Famoso, entre otras cosas, por haber presentado al público el primer striptease de la historia, este cabaret fue uno de los más populares de la Belle Époque parisina, concretamente en los años comprendidos entre 1883 y 1901.
Situado en la calle Des Martyrs, ocupó el local de una sala de baile que inició su actividad a principios del siglo XIX conocida hasta entonces con los nombres de Musette de Saint Flour, Bal des Charbonniers y Brasserie des Martyrs. Con el auge de los cafés cantantes –café-concert, café-chantant o caf’conc, como se denominaban en francés este tipo de locales– en 1875 se reconvirtió en el Café de la Chanson y en 1883 –en pleno auge de la moda por el orientalismo– se redecoró, apostó fuerte en su programación con las estrellas del espectáculo de la Belle Époque, y cambió de nuevo su nombre por el de Divan Japonais, aunque también fue conocido como Concert Lisbonne, pues su dueño se llamaba Maxime Lisbonne. Como tal, estuvo en funcionamiento hasta que sus propietarios lo vendieron en 1900, transformándose en el Théâtre de la Comédie mondaine un año después.
La moda por lo exótico, y concretamente por lo oriental, estaba perfectamente representada en el Divan. Su interior lucía farolillos y pinturas sobre seda con muebles de bambú y de madera esmaltada de rojo y negro, las camareras iban vestidas de “mousmés” que es una transcripción de la palabra japonesa musume, que significa «hija» en el sentido de filiación. En francés desde principios del siglo XX, este término se refiere a una chica fácil… ¡¡¡¡Vaya!!!!
La alegría, la diversión, se reflejaba en los animados rostros de los presentes, predispuestos a disfrutar y satisfacer con voluptuosidad los placeres de los sentidos, los de la vista y el oído, de los del gusto se encargaban las mousmés, en constante ajetreo, con las bandejas llenas de copas y vasos y botellas de ajenjo, cerveza, vino, coñac, champán…
Aquí actuaron grandes nombres de la chanson y del mundo de los varietés. El Divan estaba de moda y se llenaba todos los días. Entre los clientes habituales del Divan figuraban la bailarina de cancán del Moulin Rouge Jane Avril y el pintor Toulouse-Lautrec,
En el Divan Japonais, como decía al principio, tuvo lugar en 1894 el que se considera el primer striptease de la historia. Ese año se estrenó una pantomima lírica titulada Coucher d’Yvette (coucher significa dormir, acostarse, pero también tener sexo) en el que la cantante y actriz Blanche Cavelli se desvestía con estudiada coquetería antes de irse a la cama. Causó, lógicamente, un gran escándalo y en sucesivas representaciones se quedaba con un déshabillé rosa de tul trasparente. La fórmula, como es sabido, triunfó y el striptease pasó a ser parte de la programación de muchos music-halls y fructífero negocio para el incipiente cine. Así, en 1896, Eugène Pirou produjo una versión cinematográfica de Coucher d’Yvette que dirigió Albert Kirchner. Estrenada en 1903, pasa por ser una de las primeras películas pornográficas de la historia. La película original duraba unos 7 minutos, pero tras estar años en los Archivos de la Filmoteca Nacional de Francia solo se han conservado apenas dos.
También se hizo “El corto tiempo de las cerezas” y recrea una vez que Samuel Valls, su hija Camila y su amigo, el marchante Claude Frossard, coinciden en el Divan con Toulouse-Lautrec, un encuentro ficticio, por supuesto, pero que bien hubiera podido ser real.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.