A todas estas consecuencias negativas y relevantes, se suman datos que también afectan a la atención sanitaria en general, porque la desnutrición duplica los días de hospitalización de un paciente. Esta situación se asocia a un aumento de las complicaciones y, con ello, a un incremento de los costes sanitarios de en torno al 20%.
La desnutrición relacionada con la enfermedad está presente en todos los ámbitos: domiciliario, hospitalario e institucional (por ejemplo, en las residencias), y también en pacientes con patologías crónicas. El cáncer, la enfermedad renal crónica avanzada, enfermedades neurodegenerativas, como la demencia, la ELA o la esclerosis múltiple, así como algunas enfermedades digestivas (como la enfermedad inflamatoria intestinal o la pancreatitis) pueden presentar una desnutrición relacionada con la enfermedad.
Estas enfermedades, la cirugía, o algunos tratamientos farmacológicos pueden aumentar las necesidades nutricionales de nuestro organismo, provocando, en paralelo, una dificultad en el aporte de nutrientes, disminuyendo la ingesta, dificultando el proceso de digestión y absorción, o incrementando las pérdidas.
Todos estos efectos negativos hacen que las actuaciones de soporte nutricional en el sistema sanitario sean cruciales, si bien el manejo nutricional se enfrenta, con carácter general, a varios retos estructurales sobre los que es importante avanzar. Particularmente, destacan:
- Incrementar la detección de la desnutrición en todos los niveles asistenciales: la identificación adecuada de pacientes que necesitan soporte nutricional puede ser un desafío y, a menudo, es un factor puede pasar inadvertido o subestimarse, lo que lleva a una intervención inadecuada o tardía.
- Un mayor acceso a recursos y equipos: en algunos entornos de atención sanitaria, puede haber limitaciones en términos de acceso a equipos y suministros necesarios para la administración del soporte nutricional (nutrilineas, jeringas de alimentación, bombas peristálticas, etc.).
- Continuar la mejora en la formación de los profesionales sanitarios: se requiere personal formado y con experiencia para realizar una adecuada valoración nutricional de los pacientes, educar al paciente y sus cuidadores en el manejo del soporte nutricional en el ámbito domiciliario de forma eficaz y segura y monitorizar su evolución clínica.
- Avanzar en la coordinación interdisciplinar: el manejo óptimo del soporte nutricional requiere una colaboración estrecha entre diversos profesionales de la salud, incluyendo médicos, dietistas-nutricionistas, enfermeras y farmacéuticos.
- Financiación: el soporte nutricional artificial está financiado por el Sistema Nacional de Salud (SNS) en situaciones clínicas concretas. Ahora bien, tanto por los beneficios que genera para el paciente, como para la gestión de los servicios sanitarios, resulta un tratamiento coste-eficaz en el manejo integral del paciente y su enfermedad.
Abordar estos retos requiere un enfoque integral que incluya formación, recursos adecuados y una coordinación efectiva entre los profesionales de la salud involucrados en la atención del paciente.
Fuente:https://www.elmundo.es/uestudio/2024/05/16/6645a9f6fdddff71848b458d.html