San Rafael, Mendoza lunes 23 de diciembre de 2024

Shhhhhh! – Todos la conocen. Pero muy pocos saben su nombre – Por: Beatriz Genchi

Ella, su cara, su gesto, acompaño a millones en la alegría de un nacimiento, en el suspenso de un quirófano, en el dolor del final de una vida. Es, urbi et orbi, «La enfermera del cuadro». De ese cuadro que preside hospitales, clínicas, consultorios, maternidades…

Se llama Muriel Mercedes Wabney. Modelo argentina. En 1947 firmó un contrato de exclusividad para presentar las colecciones de Harrod’s, la versión calle Florida de la célebre cadena inglesa. Orgullosa todavía en Londres, y un triste recuerdo entre nosotros…

Modeló para la marca de telas Ducilo, también para el modisto Jean Cartier y su programa «El arte de la elegancia» (Canal 7, a finales de los 50), y en un desfile paseó los vestidos que usó Linda Darnell en el film “Por siempre ámbar” de la Twenty Century Fox, 1947, dirigida por Otto Preminger.

Según la única historia rastreable del cuadro «Shhhhh», revelada por la ya desaparecida revista Paralelo 38 en los 70, la idea fue de un tal Juan Craichik, jefe de visitadores médicos de la empresa «Taranto», fábrica de instrumental y laboratorio.

El hombre reveló en una entrevista que la chispa se le encendió en 1953, mientras visitaba por su trabajo un hospital de Rosario. «La sala estaba atestada, y cada tanto una enfermera pedía, sin éxito, silencio. Entonces se me ocurrió crear una imagen elocuente que cumpliera la misma función» Craichik presentó el proyecto en su empresa, lo aprobaron, convocaron a varias modelos profesionales, y ganó Muriel Mercedes Wabney. Y comenta que «su cara era distinta, suave, armoniosa, de mirada dulce…, autoritariamente dulce».

Su gesto es más que elocuente: un dedo índice sobre los labios. Shhhh. Silencio. Una orden suave, nada autoritaria, que pide crear en las salas de espera un ambiente sereno: apenas un murmullo, a pesar de la ansiedad, de la euforia, de la desesperación, de las protestas. Los sucesos límite que convocan a la voz humana en toda su escala sonora…

La sesión fotográfica duró toda una tarde. El autor de la idea dijo que la empresa «Taranto» no lucró con la distribución mundial de esa imagen: «la regaló a hospitales, maternidades, clínicas, etcétera».

En cuanto a Wabney, rara vez aceptó hablar públicamente, dijo que era casada, que no tenía hijos, y negó confesar cuánto le pagaron por la foto y su multiplicación ad infinitum…: casi tan enigmática como su anónima cara impartiendo silencio.

La imagen se distribuyó por otros países. Y hasta el año 2000 se pudieron ver carteles por Península Valdés un accidente costero sobre el mar Argentino, en mi provincia del Chubut, declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

 

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