San Rafael, Mendoza miércoles 08 de octubre de 2025

Nos hará falta otro Decameron? – Por:. Beatriz Genchi

El Decamerón de Giovanni Boccacio tiene como marco narrativo el terrible estallido de peste negra de 1348 en Florencia, hecho que obliga a los diez personajes a retirarse a una mansión campestre, donde deciden contar relatos para amenizar el tiempo que han de pasar allí encerrados.

Giovanni Boccaccio es uno de los autores italianos más importantes del siglo XIV. De su biografía sabemos que nació en 1313, probablemente en Certaldo, una pequeña villa cercana a Florencia. Al parecer gracias al éxito mercantil e incluso político de su padre, Boccaccio pudo disfrutar de una infancia acomodada y de una esmerada educación.

Su padre intentó encaminar a su hijo, de excepcional precocidad en el conocimiento de los clásicos, hacia la vida mercantil; sin conseguirlo, pues él se sintió siempre atraído hacia la poesía.

Más adelante fue enviado a Nápoles, donde antes que el aprendizaje de los negocios, Boccaccio se dedicó a la intensa vida literaria y cortesana que la ciudad le brindaba, así como el estudio de los antiguos. También allí conoció a la mujer que sería el objeto de sus tormentosos amores, identificada como María de Aquino, y a la que llamó Fiammetta –nombre derivado de fiamma, llama.

Llamado por su padre en quiebra, Giovanni Boccaccio regresó a Florencia en 1340. Allí, frente al esplendor de la corte napolitana, descubrió la crisis económica que, desde 1345, atravesaba la ciudad.

Concluido el Decamerón en 1351, Boccaccio compaginó su actividad literaria con el estudio filológico y la realización de diversas tareas diplomáticas. El 21 de diciembre de 1375 el autor fallecía en la villa de Certaldo, considerado ya la tercera gran figura literaria de su tiempo.

La obra de Boccaccio puede dividirse en dos grandes grupos de composiciones: textos literarios en toscano y textos eruditos en latín. Los primeros fueron compuestos, en su mayoría, antes de 1345 –con la excepción del Decamerón–, mientras que los segundos ocuparon prácticamente la totalidad de su vida en Florencia. Podríamos destacar, dos obras: la Elegía di Madonna Fiammetta, escrita hacia 1443, que constituye el primer ensayo de novela psicológica en ambientes burgueses y realistas, y donde narra su historia amorosa con Fiammetta, invirtiendo los papeles y haciendo que la joven exprese el dolor por el abandono de su amante. Y constituye el primer caso en la literatura moderna en el que la mujer es protagonista y con ella se inaugura el análisis introspectivo en las letras italianas y europeas:

Y El Corbaccio, de hacia 1455, es una violenta sátira antifemenina, que se inserta en la tradición misógina que, junto con la estilización de la mujer propuesta por el amor cortés, recorre la literatura bajomedieval.

La obra, sin embargo, que coloca a Boccacio en el altísimo lugar que ocupa en la literatura contemporánea, como creador del relato novelesco en prosa, es su recopilación de cien cuentos. Decamerón significa ‘diez días’ en griego. La obra se inicia con una dedicatoria a los lectores, donde Boccaccio se dirige a un público preferentemente femenino. El significado del título nos da el primer dato importante sobre su estructura interna: se trata de una colección de cien cuentos, distribuidos en diez jornadas y explicados por diez narradores (siete mujeres y tres hombres).

Para no hacer de su colección una mera sarta de relatos, Boccaccio imagina un marco narrativo donde estas obras se insertan, componiendo una vasta y coherente arquitectura.

En el prólogo de la obra el autor ofrece un pavoroso cuadro de la peste negra en Florencia en 1348, narrando las consecuencias devastadoras para la moral y las costumbres y presentando un sombrío panorama de degradación humana.

Narra luego el encuentro de siete jóvenes y nobles damas que, habiendo perdido a sus familias, deciden abandonar la ciudad y retirarse al campo, para lo que buscan la compañía de tres amigos, también de elevados sentimientos. Llegados a un palacio campestre se proponen llevar una vida noble y bella, atenta a normas de cortesía, en medio de bailes, canciones, refinadas comidas, paseos, etc. regidos cada día por uno de ellos que impone las reglas.

Por este motivo, cada día, un rey o una reina (figurativamente, es quien conduce el encuentro) propone un tema sobre el que cada uno de los compañeros relatará un cuento. En este sentido, el marco narrativo del Decamerón supone una clara evolución frente a las colecciones de cuentos medievales, como “Las mil y una noches”, en las que el hilo conductor de todas las historias solía ser mucho más débil.

Tras quince días de retiro, los jóvenes deciden volver a la ciudad para evitar murmuraciones o que surjan entre ellos problemas debidos a la convivencia.

La obra se cierra con una invocación del autor a las jóvenes para las que dice escribir, excusándose de sus posibles deshonestidades, y defendiéndose de los previsibles ataques o críticas que suscitará su obra.

Entre los temas que abordan a lo largo de la obra, destacan los asuntos y motivos propios de la sociedad burguesa y mercantil coetánea del autor. Boccaccio retrata con agudeza los rasgos más característicos del mundo social de su tiempo y elabora retratos psicológicos sencillos, y, a la vez, eficaces, de los personajes que intervienen en los relatos.

El Decamerón fue acogido con verdadero entusiasmo entre la burguesía emergente del Trecento; alejada de la gran literatura oficial, apareció como un libro de amena lectura, como una obra no para ser saboreada por los literatos refinados, sino para el gozo de los lectores más comunes y más ingenuos. Los mercaderes y las mujeres constituyen el primer corrillo de lectores de una obra que no se inserta en nobles tradiciones, sino en la producción narrativa de carácter burgués o popular, difundida por vía oral como pasatiempo cotidiano.

Se trata de una obra dirigida conscientemente y sin prejuicios al vulgo, y que apenas encontró ecos en los medios humanistas entre los que su autor figuraba como máximo representante. El mundo del Decamerón vuelve la espalda al clásico y hunde sus raíces en la realidad cotidiana de las ciudades italianas, llenas de vitalidad y pujanza.

Sus cuentos constituyen un canto al amor, a la juventud, al goce de la vida, al margen de las leyes sociales y de las hipocresías religiosas, censuradas estas severamente por su autor.

El mundo variopinto y fascinante del Decamerón es claramente bifronte, cómico y trágico, vulgar y cortés, vicioso y heroico.

Investigación de:
Beatriz Genchi

Museóloga – Gestora cultural.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail