San Rafael, Mendoza 27 de septiembre de 2025

Baraja inglesa, que no es la primera – Por: Beatriz Genchi

Si alguna vez te preguntaste por qué una baraja tiene 52 cartas…

Según una teoría fascinante (aunque no confirmada), el juego de cartas sería en realidad un calendario oculto: 52 cartas como las 52 semanas del año – 4 palos como las 4 estaciones – 13 cartas por palo, como las 13 semanas por estación. Y si sumas todos los valores de las cartas de la baraja, obtienes 365. ¡Exacto! Como los días del año.

Cada estación comenzaría con la “semana del rey”, seguida por la reina, la sota… hasta llegar al as, que marcaba el cambio de estación.

¿Y los comodines? Se usaban para los años bisiestos. Aunque esta teoría es más simbólica que histórica, no deja de ser fascinante. Pero aquí va un dato verificado: La referencia más antigua de un juego de cartas proviene del año 868, en la antigua China.

Según el texto “Colección de Varios de Duyang”, la princesa Tongchang (hija del emperador Yizong de Tang) jugaba al “juego de la hoja” (Madiao) con miembros de la familia de su esposo. Los primeros naipes eran probablemente libros simbólicos en miniatura, ligados a prácticas mágicas o rituales. Con el tiempo, pasaron de simbolizar hechizos… a representar batallas y estrategias.

De origen milenario, a través de los siglos los naipes fueron cambiando y adoptando nuevos símbolos.

En un texto que luego quiso hacer desaparecer, Borges definía el espíritu de las cartas. «Unos naipes quieren desplazar la vida. En las manos cruje el mazo nuevo o se traba el viejo: morondangas de cartón que se animarán, un as de espadas que será omnipotente como don Juan Manuel, caballitos panzones de donde copió los suyos Velázquez», escribía.

Se trata de uno de los ensayos de “El idioma de los argentinos”, un libro que luego el escritor no quiso que se reeditara ni fuera incluido en sus obras completas. Básicamente, lo que hace en él es explicar el truco, que para Borges es el juego argentino por excelencia. Un mundo reducido a 52 cartas en principio, a 48 luego.

Por supuesto, la historia es imprecisa a la hora de rastrear el nacimiento del primer mazo. Al parecer, todo indica que las primeras cartas surgieron en la China. No eran sin embargo «morondangas de cartón», como describió Borges, sino placas de marfil. El pase a papel también se remonta a China, pero sería posterior, recién en el siglo XII d.C.

Otras versiones ubican la creación de las cartas en Egipto y otras en la India. ¿Cuán improbable es que a dos o tres civilizaciones se les haya ocurrido la misma idea? Un sistema de símbolos intercambiables por puro divertimento. No parece extraño que hayan surgido en varios lugares de manera independiente, o que un viajero llevara la costumbre de un país a otro.

De hecho, suele atribuirse a la cultura egipcia que cada palo tenga 13 cartas (como 13 son los ciclos lunares, como 52 -13 x 4- son las semanas del año). En la baraja española, sin embargo, las cartas son 48. ¿Quiénes faltan? Nada menos que las reinas. En el caso de las españolas no se sabe cuándo fue que se sustrajeron 4 cartas, y cómo fue que quedó cada palo de 12, con tres figuras: la sota -el 10-, el caballo -11- y el rey -12-. Pero de reinas, ni hablar. ¿Habría que redefinir las figuras? ¿Podría, en pos de la igualdad de género, volver la reina al mazo y reemplazar, por ejemplo, al rey?

Ese mazo «español» (pero con 52 cartas) fue el primero que se popularizó. Desde el principio sus cuatro palos fueron el oro (simboliza el comercio), las espadas (la guerra), los palos o bastos (la agricultura) y las copas (la religión). Este mazo habría viajado desde china hasta medio oriente y luego desde ahí llegaría en el siglo XIV hasta Europa, a través de Italia. Entonces sí comenzaría la mutación de la baraja. Por qué entonces se las llama españolas, se preguntarán. Probablemente, porque son quienes las trajeron al continente, y porque habrían sido los españoles quienes redujeron el mazo de 52 a 48. de cartas”

Sin embargo, en el resto del mundo, lo primero en lo que se piensa cuando se habla de cartas suele ser el mazo de póker. Es la famosa baraja francesa. (Luego, años más tarde, la tomaría Reino Unido y cambiaría las letras, de modo que hoy la baraja francesa está en inglés: la K es de King, la Q de Queen y la J de Jack; y cambiaría también el 1 por el As).

En este mazo los franceses reemplazaron el oro por los diamantes, las espadas por la pica, el basto por el trébol y las copas por los corazones. ¿Entonces a quiénes representan los reyes?: versiones infinitas se aceptan; Julio César, David, Alejandro Magno, Carlomagno, entre otros. ¿Y qué pasa con el rey suicida? Si se fijan, el rey de corazones es el único que no tiene bigote y que, por otro lado, se está clavando su espada en la cabeza.

Otro número emblemático es el 808. Es el número que acompaña a la marca de cartas de póker más famosa del mundo: la Bicycle. Muy utilizada por magos, el 808 es un número potente pero menos misterioso: cuando empezaron a fabricar, los creadores de Bicycle llamaron 101 a su primera tirada. Así, fueron lanzando productos al mercado hasta llegar a su mazo más acabado, el 808. Desde entonces, a muchos les confunde, pero no, es más, de alguna forma, que un número de serie.

¿Cuándo llegó a la Argentina? De la mano de los españoles. Algunos juegos como la escoba del 15 o el chinchón vinieron por añadidura y luego sufrieron modificaciones. Otro juego también español es ese del que tanto hablaba Borges. Efectivamente, el truco no es un juego nacional sino heredado. Es decir, es tan argentino como argentino es el vermú o el fernet.

¿Pero dónde más que en Argentina se juega con esta devoción?

Cada verano se abre la temporada de cartas en la playa y ahora ya se inventó un tableo imantado para que no las vuele el viento. Rastrear al primer argentino en llevar un mazo a la arena sería prácticamente imposible, como imposible sería rastrear al último. Pero la costumbre, lejos de perder fuerza, la gana.

Así que la próxima vez que juegues una partida de cartas, recuerda:

tienes en tus manos un calendario oculto y más de mil años de historia.

Gentileza:

Beatriz Genchi

Museóloga – Gestora cultural.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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