Durante la reunión, se discutieron las capacitaciones que el ISCAMEN está llevando a cabo en diversos municipios.
Estas formaciones están diseñadas para educar a los equipos locales sobre tres áreas clave: el monitoreo de la presencia del vector, las técnicas adecuadas para la aplicación de larvicidas y la importancia del descacharrado. Este último aspecto es fundamental, ya que consiste en eliminar cualquier objeto o recipiente que pueda acumular agua en los hogares, creando así un ambiente propicio para la reproducción del mosquito Aedes Aegypti.
En una conferencia de prensa posterior a la reunión, se enfatizó que no existe un tamaño mínimo para que el mosquito se desarrolle; incluso una tapa de gaseosa con agua puede convertirse en un criadero. Esta información subraya la magnitud del problema, dado que una hembra puede poner entre 100 y 200 huevos a la vez.
“Es crucial que los ciudadanos tomen conciencia sobre la necesidad de eliminar cualquier depósito de agua en sus hogares”, dijo Astorga.
Los meses críticos para prestar atención a esta problemática son desde el inicio de la campaña hasta el otoño, abarcando un periodo donde las lluvias y las altas temperaturas favorecen la proliferación del mosquito. Esto implica que el monitoreo y control deben ser constantes durante al menos siete u ocho meses.