El “Concierto de Aranjuez” fue escrito a principios de 1939 en París, es una pieza musical para guitarra y orquesta del compositor español Joaquín Rodrigo. Lejos del ambiente tenso de España por las últimas etapas de la Guerra Civil y cerca de la agitación europea antes de la Segunda Guerra Mundial.
La orquestación es única: rara vez el sonido de la guitarra se confronta con toda una orquesta. Sin embargo, la guitarra nunca queda diluida en este concierto, sino que el solo del instrumento destaca en todo momento.
El Concierto de Aranjuez fue escrito en París, para reflejar a los jardines del Palacio Real de Aranjuez, la residencia primaveral del rey Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI, reconstruido por Fernando VI a mediados del siglo XVIII.
La obra intenta transmitir los sonidos de la naturaleza de otro lugar y de otro tiempo. Las notas melancólicas de algunos movimientos evocan, según algunos escritores y poetas, la última vez en la que Boabdil vio a su amada Alhambra antes de irse a Marruecos. Otros autores hacen referencia a las tristes y hermosas notas como recordatorio de los trágicos sucesos de la guerra civil española.
Según el compositor, el primer movimiento está “animado por un espíritu rítmico y un vigor sin ninguno de los dos temas… interrumpiendo su implacable ritmo”. El 2.º movimiento “representa un diálogo entre la guitarra y los instrumentos de solo”), mientras que el último movimiento “recuerda un baile formal en el que la combinación de un ritmo doble y triple mantiene un tempo tenso próximo a la barra próxima”. Describe el concierto el músico como la captura de “la fragancia de magnolias, el canto de los pájaros y el chorro de las fuentes” de los jardines de Aranjuez.
Por lo que contó su autor, el origen de la obra fue el siguiente: Él y su esposa desde 1933, la pianista turca Victoria Kamhi, pasaron su luna de miel en Aranjuez, donde los olores y los sonidos del agua estimularon los sentidos de Joaquín prácticamente ciego desde los tres años debido a la difteria. y de ahí el nombre del concierto. Un tiempo después se fueron a Alemania. Allí esperaban tener a su primer hijo. El niño nació muerto, y Victoria estuvo a punto de morir.
En el segundo movimiento, Joaquín cuestiona a Dios por el aborto espontáneo que ha tenido su esposa, y pide que ella viva. Lo expresa mediante el pulso de la guitarra (al comienzo del segundo movimiento), que representa un corazón latiendo. El movimiento tiene pena, rabia y desesperanza. Al final, en el clímax de la guitarra y la orquesta, el autor “oye a Dios” y por fin se produce la aceptación del hecho y la paz del autor.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica
Puerto Madryn – Chubut.