La Corte Suprema de Reino Unido dictaminó este miércoles por unanimidad que la ley británica define a una mujer como alguien que nació biológicamente de sexo femenino.
«El concepto de sexo es binario, una persona es mujer o es hombre», sentenció el tribunal con una declaración que remite a la más elemental lógica fundada en la ciencia y la razón. G.K. Chesterton nos previno sobre esta batalla contra la posverdad cuando aseguró que: “Llegará el día que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde”.
Y todo este proceso fue obra del grupo activista de mujeres For Women Scotland (FWS), quienes se resistieron a que los transgénero desplazasen a las mujeres en el cupo femenino previsto para ocupar los puestos públicos.
¿Y por qué digo que esto genera un sabor agridulce? Porque si bien la victoria sobre la ideología de género que esta sentencia estipula es fruto de otra obscenidad: la discriminación positiva a favor de la mujer. Se triunfó ante una aberración contra la lógica, pero quedó indemne e incluso fortalecida una contra la justicia.
La discriminación positiva solo la considero válida en el caso de personas que se encuentren en desventaja ante el común denominador social, como, por ejemplo, quienes presentan una discapacidad significativa. En ellos lo justo es ser equitativo.
Tratar como incapaz a una persona (eso es en esencia la discriminación positiva) por su sexo, raza, peso o cualquier otra variable es denigrante para con esa persona e injusto para todo el mundo, ellos incluidos. En ellos lo justo es ser ecuánime.
Por último, quiero compartir una observación que me llena de esperanza. Al revisar videos de distintos medios que abordaban esta noticia, unos rebosando ese cobarde buenismo bien pensante y otros indignados por esta “quita de derechos”, me encontré con un repudio casi unánime a la visión posmodernista de los periodistas y opinólogos que cada vez generan más rechazo.
Es claro que la agenda wokista financiada e impuesta desde los órganos supranacionales a través de directivas o sugerencias a gobernantes sumisos e instrumentalizada a través de los medios de comunicación, la literatura, la pantalla chica y el cine, está comenzando a ser rechazada por un número cada vez mayor de individuos que descubren la manipulación oculta detrás de la corrección política y del sentimiento de culpa que esperan sintamos por ser hombre o blanco o flaco o exitoso.
En su obra Metafísica (Libro IV, capítulo 7) Aristóteles escribe: “Decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es, es decir la verdad”, o sea “no hay más verdad que la realidad”. Esta formulación clásica del principio de identidad y no contradicción, piedra angular de la lógica occidental, nos demuestra, una vez más, que para “novedad nada mejor que los clásicos”, que “se puede ignorar la realidad, pero no se puede ignorar las consecuencias de ignorar la realidad” y que la razón siempre triunfa sobre el mito.
Rogelio López Guillemain
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