decidió no ir a la reunión, pautada para el lunes próximo, en el que se encontraría con su par de Brasil; la polémica por los refugiados bolsonaristas, en el centro del conflicto
Luego de que sus voceros confirmaran una y otra vez, en público y en privado, su asistencia, el presidente Javier Milei decidió no participar de la cumbre de presidentes del Mercosur, la primera de su mandato, a llevarse a cabo en Asunción del Paraguay, el próximo lunes 8.
Fuentes oficiales confirmaron a LA NACION que Milei no estará en Asunción, y sí la canciller Diana Mondino, que un día antes, según el cronograma previsto, tiene previsto reunirse con sus pares de Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Los recientes cruces con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien afirmó que debería recibir de su par argentino una disculpa por decir “bobadas” sobre él, fueron fundamentales en la decisión, afirmaron las fuentes oficiales. Milei, que dejó en claro que no pediría disculpas por “decir la verdad” (llamó corrupto y comunista a Lula), decidió no concurrir.
La situación de los más de cien bolsonaristas participantes de esas tomas violentas de edificios que se cree fugaron hacia Argentina, sesenta de ellos reconocidos por el Gobierno, y la mayoría de ellos con condena judicial, sigue agrietando el ya de por sí complicado vínculo personal entre Lula y el presidente Javier Milei, a días del encuentro de presidentes del Mercosur, que finalmente no será sede del esperado primer encuentro. Un vínculo personal que, a contramano de la cordialidad que se refleja en encuentros a nivel cancilleres, volvió esta semana a tensarse con nuevas declaraciones, de uno y otro lado de la frontera, cargadas de enojo, con algún insulto apenas encubierto, sin chance de reconciliación a la vista.
Diez días atrás, la Cancillería envió a Itamaraty un listado de sesenta participantes de la toma de edificios que están en el país, varios de los cuales ya habrían solicitado asilo en la Comisión Nacional de Refugiados (Conare), que depende hoy de la jefatura de gabinete. Esa información-confidencial según contestan desde ambas cancillerías-recorrerá un camino que irá desde el Supremo Tribunal, el Ministerio de Justicia, y otra vez hacia Itamaraty, desde dónde saldrán los pedidos de extradición.
La satisfacción trocaría en enojo del lado brasileño si Argentina, efectivamente, concediera status de refugiados a varios de los prófugos. “Allí comenzaría a aparecer un problema mayor”, comentaron fuentes diplomáticas de Brasil, sin querer ahondar en el tema, pero con atención en las novedades que puedan surgir, a uno u otro lado de la frontera.
Cuando parecía que el vínculo entraba en una etapa de frialdad a nivel presidentes y progreso en todos los demás ámbitos (voto argentino por Brasil en Interpol, ayuda de Brasil en la provisión de gas), Lula volvió a mostrar que su enojo con Milei por acusarlo de “corrupto” y “comunista”, durante la campaña electoral, no son cosa del pasado.
“No hablé con el presidente de Argentina porque creo que tiene que pedir disculpas a Brasil y a mí. Dijo muchas tonterías”, enfatizó Lula en una entrevista televisiva. Consultado por LA NACION minutos después durante su conferencia de prensa, Adorni fue cauto, aunque dejó en claro que Milei no pediría disculpas, al afirmar que “el Presidente no ha hecho nada de lo que tenga que arrepentirse”.
Y así ocurrió. En una aparición televisiva, Milei aludió a Lula como un “zurdito con el ego inflado” e insistió: “Las cosas que yo dije encima son ciertas. ¿Cuáles son los problemas, que le dije corrupto? ¿Acaso no fue preso por corrupto? ¿Que le dije comunista? ¿Acaso no es comunista? ¿Desde cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad?”, se preguntó el primer mandatario argentino, sin espacio para retractarse, y a pesar de que, según comentaron cerca suyo, su idea es no tensar más la cuerda.
Expectativa
Hasta hace horas, tanto desde la Casa Rosada como desde Itamaraty daban por confirmado que ambos participarían del plenario de presidentes, a desarrollarse en el puerto de la capital paraguaya, en el que estarán también Luis Lacalle Pou (Uruguay), Santiago Peña (Paraguay) y Luis Arce (Bolivia), aunque este último atraviesa desde la frustrada intentona de golpe una crisis política y económica de desarrollo impredecible. Salvo con Peña, a quien recibió en febrero, Milei no ha tenido conversaciones mano a mano con sus socios de un Mercosur que, de la mano del presidente uruguayo en los últimos encuentros, ya venía con discusiones y planteos internos que reflejaban disenso y falta de un horizonte común. Un día antes de la reunión de los presidentes, los cancilleres de los países miembros intentarán arribar a acuerdos que permitan una declaración conjunta, que ahora con Milei ausente será aún más difícil.
“Los ojos van a estar puestos en si se saludan o no, pero ambos son adultos, van a manejar las cosas de modo diplomático. Igual sería raro que se abracen”, ironizaban fuentes diplomáticas de Brasil en torno al inminente encuentro, y antes de conocer la novedad que salió de la Casa Rosada. Pasaron casi siete meses de distancia y un saludo frío y protocolar, sin registro fotográfico, hace dos semanas en la cumbre del G7, en Bari, Italia. Reconciliado con el Papa Francisco y con distintas señales positivas hacia el presidente chino Xi Jinping, Milei aún se resiste a comenzar a reparar el vínculo con el presidente brasileño.