La lápida de Borges en Ginebra fue intrigante desde siempre. Borges murió en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986, y fue enterrado en el cementerio de Plainpalais, en esa ciudad. Es un lugar muy pacífico, agradable, con árboles. Creo que fue recién en 1996 que empezaron a circular las primeras fotos de la lápida en los diarios, por el décimo aniversario de la muerte de Borges. Y en todos lados se decía que era integrante. Lo más importante fue leer a muchos estudiosos de su obra, vincular esos elementos con la genealogía y la vida de Borges y el uso que él hacía de esos elementos en ella.
Aparentemente esto fue un proceso muy gradual, que duró décadas. Primero hay que entender en qué idioma estaban los textos, luego, de donde procedía cada símbolo tallado en la piedra. Y con esto, de tratarse de otro objeto, se hubiera terminado quizá el análisis. Pero en este caso hubo además otra larga etapa, la más importante, que consistió en vincular esos elementos con la vida, la genealogía, la historia personal de Borges y –sobre todo- con el uso que él hacía de estos elementos en sus obras.
Una indagación muy borgeana…sin duda, (estimo que él lo está gozando) y un proceso gradual en que los conceptos fueron acumulándose a medida que se investigaba otras facetas de la obra y la personalidad de Borges. Fue decantando a lo largo de muchos años. Finalmente, toda esta investigación culminó en un libro que trata exclusivamente sobre la lápida: “Siete Guerreros Nortumbrios” de Martin Hadis. Que cuenta que cuando les presento el libro a sus editores, se sorprendieron. ¿Un libro sobre una lápida? preguntaron.
Cabía preguntar cuáles son esos enigmas de la lápida. Porque es una lápida aparentemente simple. Pero esa simpleza es la punta del ovillo, ya que lleva a una red de significados e ideas. En el frente, tiene tallada la imagen de siete guerreros que blanden sus armas. Y, debajo, una frase en inglés antiguo que pertenece a un viejo poema que conmemora la batalla de Maldon, ocurrida en el año 991, en el que un ejército sajón debió enfrentar a una horda de vikingos. La frase es AND NE FORTHEDON NA, «y que no temieran», fue parte de la arenga que el líder sajón da a sus hombres antes de la batalla: les dice que no teman ante la muerte, y que tengan coraje.
Morir sin temor era una sus grandes ambiciones y un tema recurrente, el coraje…
Por eso Borges, curiosamente, sintió la nostalgia del destino épico de sus antepasados criollos militares. En un poema, lamenta: «No haber caído, /como otros de mi sangre». Y en una conferencia recuerda que su padre y su abuela inglesa «murieron ciegos; ciegos, sonrientes y valerosos, como yo también espero morir». Y luego agrega: «Se heredan muchas cosas (la ceguera, por ejemplo) pero no se hereda el valor. Sé que fueron valientes». Y esa es la clave para comprender este diseño. En la batalla de Maldon, un grupo de sajones, sintiéndose ya vencidos, deciden arremeter de todas maneras contra los vikingos, aun sabiendo que no pueden ganar, que los espera la muerte. Deciden luchar hasta el final, sin miedo. Esto remite a la muerte del abuelo paterno de Borges: el coronel Francisco Borges, quien murió heroicamente en la batalla de La Verde, buscando también la muerte para demostrar su honor. Y esa era una de las grandes ambiciones de Borges: morir sin temor.
Es decir que hubo un diseño intencionado de su lápida como no podía ser de otra manera. Saben sus seguidores que Borges recitaba y tenía en mente este poema hacia el final de su vida. Por eso se dice que esta lápida es paradójicamente muy criolla, muy argentina, pero de una manera indirecta. Recordemos que el tenía dos mandatos ancestrales: el primero, su destino literario, heredado de sus antepasados británicos, los Haslam, unos ingleses a la vez eruditos y excéntricos. El segundo mandato, más asociado con su lado criollo, era el de tener el mismo coraje que sus ancestros criollos y militares. Estos dos mandatos formaron un contraste toda su vida y fueron uno de los motores que lo impulsaron a escribir. Y la lápida de Borges constituye una síntesis de esos dos impulsos: lo criollo representado a través de lo sajón
Hay un cruce de significados. Es una referencia indirecta. Los dibujos y textos de la lápida remiten, a través de un combate sajón y medieval, a los antepasados criollos de Borges, a los compadritos y cuchilleros del barrio de Palermo, a Evaristo Carriego, y a la «secta del cuchillo y el coraje» que fueron tan significativos en su obra. Lo nórdico y lo sajón están directamente emparentados en la obra de Borges con la Argentina. Por eso todo el conjunto es tan apropiado.
María Kodama, fue quien le encargó la talla al escultor argentino Eduardo Longato realizada en piedra gris de Punilla. Al plasmar la batalla de Maldon en piedra, entonces, la lápida alude a sus anhelos y sus temores, y a líneas fundamentales de su creación literaria.
Y en el reverso tiene tallada una frase: «Hann tekr sverðit Gram ok leggr í meðal þeira bert», que proviene de la Völsunga saga, una serie de relatos que fue escrita en el siglo XIII y significa: «Él toma la espada Gram y la coloca entre ellos desenvainada». Este es a su vez el epígrafe de un cuento de Borges, «Ulrica». Es una referencia al amor. Y debajo hay una talla de un barco que, fue –muy acertadamente- tomado de una piedra vikinga. Ese barco simboliza la eternidad y el viaje final del hombre.
El escritor dice sentirse realizado ante este desciframiento. Cree que pudo entender mejor a Borges. La lápida, como ha dicho, representa los núcleos de su creación literaria. Tuvo una confirmación cuando, después de publicar “Siete Guerreros Nortumbrios”, leyo el siguiente texto de la escritora y periodista Estela Canto (la mujer que enamoro a Borges, pero rechazo casarse con el):
“La herencia manifiesta en Borges era conspicua: su abuela paterna inglesa y su madre. Su abuela inglesa era el mundo; su madre, la voluntad de arraigarse, de ser argentino, ante todo. Las dos tendencias estuvieron siempre contrapuestas en él. Y es probable que los entreveros de los anglosajones del siglo X y las riñas de maleantes criollos lo hayan llevado al intento de unificar en un símbolo las dos vertientes más marcadas de su ser”.
Magníficamente unificación, realizada de una manera sutil, indirecta. Como decía el mismo Borges en Otras inquisiciones: «Ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder […] esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético».
Y esto es, muy apropiado.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.