San Rafael, Mendoza miércoles 25 de junio de 2025

Pastores zancudos – Por:. Beatriz Genchi

La región de las Landas, en el suroeste de Francia, fue empobrecida durante gran parte de su historia, con escasas carreteras y vastas extensiones de terreno pantanoso y traicionero. Para desplazarse por los brezales blandos e inestables, los pastores desarrollaron una adaptación única: se desplazaban sobre zancos para conservar los pies secos.

Localmente conocidos como tchangues , o «piernas grandes», estos zancos de madera de metro y medio se sujetaban a las piernas de la persona y se complementaban con un bastón largo que el pastor usaba para guiar a su rebaño y como apoyo para descansar. Cómodamente encaramado sobre esta configuración de trípode, el pastor disfrutaba de una vista elevada para vigilar a sus ovejas y controlar si hay lobos.

Los habitantes de las Landas fueron entrenados desde pequeños para caminar en zancos y eran capaces de una destreza y un equilibrio asombrosos, corriendo y saltando con facilidad e incluso agachándose para cortar flores.

Cuando la emperatriz Josefina visitó la región en 1808, una escolta de zancudos la recibió, cuyas largas zancadas les permitían seguir el ritmo de los caballos del carruaje de Josefina.

Otra demostración notablemente eficiente se produjo en 1891, cuando Sylvain Dornon caminó desde París a Moscú en zancos en sólo 58 días, vestido con el distintivo chaleco de piel de oveja de su región.

El senderismo en zancos fue desapareciendo poco a poco en las Landas hacia finales del siglo XIX, a medida que la plantación de bosques y el drenaje de los pantanos cambiaron el terreno, pero todavía se practica en representaciones folclóricas locales.

A finales del siglo XIX, un hombre tranquilo con una cámara vagaba por las llanuras barridas por el viento del suroeste de Francia. Su nombre era Felix Arnaudin, y lo que capturó fue este estilo de vida que ya se estaba desvaneciendo de la memoria.

Vestidos con gruesas capas de lana y sombreros anchos, estos hombres no eran artistas – eran sobrevivientes del pantano. Sus patas de palo las levantan sobre el suelo húmedo, desigual, y viajar largas distancias.

A través de la lente de Arnaudin, estos pastores aparecen como siluetas altas y fantasmales en el horizonte plano, figuras con forma de viento, barro y paciencia. Su soledad es casi sagrada. Su equilibrio, un desafío silencioso contra los elementos.

Pero el progreso estaba llegando. Se han drenado humedales, se ha plantado un bosque de pinos. Las piernas de palito fueron bajadas y luego casi perdidas.

Arnaudin sabía lo que faltaba. Dedicó su vida a preservar los rostros, historias y canciones de su tierra natal. Sus fotografías, ahora conservadas en museos, no son solo registros, son elecciones.

Gracias a él, los pastores de Gasconha, que caminaban sobre patas de palo, no fueron olvidados. Están de pie, altos e inmóviles, grabados en plata y luz, sosteniendo un pasado, demasiado orgulloso para desaparecer por completo.

Gentileza:

Beatriz Genchi

bgenchi50@gmail.com

Museóloga – Gestora cultural

Puerto Madryn -Chubut.

 

 

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