.
Una segunda oportunidad es la que también encarará Catherine Fulop en mayo, cuando empiece a grabar, en Miami, una telenovela internacional que volverá a unirla a Fernando Carrillo, su ex compañero de Abigail y también su ex marido, del que se divorció en medio de escándalos y rumores de todo tipo. “Cuando empezamos a conversar sobre La magia del amor me entusiasmó la idea de recuperar ese lugar que yo me había ganado con esas novelas de los ‘80 -confiesa la venezolana-. Me hizo mucha ilusión volver como una especie de broche, o cierre de un ciclo, no para empezar de nuevo a hacer novelas”.
¿Qué te pasa, íntimamente, al reencontrarte con Carrillo?
Creo que Fernando y yo, apartando nuestra historia personal, hemos sido una pareja muy bella, que se ve muy bien en televisión, que tiene química. A la gente le gustó tanto, que creo que por eso también nosotros nos casamos. ¡Era tanto el éxito! Vivíamos de gira: por Europa, Estados Unidos, México, América latina… Fiestas, limusinas, locura… Estábamos todo el tiempo juntos, la pasábamos bien, y todo eso te va llevando a tener una relación como personal, porque empiezas a creerte la ficción.
Pero todo terminó mal.
Pasó mucho tiempo de eso, y el tiempo cura las heridas. Cuando lo veo ahora a Fernando, para mí es un extraño. Creo que ésta puede ser una segunda oportunidad para empezar una nueva relación desde cero. Y no pifiarla otra vez. Entre nosotros no hubo nunca ofensas, pero terminamos mal porque, creo yo, nunca debimos casarnos. Todo fue muy vertiginoso. Cuando planteamos la separación, yo al toque me enamoré. Pero es que en realidad nosotros estábamos separados hacía mucho, y lo único que teníamos que hacer era “enterrar el muerto”. Y siempre nos había faltado algo: un compromiso verdaderamente profundo.
Pero él dice que siempre te amó.
Yo sé lo que es el amor (recalca el “yo” Catherine ), porque llevo 19 años con mi marido. Yo sé que lo amo. Sé que no va a haber en mi vida ningún hombre más importante que él. Nunca más, ni que lo nuestro terminara a las peleas y que nos odiáramos. No va a haber alguien que yo ame más. Siempre lo digo: él se va y se lleva parte de mi vida, porque nunca nadie me va a ver como él me ve, porque yo le di lo mejor de mí a mi marido, y él a mí. Y es muy loco, porque Fernando ahora lo adora a Ova (en la producción de la telenovela están Osvaldo Sabatini, marido de Fulop, y Manuel Carrillo, hermano de Fernando) . Sucede que lo conoció, y Ova es adorable. Es “el tipo”, bella persona, bello ser humano, buen padre, buen hijo.
Con Osvaldo también te diste, en un momento, una segunda oportunidad, después de estar separada.
Eso fue hace casi trece años. Con mi hija menor muy chiquita, con las hormonas alborotadas, queriendo retomar mi carrera; él acostumbrado a que yo estuviera más en casa, y yo empecé a salir en revistas. Entonces pensó: ‘ahí se soltó la loca’. Pero la loca necesitaba soltarse un poquito, porque yo soy así, explosiva, y necesitaba recuperar eso porque me moría de tristeza. No era porque yo lo había dejado de amar. Necesitaba Caribe, acción, buscar otras emociones. Pero, bueno, en un momento nos propusimos intentarlo de nuevo, y a los dos meses todo estuvo de maravillas. Y nos reinventamos, y buscamos la manera de seducirnos, de calentarnos, de que la aventura esté ahí adentro… Y cuando no está, no está. Y te lo digo: no está, ahorita ya, ya, no te elijo, pero seguramente en un rato sí.
Es así, y en muchas cosas hay que ceder. Por eso es un compromiso. Porque no vas a tirar todo por la borda porque quieres buscar emoción. Bueno, capaz que buscas alguna emoción en algún lado, no sé, pero que sirva para volver a tu empresa. Mi familia es mi empresa, mi marido es mi empresa.
Oriana, tu hija mayor, ya es toda una belleza, y se prepara como actriz. ¿Cómo llevás la competencia de madre sexy e hija sexy?
Uy, ¿tú la ves sexy a ella? (Risas) ¡Es mi bebé! Me cuesta pensarla así. Ella va para 17 años, pero sinceramente parece mucho mayor, por cómo habla, por su actitud, por su responsabilidad. Tiene el gen de los Sabatini. Yo la veo a Oriana más lánguida, más glamorosa. Tal vez se quiere diferenciar de lo que ella ha visto de mí. Y aclaro que a mí me dieron un lugar sexy acá en la Argentina, porque en Venezuela era la protagonista de novelas rosa: allá todas tenemos cola. Pero te decía que Oriana es bien distinta de mí. Ella es sofisticada. Ahora está preparándose con los talleres de Cris Morena, pero yo no me quiero adelantar a nada. Ha trabajado arduamente estudiando baile, canto… no tuvo vacaciones. Se viene preparando hace mucho, en canto sobre todo. También la mandamos a hacer unos cursos de actuación a Los Angeles, algo bien intenso.
Al estar ambos padres en este ambiente, ¿hay más control sobre su carrera?
Yo siempre le voy a decir las cosas que sienta que le tengo que decir. Pero ella va a tomar sus decisiones, y yo me la tengo que tragar. Siento que ya está, que yo he sido una madre muy entregada, y que ya sembramos lo que teníamos que sembrar. Nos hemos quedado en la casa, viendo con quién llegan, con quién van, yendo a buscarlas a las fiestas. Ahora me queda Tiziana, la chiquita, que tiene 14. Creo que las dos tiran para el arte. Aquí en la Argentina es muy fácil hacerles mamar el teatro. Las llevamos tanto a ver teatro infantil, como teatro de revistas, cuando yo hacía ese género. Y las dos tienden a eso. ¡Pensar que en los equipos deportivos del colegio esperaban a las Sabatini!
Sé el primero en comentar en «Catherine Fulop: “Ahora hay que volver a agarrar el tren”»