El escritor francés fue el padre de la ciencia ficción, nacido a principios del siglo 19 el 8 de febrero y tenía planes de ser abogado. Pero, su amor por la aventura y su meticulosa obsesión por la ciencia lo superaron. De hecho, Verne es el segundo autor más traducido del mundo desde 1979, situándose entre Agatha Christie y William Shakespeare.
Entre sus libros, están “Viaje al centro de la Tierra” (1864), “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1870) y “La vuelta al mundo en ochenta días” (1873). A lo largo de su vida, Julio Verne escribió novelas que fueron vistas como reflejos de los grandes descubrimientos y avances geográficos de su tiempo.
Verne publicó su libro “París en el siglo XX “en 1863, que narra la historia de un joven que vive en una ciudad con automóviles propulsados por gas, trenes de alta velocidad y enormes rascacielos de vidrio. En esta novela, Verne también menciona una red internacional de comunicaciones. Esta conecta diferentes regiones simultáneamente, donde sus usuarios pueden compartir información y datos.
En la historia, “Veinte mil leguas de viaje”, Verne escribió acerca del submarino Nautilus. Comandado por el neurótico capitán Nemo. De hecho, el submarino es uno de los escenarios principales del libro. Esto mucho antes de que los submarinos se utilizaran para explorar el mar. Y es que Julio Verne pudo imaginar un barco eléctrico, que es largo y cilíndrico.
Él narraba todos los lujos y la tecnología que se puede encontrar en algún yate en la actualidad. Además de tener la capacidad de bucear a profundidades increíbles. Nautilus presentaba la cabina principal, dispositivos de navegación, un comedor y un barómetro. Se piensa que se inspiró en los modelos que vio en exhibición en la feria mundial de 1867 en París. También en su conocimiento científico sobre la electricidad y la energía de la batería. En definitiva, una de las más grandes predicciones del autor.
También los anuncios en el cielo son una predicción bastante acertada de Julio Verne. En su escrito “En el año 2889” describió “anuncios atmosféricos” que hoy llamamos escritos del cielo. Él menciona “todos han notado esos enormes anuncios reflejados desde las nubes”. Estos serían tan grandes que pueden ser vistos por la población de ciudades enteras o incluso países enteros. En la actualidad, muchas marcas hacen anuncios publicitarios para que puedan ser vistos por vía satelital. En el mismo libro, Verne escribió que “en lugar de ser impreso, la “Crónica de la Tierra” se habla cada amanecer a los suscriptores, quienes, a partir de conversaciones interesantes con periodistas, estadistas y científicos, aprenden las noticias del día”. Esta es una predicción increíblemente precisa de cómo es un noticiero moderno. Es más, Associated Press alegó que el primer noticiero comenzó después de que Verne lo imaginó.
Dio la idea sobre la comunicación que se puede tener entre las personas que están sentadas en dos lugares remotos mientras se miran entre sí. En su libro “En el año 2889”, Julio Verne describió el “fonotelefote” que es similar a nuestra tecnología de videoconferencia. Escribió que el fonotelefote permitía “la transmisión de imágenes por medio de espejos sensibles conectados por cables”.
Conjeturó sobre naves espaciales propulsadas por luz en su clásico de ciencia ficción, “De la Tierra a la Luna”, en 1865. Los científicos del mundo ahora llaman a esta tecnología, velas solares. Se cree que Verne es el escritor con visión de futuro que dio sus predicciones y anticipaciones sobre las tecnologías modernas antes de que se cumplan. Los científicos modernos piensan que predijo muchas cosas que sucedieron porque estaba leyendo mucho y hablando con científicos y sabía lo que estaba sucediendo en el mundo que lo rodeaba.
Predijo los módulos lunares. En, “De la Tierra a la Luna”, describió “proyectiles”, que serían naves espaciales para llevar pasajeros a la Luna. Él lo describe como una cápsula de escuadrón en forma de cono. Verne imaginó “una gran pistola disparándose que obtiene suficiente fuerza para romper la gravedad. Esto indicaría que las ideas de Verne siempre se basaron en la realidad.
En el libro, el “Castillo de los Cárpatos”, Verne cuenta una historia centrada en la prima donna, La Stilla. Ella se muestra como una imagen fija proyectada, mientras suceden los hechos. Ya que, los aldeanos viven con miedo del misterioso castillo que produce voces e imágenes extrañas. Luego, se descubre que las imágenes que estaban viendo eran solamente una ilusión ópticamente flotante. Como los hologramas que emiten sonidos.
Verne esbozó e imaginó toneladas de aviones en sus novelas. En la historia, Robur el Conquistador, brinda más detalles con sus descripciones. En la historia, el personaje construye una máquina de cartón prensado. Esta es controlada con motores de alta velocidad que impulsan la máquina a los cielos. Aunque ya había bocetos del prototipo de helicópteros de la comunidad científica y de ingeniería durante su tiempo como autor.
“Veinte mil Leguas de Viaje Submarino”, la electricidad reinaba en la nave del Capitán Nemo, hasta las armas usaban electroshock. Aunque, los primeros dispositivos de este tipo comenzaron a ser desarrollados recién en 1969. Se describe a las balas de esta arma como “contenedores eléctricos” y se les llamaba, “botellas de Leyden. Estas tenían electricidad de muy alta tensión. Con un pequeño toque se descargan, y el animal, sin importar lo fuerte que sea, caía muerto.
En, “De la Tierra a la Luna”, Verne imaginó una nave espacial aterrizando en el océano y flotando. Como lo han hecho muchas naves espaciales en los años posteriores a Verne, a lo largo de los años.
Todo esto parece increíble, pero es cierto. En 1863, Julio Verne escribió la novela, “París en el siglo XX”, acerca de un joven que vive en un mundo donde hay rascacielos de vidrio, trenes de alta velocidad, autos a gas, calculadoras y una red mundial de comunicaciones. Verne habla de algo parecido a un telégrafo mundial, que si lo extrapolamos a la actualidad podría parecerse a Internet. La novela tenía un tono pesimista, por lo que Pierre Jules-Hetzel, el editor de sus escritos, rechazó publicarla. El manuscrito quedó guardado hasta que fue encontrado por su bisnieto en 1989 y se publicó finalmente en 1994.
Así demuestra ampliamente que Verne fue un curioso y conocedor de la ciencia. Aunque también existe la creencia de que formó parte de una milenaria sociedad secreta (la masonería) y tuvo acceso a datos que muy pocos hombres conocían. Su atracción hacia la criptografía quedó plasmada en muchas de sus obras y hay quien encuentra un mundo oculto y esotérico incluso en los nombres de sus personajes.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut