San Rafael, Mendoza jueves 26 de junio de 2025

Presentan índice internacional para medir la calidad del vínculo entre las sociedades humanas y la naturaleza

La propuesta encabezada por científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) contó la participación de la investigadora del CONICET Sandra Díaz. Crédito: Copyright © University of Oxford Images

Se trata de una propuesta publicada en la prestigiosa revista Nature encabezada por científicos de la Universidad de Oxford, en la que participa la investigadora del CONICET Sandra Díaz. El nuevo indicador aparecerá por primera vez en el Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas de 2026.

Un documento internacional, publicado hoy en la prestigiosa revista Nature, dirigido por científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido), en el que participó la investigadora del CONICET Sandra Díaz, propone la creación de un Índice de Relaciones con la Naturaleza (NRI) que mida la calidad de los vínculos entre las sociedades humanas y la naturaleza.

Se trata de una métrica global diseñada para complementar el índice de Desarrollo Humano (IDH) y captar la calidad de la relación de una nación con la naturaleza. El nuevo indicador se incorporará al Informe sobre Desarrollo Humano 2026 que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con el objetivo a largo plazo de que haya actualizaciones periódicas por país, al igual que ocurre con el IDH. El director de la Oficina encargada de dicho informe, Pedro Conceição, es también uno de los autores del documento.

“La idea es monitorear cómo los países van mejorando su relación con el mundo vivo. Hoy en día a la hora de considerar la situación general de un país no se considera sólo el tamaño de la economía (medido en general a través del producto bruto interno), sino también aspectos fundamentales del bienestar humano, como el nivel de educación, expectativa de vida y necesidades básicas satisfechas. Pero hasta ahora no había ningún índice que reflejara cómo una nación se relaciona con el resto de los seres vivientes, señala Díaz, investigadora del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC).

El NRI contempla tres dimensiones centrales: la prosperidad y accesibilidad de la naturaleza, medida por la extensión y el acceso a los espacios naturales; el uso cuidadoso de la naturaleza, evaluado a partir de la utilización de los recursos y de los impactos ambientales; y la protección de la naturaleza, evaluada mediante la consideración de los compromisos legales e institucionales para proteger los ecosistemas. Es decir, el NRI busca evaluar y cuantificar el grado en que los países cuidan los ecosistemas, garantizan un acceso equitativo a la naturaleza y la protegen de posibles daños. Esto significa que aquellas naciones que inviertan en espacios compartidos para la naturaleza y las personas, en aire y agua limpios y en la restauración de los ecosistemas podrán ver aumentar su NRI.

“Es importante destacar que el NRI no refleja directamente el estado de la naturaleza no humana. Para ello hay muchos indicadores biológicos, como por ejemplo los establecidos por el Convenio sobre la Diversidad Biológica, como el número de especies de animales o plantas amenazadas o no, el tamaño de las poblaciones silvestres o el área ocupada por ecosistemas más o menos naturales. Es un índice que mide lo que hacemos los humanos y no cómo le va a la naturaleza en nuestra presencia”, señala la investigadora del CONICET.

Según los especialistas, en lugar de centrarse en lo que los seres humanos están haciendo mal, lo que se propone es ofrecer un marco global para medir hasta qué punto las personas y la naturaleza prosperan juntas. En este sentido, la propuesta apunta a cambiar el enfoque de evitar el daño medioambiental al de fomentar relaciones positivas y ambiciosas con la naturaleza a través de una propuesta considerada positiva y transformadora. “Llamamos a nuestro enfoque ‘aspiracional’ porque enfatiza las capacidades humanas de hacer mejor las cosas”, afirma Díaz.“Lo que proponemos es un cambio de la narrativa del daño y el fracaso medioambiental a historias y pruebas de que nuestras sociedades tienen la capacidad de producir un futuro mejor para toda la vida en la Tierra, y que en muchos aspectos ya lo hemos hecho. Al ampliar el desarrollo humano para incluir las relaciones saludables entre las personas y el resto de la vida en la Tierra, esperamos motivar nuevos niveles de colaboración e innovación en todo el planeta”, señala Erle Ellis, autor principal del estudio, profesor de la Universidad de Maryland Baltimore County y becario de la Oxford Martin School de la Universidad de Oxford.

 

Referencia bibliográfica:

Ellis, E.C., Malhi, Y., Ritchie, H. et al. An aspirational approach to planetary futures. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09080-1

 

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