La nueva central tiene transporte, combustible y el yacimiento Vaca Muerta. No están industriales y servicios.
“Es increíble: los gremios que antes más criticaban al Gobierno son los invitados a la Casa Rosada”, se sorprendía en diciembre un delegado regional de la UOM, al ver a su jefe Antonio Caló visitar a Capitanich junto al mercantil Armando Cavallieri, el taxista Omar Viviani, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Andrés Rodríguez (UPCN).
Los dos primeros eran una piedra en el zapato para Cristina hace sólo un par de años: Cavallieri lideraba la resistencia a Moyano junto al resto de Los Gordos (históricos gremios de servicios) y Viviani, luego de la crisis del campo, era de los moyanistas que más incitaba al camionero a romper.
El ensañamiento de Cristina con Moyano luego en 2012 cambió el mapa gremial. La presidenta se empecinó en potenciar a los gremios industriales como la UOM y el Smata, que así terminaron enrolados en una central obrera junto a los enemigos de quien era secretario de la CGT.
Su conducción unipersonal había enfurecido al resto de la comisión directiva y ya en 2011 el camionero sólo reunía en calle Azopardo a sus principales laderos, todos de gremios chicos: Juan Carlos Smith (dragado y balizamiento) y Omar Plaini (canillitas).
Quedó claro que en este año y medio Cristina lejos estuvo de contener a quienes se le habían acercado por hartazgo a Moyano: Roberto Fernández (UTA) y Omar Maturano (maquinistas) fueron a la reunión que el camionero y Barrionuevo hicieron en Mar del Plata.
“Con el negro tengo muchas diferencias y se las dije. Pero ahora estoy por una CGT unida”, le confesó Fernández a LPO, antes de viajar a Mar del Plata. Su paritaria el año pasado terminó mal, con un tardío acuerdo de los choferes de larga distancia y nadie del Gobierno que lo contenga.
Maturano también tuvo un 2013 difícil: su relación con Florencio Randazzo no mejoró y en uno de sus encontronazos lo sorprendió con un paro vespertino.
Con ellos, Barrionuevo y Moyano pueden amenazar con un paro casi total, que paralícenla economía e impida a la gente ir a trabajar.
No llegaron a lograrlo en noviembre de 2012, cuando lanzaron una medida de fuerza junto a la CTA de Pablo Michelli.
Los miedos del Gobierno
Moyano, además, sumó un dolor de cabeza para Cristina: el vicepresidente de su CGT es Guillermo Pereyra, secretario general del gremio de petroleros con asiento en Río Negro y Neuquén, donde está nada menos que el yacimiento de Vaca Muerta.
Con él, también, Cristina perdió una oportunidad: lo tenía de director en YPF pero lo ignoró cuando le pidió que no excluyera el rol de las provincias en el decreto reglamentario de la apropiación. Pereyra se fue de la petrolera y ahora, además, es senador nacional por Neuquén.
Julio De Vido y Carlos Zannini intentaron salvar el mal cálculo de Cristina: se reunieron varias veces con Pereyra para pedirle que no paralizara los yacimientos. El último ruego fue la semana pasada y se lo dieron Zannini, Capitanich, Kicillof y Galuccio.
Todos traspirarán durante la reunión que la nueva CGT tendrá en un mes en la sede de la calle Azopardo, en la que nadie descarta que pueda haber una medida de fuerza.
El jefe de la federación de petroleros es Alberto Roberti, diputado y ahora cercano a Massa, quien tiene a uno de los sindicatos fuertes como es sanidad. Héctor Daer, jefe del gremio en Capital, también estará en el Congreso.
En la CGT se reunirán los 105 gremios que estuvieron en Mar del Plata, una buena parte perteneciente a la Azul y Blanco de Barrionuevo, reconocido en el mundo gremial por contener a sindicatos chicos, nunca escuchado por los más poderosos.
Fueron los que en 2008 se apartaron junto a él del acuerdo de toda la CGT para crear una central paralela. “Somos los únicos que siempre fuimos opositores”, repite Carlos Acuña, jefe del gremio de obreros de las estaciones de servicios.
Además de la mano derecha de Barrionuevo, Acuña es quien más puede hacer sentir un paro al cortar por completo la provisión de combustible. En aquel paro de 2012, los automovilistas tuvieron que correr para cargar sus tanques.
Al gastronómico, esa vez, no le fue fácil movilizar a su propio gremio: sus muchachos recorrieron Avenida de Mayo para cerrar a la fuerza los restos bares.
Entre los gremios chicos algunos pueden hacerse sentir, como la Unión de Trabajadores de Carga y Descarga, que traslada las frutas y verduras al Mercado Central. Otros gremios son técnicos aeronáuticos, viajantes, químicos y Petroquímicos, entre otros. Son los que gritan que hay una sola CGT.
Fuente: LPO
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