Congreso de Tucumán. / Foto: Gentileza Museo Histórico Nacional
La dirigencia política actual debería adoptar los principios que motivaron a los próceres de Tucumán en aquella época fundacional. La independencia también se refleja en un país que contenga a sus ciudadanos.
El proceso que generó la declaración de la independencia, el 9 de julio de 1816, en Tucumán, fue fruto de la unión de notables líderes de aquella época fundacional del país. Personajes siempre recordados, de los que nadie duda del patriotismo que los motivó, complementado por una gran honestidad intelectual.
Los próceres de Tucumán demostraron con hechos y actitudes la decisión de otorgarle a la Argentina incipiente de entonces las bases para un despegue que le permitiera decidir su derrotero sin depender de otros mandos. Y la premura para concretar su búsqueda obedecía a la necesidad de evitar que cualquier reacción imperialista pudiera afectar el plan patriótico trazado el 25 de mayo de 1810.
Seguramente los índices de pobreza marquen la mayor deuda de la democracia recuperada hace cuatro décadas. La penosa realidad que atraviesan millones de argentinos obedece a errores cometidos a través de los años en las políticas públicas. La marcha errática de la economía, sin una línea conductora que convirtiera a la misma en política de Estado fruto del consenso, tiene mucho que ver.
Ese y otros muchos reclamos deberían retumbar hoy en los ámbitos de poder, en la clase dirigente, donde frecuentan hombres y mujeres de la política que demuestran muchas veces desenvolverse de espaldas a las necesidades de la población. Priorizan sus intereses y apetencias en la disputa del poder y relegan las necesidades del pueblo al que deben representar.
Las discusiones bochornosas y estériles, como la observada recientemente en el recinto de la Cámara de Diputados, demuestran cómo se priorizan las codicias partidarias sobre las demandas de la sociedad. ¿Qué se puede esperar de semejante vulgaridad más allá de que el argumento de la pelea sea el supuesto interés por una carencia de la sociedad?
La independencia se debe consolidar paso a paso, día a día, buscando constituir un país que contenga a sus habitantes. De lo contrario, las expectativas por los recambios democráticos con la aparición de nuevas propuestas seguirán desvaneciéndose. Nada debe impedir que aquel histórico esfuerzo emancipador de 1816 pase a ser sólo una parte escrita de nuestra historia.
Fuente:https://www.losandes.com.ar/editorial/tras-los-principios-del-congreso-tucuman-n5954692





