“Discurso de despedida de Washington al pueblo de los Estados Unidos” (2 de febrero de 1813).
La odisea de Belgrano para traducir el discurso de Washington. Como el mismo lo señala, este documento llegó a sus manos en el año 1805, obsequiado por el ciudadano norteamericano David Curtis De Forest. Sus intensas obligaciones colisionaban con el anhelo de traducir y difundir a sus conciudadanos este discurso. Tampoco el tiempo político era el oportuno. A partir de su nombramiento como General en jefe de la Expedición Auxiliadora al Paraguay (septiembre de 1810 – marzo de 1811), encontró la oportunidad para darle más dinamismo a esta traducción. El trabajo estaba muy avanzado cuando el mismo debió incinerarlo junto con otra documentación propia, antes de la finalización de la batalla de Tacuarí, librada el 9 de marzo de 1811.
Esta contingencia llegó a oídos de David Curtis De Forest, quien nuevamente, a fines de 1812, le proporcionó otra copia. Esta vez Belgrano tomo precauciones adicionales, solicitándole a otro ciudadano norteamericano, su médico, el doctor Joseph James Thomas Redhead que le asistiera en su traducción. Esta vez alcanzó su objetivo. Dieciocho días antes de librarse la batalla de Salta (20 de febrero de 1813), desde la posta de Alurralde en Tucumán, Belgrano remitía a Buenos Aires el documento traducido para su impresión.
La edición impresa del: “Discurso de despedida de Washington al pueblo de los Estados Unidos” (de donde sale este resumen). Es un breve pero sustancioso libro editado por el Instituto Nacional Belgraniano, es una reimpresión del trabajo realizado por el Servicio Cultural e Informativo de los Estados Unidos de América, con motivo del Segundo Congreso Nacional Belgraniano, celebrado en Buenos Aires entre el 22 y 24 de junio de 1994.
La escena del retiro físico de la vida pública de Washington en Filadelfia fue inolvidable para los muchos miles que la presenciaron. Cuando las formalidades de la entrega del mando tocaban a su fin, la multitud inmensa continuaba dirigiendo su mirada hacia el mandatario saliente. Tenían clavada la vista en la figura enhiesta y señorial del líder que había conquistado la independencia en los campos de batalla y el que había sido el primer presidente de la orgullosa pequeña república de cinco millones y medio de almas.
A continuación, algunas de las reflexiones contenidas en este inspirador documento. Desde donde Washington inculcaba:
1.Respecto a la “sana alternancia en el poder”
“(…) Asumí el cargo por patriotismo, y la prudencia política me llama a separarme de la escena política, por el mismo fundamento: el patriotismo (…)”.
“(…) Mi determinación de retirarme del cargo, a que dos veces me llamasteis por vuestros votos, no es por disminución de celo por vuestro interés futuro, ni falta del más agradecido respeto a vuestra pasada bondad, sino un efecto del pleno conocimiento en que estoy de que este paso no es incompatible con aquellos objetos (…)”.
- Respecto a la “unión nacional”, esencia de un destino común, y base de su seguridad
“(…) Es indispensable un gobierno central, para que nuestra unión sea permanente y eficaz; las alianzas entre las partes, por ligadas que sean, no la pueden reemplazar; porque inevitablemente experimentarían las infracciones e interrupciones que han experimentado en todos tiempos (…)”.
- Respecto a la “constitución”
“(…) La Constitución es la guía que nunca debemos abandonar (…)”.
“(…) Respetar la Constitución, cumplir sus leyes, conformarse con sus medidas, son obligaciones que prescriben las máximas fundamentales de la verdadera libertad (…)”.
- Respecto a la “libertad”
“(…) La libertad misma hallará su guardia más segura en un gobierno en que los poderes están bien distribuidos (…)”.
“(…) La libertad es poco más que una sombra, cuando el gobierno es demasiado débil para resistir a las empresas de las facciones, para contener a cada individuo de la sociedad dentro de los límites que les prescriben las leyes, y para conservar a todos el goce pacífico de los derechos personales y de propiedad (…)”.
- Respecto a los “peligros que afectan a los gobiernos”
“(…) En todos los gobiernos existe bajo diversas formas, más o menos contenido, las pasiones más negativas del corazón humano, pero en los populares se descubren en toda su extensión y es a la verdad su peor enemigo (…)”.
- Respecto a la “moral”, a la “ética pública”, y a la “religión”
“(…) Los tribunales de justicia son los instrumentos para investigar la verdad (…)”.
“(…) Es una verdad, que la virtud o moralidad es un resorte necesario del gobierno del pueblo. Esta regla se extiende ciertamente con más o menos fuerza a toda clase de gobierno libre (…)”.
Epílogo
Washington y Belgrano nunca llegaron a conocerse, y parece ser que tampoco era
necesario. Eso sucede en los espíritus encarnados en personas superiores que anteponen
sus propios intereses al servicio de una causa mayor, es este caso sus propias Patrias.
Ellos tempranamente percibieron la necesaria libertad e independencia de sus pueblos, y
después de alcanzarlos, los esfuerzos por mantener la Unidad de la entidad política
lograda, conscientes de los peligros que las disensiones internas y los odios generaban ya
en sus propios ciudadanos.
Es por ello por lo que Belgrano imploró al gobierno, con tanta firmeza, su difusión y lectura, especialmente por aquellas que debían asumir funciones de conducción política y o militar en el nuevo estado en formación. Estas fueron algunas de sus exhortaciones:
“(…) Suplico al gobierno, a mis conciudadanos y a cuantos piensen en la felicidad
de la América, que no se separen de su bolsillo este librito, que lo lean, lo estudien,
lo mediten, y se propongan imitar a ese grande hombre, para que se logre el fin a que
aspiramos, de constituirnos en nación libre e independiente.
Alurralde [Tucumán], 2 de febrero de 1813.
Manuel Belgrano (…)”.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.