Tomás Cuesta
Los éxitos económicos de Milei; sus riesgos; la defensa de la Universidad pública; posible pacto con el massismo en la Aduana; defensa abierta del kirchnerismo para el juez Lijo
Anoche vimos al presidente de la Nación, Javier Milei, escoltado por las cuatro figuras más importantes del equipo económico: Luis Caputo, ministro de Economía; su mano derecha, Pablo Quirno; Santiago Bausili, presidente del Banco Central, y su vicepresidente Vladimir Werning. Fue una especie de canto a sí mismo, o autocelebración del Gobierno, muy entusiasta con el logro de algunos objetivos importantes. Milei festeja con una palabra que podría sintetizar todo el tono del discurso: “Hazaña”. Habla de récords que él ve como triunfales a nivel de la historia universal y pone especial énfasis en un dato: el superávit financiero. Es, según el Gobierno, de dos décimas del producto. Y refleja un superávit fiscal de cuatro décimas. Para el Gobierno, este objetivo es la clave de esa “hazaña”, que el presidente explica en términos políticos -y no solo económicos- como una gran derrota de la clase política.
La Argentina está arriba de todo y eso le impone un clima a la visión de los mercados sobre el país y la marcha del Gobierno. Primero porque se ve una caída de la inflación muy acelerada. La consultora Equilibra, de Diego Bossio y Martín Rapetti, publicó un informe en el que esos economistas confiesan que el Gobierno los sorprendió, porque obtuvo una caída de la inflación más rápido de lo que ellos pensaban. Es cierto que en esta caída de la inflación hay una especie de distorsión. El mismo Gobierno que logra hacer caer la inflación alimentó una ola inflacionaria desatada, sobre todo, por la delirante emisión monetaria de la gestión de Sergio Massa. ¿Cómo? Al decir, como aseguraba Milei antes de llegar al poder, que iba a producirse una hiperinflación que podría llegar a más de 11.000% al año, 1,5% al día. Al hacer ese pronóstico, todos los actores se cubrían todavía más para esa inflación que el mismo Gobierno decía que estaría en ese nivel. Hablaba además de dolarización, de que el peso era excremento. Con lo cual, la gente tendía a desprenderse de los pesos y eso aceleraba todavía más una carrera de los precios originada por la pésima gestión del gobierno anterior. No hay que olvidarse tampoco de la devaluación, que de por sí es inflacionaria. Por ende, de ese nivel de inflación tan alto que el propio Gobierno colabora en provocar, que llegó al 25% en noviembre, se cae a una inflación mucho más razonable y muy rápidamente. El Gobierno, obviamente, relaciona esto con la reducción del déficit y, por lo tanto, con la suspensión de la emisión monetaria para financiar ese déficit. Y tiene razón. Sostiene, como el Presidente lo hizo anoche: “Este es un gran logro”. Y lo es. Y se nota también en esa captura de pantalla de la reunión que llevó a cabo J.P. Morgan.
Ahora, ¿cuáles son los movimientos de la economía que está apreciando tanto el mercado? Uno es la caída del riesgo país. Equilibra muestra una mejora en el precio de los bonos desde el 17 de noviembre de 2023 hasta el 9 de abril pasado y gráfica una caída de 49% del riesgo. Es un dato muy relevante. De 2240 en noviembre, pasó a ser de 1220 en abril. Casi la mitad.
Se corresponde con la recomposición de reservas del Banco Central. Desde el piso de diciembre, con reservas negativas por 11.800 millones de dólares, se pasó en abril a reservas negativas por 2613 millones de dólares. Esto demuestra que la economía argentina está recuperando capacidad para poder pagar los títulos. Y, por lo tanto, el mercado festeja. El Gobierno recupera capacidad fiscal, el Banco Central recupera capacidad financiera, y el mercado celebra que los activos financieros van a ser honrados, frente a un país que tenía la perspectiva de un default.
Rubén Darío escribió un poema, que sirvió después para titular varios artículos, desde Tulio Halperín Donghi a Alfonso Prat-Gay: “Canción de otoño en primavera”. ¿Cuál es el significado detrás de ese título? Formular previsiones a las crisis. Alguien que experimenta la euforia de la primavera observa que puede haber rasgos de un otoño, síntomas de que las cosas no funcionan tan bien o no son tan consistentes como las percibimos en este momento del entusiasmo. Ha habido muchas expresiones en este sentido. Probablemente la más temperamental y drástica fue la entrevista que le hicieron Esteban Lafuente y Matías Moreno a Carlos Rodríguez, un economista ultraliberal, de la escuela de Chicago, y que publicó ayer LA NACION.
¿Qué señalan los que dicen que hay que tener cuidado con que detrás de la primavera se puede amenazar un otoño? Se preguntan en primer lugar cuál es la consistencia que tiene este superávit fiscal del que habló Milei. Los optimistas, quienes están entusiasmados con el futuro, coinciden en que hay bastante consistencia ya que va a ser muy difícil que el Gobierno en poco tiempo pueda volver a gastar en obra pública. Es un gasto fácil de suspender. Ha habido un recorte en los programas sociales intermediados por organizaciones sociales que significa un recorte real del gasto. Y la licuación de las jubilaciones promete un equilibrio en el sistema previsional por un tiempo bastante aceptable. Es decir, hay recortes que ha hecho el Gobierno que permiten pensar que esta situación fiscal -más saludable, consistente y menos desequilibrada- se puede prolongar en el tiempo.
Están también los que dicen “no”, y hay que escucharlos. Entre ellos, Rodríguez, que sentenciaba ayer: “Este es un ajuste hecho a los hachazos, insostenible”. Repite lo que otro economista ortodoxo, Miguel Ángel Broda, señaló hace tres semanas: “Este ajuste es inconsistente e insostenible porque es muy tosco”. Consiste en cortar todo, sentarse sobre la caja y eso se vuelve después insostenible para el funcionamiento del Estado.
Un ejemplo particular de este problema. Este lunes hubo un pronunciamiento de una cantidad muy numerosa de profesores de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires planteando esa cuestión. ¿En las universidades hay que repensar el tema del financiamiento? Por supuesto. ¿Hay gastos aberrantes y corrupción? Por supuesto. Pero, ¿se puede cortar el gasto de un día para el otro? ¿Se puede seguir administrando la universidad con el presupuesto del año pasado y estos niveles de inflación? Esos profesores dicen “no”. Y son todos bastante liberales. Están por una reforma de la universidad pero advierten que las cosas así no funcionan. Y empiezan a sospechar si detrás de esa estrategia fiscal no hay un prejuicio ideológico en contra de la universidad pública.
Este lunes ha habido también una entrevista que le hicieron en su propio canal de televisión a Daniel Vila, uno de los dueños de Edenor. Planteó la inconsistencia del todo el tema del financiamiento de la energía eléctrica y explicó un enorme desbarajuste. Consiste en que el atraso tarifario para la distribución hace que muchas distribuidoras no le paguen al que vende la energía eléctrica, que es Cammesa, una empresa controlada por el Estado. Y a su vez Cammesa no le paga a los generadores. Y los generadores eléctricos, que están endeudados con bancos y fondos de inversión, empiezan a generar preocupación en esas entidades financieras al especularse con un posible default de la deuda por la falta de pago del Estado. Había ayer, a última hora de la tarde, una versión de que este martes el Tesoro iba a proponer alguna salida para pagarle a los productores de energía eléctrica y que no se produzca un default financiero en todo ese sector. Pero es evidente que parte del superávit del que está mencionando el presidente Javier Milei consiste en no pagar la producción de energía. ¿Cuánto tiempo puede seguirse en esa línea? Muy poco tiempo, sobre todo si no se quiere producir un problema financiero.
La caída de la inflación es objetiva. Pero claro, la contracara de esa caída de la inflación es una caída brutal del nivel de actividad, del dinamismo de la economía. Esto se refleja en las encuestas. La última investigación de Poliarquía, que lideran Alejandro Catterberg y Eduardo Fidanza, observa que empieza a haber un cambio en las prioridades de las preocupaciones del público. Ya no preocupa tanto la marcha de los precios. Preocupa la desaparición del empleo. Ya no preocupa tanto no llegar a fin de mes con el salario. Preocupa no tener salario. Las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, que están muy ajustadas por el aumento de los costos energéticos y con muy pocas ventas, tienen que ajustar la cantidad de personal. Esto amenaza el nivel de empleo. Curiosamente, el Presidente en su discurso -casi nadie lo advirtió en los primeros comentarios- habló de una pobreza del 60%. Los números del Indec hablan del 48%. Quiere decir que él prevé que esta caída en el nivel de actividad puede llevar la pobreza todavía 12 puntos porcentuales más, que dicho sea de paso es lo que él le pronosticó que iba a pasar a Alberto Fernández en aquella entrevista que tuvieron durante la transición de un gobierno a otro.
Este problema de la caída en el nivel de la actividad, que es el lado sombrío de lo que todos celebramos, plantea una pregunta subsiguiente, interrogante que se hacen los economistas de Equilibra, que se hizo el domingo en LA NACION Carlos Rodríguez y que se formuló un par de lunes atrás Marcos Buscaglia: ¿cuál va a ser el motor de la economía que permita la recuperación? ¿Va a haber realmente, como piensa el Gobierno, una V, o estamos en un nivel de estancamiento destinado a prolongarse? Y acá hay dos problemas. Un problema que tiene que ver con cuáles serían las actividades capaces de motorizar esto. ¿Se puede apostar al consumo con este nivel de depresión del salario? ¿Puede ser la locomotora que nos saque de este nivel espantoso de recesión? ¿Y la inversión? ¿Hace falta invertir en un país con un derrumbe en el nivel de actividad que deja ociosa una capacidad instalada muy extensa? ¿Hace falta que las empresas locales o extranjeras vengan a poner plata en un país que está sobreinvertido para el nivel de actividad que tiene? ¿Quién va a comprar una máquina? ¿Quién va a ampliar una planta cuando está produciendo a la mitad o menos de su capacidad? Este es un signo de interrogación importante que pega directamente en la política. ¿Cuándo la sociedad va a ver que se sale de este momento de pesadumbre? El Presidente en su discurso dijo que es el último tramo: “Ya pasamos la mitad del camino, ya viene la recuperación”. ¿Se puede cumplir esta promesa con el mercado de cambio intervenido? ¿Puede haber inversión en un país que no tiene un sistema monetario abierto y claro? ¿Va a haber la suficiente entrada de dólares para que se pueda normalizar el sistema y que el que invierta pueda, por ejemplo, remitir dividendos, y para que se sepa el valor de un variable crucial como es el tipo de cambio? Estas son preguntas que se están haciendo todos los economistas que se interrogan sobre la consistencia de este futuro al que nos convocó el Presidente en su discurso.
Otros dos gráficos nos permiten ver y encarnar en curvas el proceso recesivo. En cuanto a la curva del salario real, dentro de los salarios formales, en blanco, vemos dos fenómenos. Hay una última caída que va desde noviembre a febrero: fue de 19%. En el medio estuvo la inflación del 25% en diciembre con un gobierno que pisó las paritarias y no permite que empresas y sindicatos ajusten el salario positivamente y recuperen lo perdido porque está pensando en la inflación. Hay una licuación importante, diferente a lo que dijo el Presidente sobre que hubo poca licuación. Esta se vuelve más dramática si miramos desde julio de 2023. Ahí la caída es del 28%. Y ni que hablar si vamos a julio de 2015, que es un pico, la caída es del 44%. Es verdad: en 2015 había una cantidad de precios reprimidos, entre ellos el de la energía. Para ver una caída similar a la actual hay que retrotraerse al 2001 y a la gran devaluación de Eduardo Duhalde.
Hace falta enmarcar algunos conceptos, porque tenemos una inflación de entre 10% y 11% y un dólar que se ajusta 2%. La otra preocupación que existe es ¿hasta dónde habrá un atraso cambiario que va a obligar al Gobierno de nuevo a hacer una devaluación como la de diciembre? Entonces la recuperación que promete Milei se postergaría. Más bien habría una regresión si se produce otra devaluación. Estamos mirando una política que presenta dificultades en su funcionamiento macroeconómico. Esto es lo que le reprochan ortodoxos, fiscalistas, como Buscaglia, o Carlos Rodríguez, o Broda: “Esto está hecho a los hachazos y por eso es poco consistente”.
Mientras tanto, en las jubilaciones pasa lo mismo, o incluso algo más dramático. En otro gráfico podemos divisar la gran licuación del Gobierno. Cuando uno mira, en general, en la gran pintura del desequilibrio fiscal hay dos lugares para ajustar: los subsidios a la energía, y el desfasaje del sistema previsional que se lo debemos al kirchnerismo. Sobre todo, desde el año 2006/2007, a Sergio Massa. Un gráfico muestra la jubilación promedio a lo largo de los últimos años. Hubo una caída del 46% desde julio de 2023 hasta febrero de 2024. Y tenemos en la jubilación mínima, más el bono, una caída del 21%. La jubilación media pasó de $340.000 a $222.000. Y la mínima de $260.000 a $204.000. ¿Cuánto tiempo más pueden vivir los jubilados con esta remuneración? ¿O va a haber que recuperarla? Entonces, ¿cómo se ve el gasto de acá a unos meses? De nuevo: ¿qué consistencia tienen los números que estamos celebrando?
Este problema macroeconómico es el gran marco de funcionamiento de una la economía muy disparatada en términos de precios. Hace dos lunes vimos un gráfico de Marina Dal Poggetto sobre cómo se comportaron los distintos sectores de bienes y servicios respecto de la inflación y del dólar. Ahora, en un gráfico de la Fundación Ecosur, que se acaba de inaugurar al amparo de Manuel Tagle y la Bolsa de Comercio de Córdoba, y preside Guido Sandleris, vemos los precios de bienes y servicios argentinos comparados con otros países y el promedio de esos países (Brasil, Chile, México, Perú, Colombia, España, Italia, Estados Unidos y la Argentina). Hay algunos precios nacionales que están por debajo del promedio. Lo que está barato en la Argentina: un almuerzo en un restaurante, el café, la leche, la carne. ¿Qué es lo muy barato? El boleto de transporte, que el Gobierno lo tiene que aumentar y no se anima; los servicios básicos que están aumentando y pueden llegar a incrementos del 500% en el gas, 250% en la electricidad. También la escuela. Pero ¿qué es lo muy caro? Los celulares, es decir, Tierra del Fuego; la indumentaria, que está muy protegida; ambas muy por encima del precio de los países.
A pesar de esto el Gobierno sigue sin hablar de Tierra del Fuego. El sector está hiperprotegido arancelariamente, además de contar con impresionantes beneficios impositivos. Son dos protecciones distintas: desgravación impositiva y un gran cerco arancelario para que otros bienes no vengan a competir con esos celulares y computadoras, que salen carísimos. Milei no solo no habla, sino que lo festeja. El silencio confirma las sospechas de que recibió financiamiento de campaña de esos empresarios protegidos. Sobre todo para el balotaje. Hubo una publicidad de la empresa Philco de Tierra del Fuego, celebrando al Gobierno casi con un anuncio de propaganda política. Quien está detrás de esa publicidad es Rubén Cherñajovsky uno de los líderes del sector, que se beneficia con todo ese sistema. El presidente Milei vio ese aviso en las redes sociales, dijo “qué genial” y lo reposteó en X.
Junto a este problema de desbarajuste de precios apareció el desfasaje de las prepagas donde el Gobierno quedó enredado en su propia maraña. Venimos de un gran atraso del precio de las prepagas que se fue corrigiendo, pero no tanto, durante el gobierno de Alberto Fernández que fijó para siempre el aumento de los aranceles 10% por debajo del salario y la inflación. El Gobierno actual hizo una liberalización total, con la idea de que el mercado se regula solo. Hubo un ajuste muy fuerte por parte de los empresarios de las empresas de financiamiento a la salud, que intentaron no ponerse por encima de la inflación que habían perdido, pero sí recuperarla de un saque. Dicen ellos que le presentaron a la Superintendencia de Salud el aumento que pensaban hacer y que nadie les contestó. Después salió una regulación realizada por Luis Caputo, contra la desregulación del propio Gobierno, en un reconocimiento de que el mercado tan solo no se regula. Detrás de esta pelea, existe la fantasía de que hay una perversión en el sector de las prepagas, que son las nuevas AFJP. Sus directivos presienten que les hacen bullying para tapar otros aumentos, probablemente los de las tarifas energéticas. Además, apareció la estigmatización del que fue el líder hasta ahora de ese sector Claudio Belocopitt, a quien el Gobierno odia de la misma forma que lo odiaba Cristina Kirchner. Ahí hay una especie de convergencia o continuidad. Este gobierno lo odia porque supone que, como fue un hombre muy cercano a Massa, está el excandidato detrás del problema. Creen que él está detrás del aumento de las prepagas para alentar la inflación. Una idea un poco conspiranoica.
Ese odio a Massa es incoherente con otros movimientos del Gobierno. Circula muchísima información, entre gente entendida en el tema, de que hay una pacto entre Massa, o su gente, y el Gobierno de Milei para la administración de la Aduana. Para que sigan prácticas también muy sospechosas allí. Enfocan al extitular de la aduana Guillermo Michel y a Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin” e ideólogo de la imagen y la política de Milei. ¿Hay un acuerdo para ambos conducir la Aduana y eventualmente encontrar una fuente de financiamiento, que Massa encontró tan fácilmente a través del mismo Michel? ¿Cuán cerca está de este posible acuerdo el jefe de la AFI, Silvestre Sívori? A propósito: se supo a través de Laura Serra, de LA NACION, que a la AFI le fueron incrementados en 4000 millones de pesos los fondos reservados. Ahí el Gobierno ha hecho lo que siempre, la casta, más casta que nunca.
Sívori, titular de la AFI, ¿está metido en este acuerdo alrededor de la Aduana? ¿Qué papel juega el senador bonaerense Sergio Vargas? Es el alter ego de Michel, pero senador de un sector disidente de La Libertad Avanza en la provincia. ¿Es verdad que hay directores de la Aduana que están presentando las renuncias por miedo a que se los obligue a prácticas con las que no están del todo de acuerdo? Todo esto circula alrededor de esa caja negra que es hoy la Aduana, tan cercana a los servicios de inteligencia desde la época de Antonio Stiuso.
¿Tiene algo que ver esto con el problema de Tabacalera Sarandí? Esa firma sería importadora de tabaco desde Brasil. Raro, habiendo tabaco nacional. Con este personaje tan oscuro que apareció en escena, que es Pablo Otero, que logró que el Gobierno que había propuesto una reforma impositiva en el sector del tabaco y los cigarrillos, la retire sin que se entienda muy bien por qué. Al principio se le atribuía esto a las artes de Cristian Ritondo, “Pucho”, el titular del Pro en la Cámara Baja. Pero ahora parece que, además de Ritondo y el kirchnerista Carlos Castagnetto, es el Gobierno el que hizo ese acuerdo amparándose en confusas, inverificables causas judiciales que se estarían abriendo en Estados Unidos por manipulaciones de las multinacionales. Es una enorme pregunta. En Paraguay se desató una crisis fenomenal con los Estados Unidos a raíz de movimientos similares por parte del expresidente Horacio Cartes, que es un empresario tabacalero que no puede entrar a Estados Unidos, por el manejo del comercio de cigarrillos. ¿Estamos cerca de esos problemas en la Argentina? ¿Nos alejamos o nos acercamos a esa agenda tan opaca?
Llega la ley de Bases al Congreso y se trataría la semana que viene. Llega con un capítulo que va a ser conflictivo. Los sindicalistas dicen que todo lo que habían hablado con el ministro del Interior y con el Jefe de Gabinete no está en la ley. Más bien está lo contrario. Se reabre una polémica con el sector sindical que va a estar llevando gente a la marcha de los que van a reclamar por la universidad pública.
También canción de otoño en primavera, en un sentido mucho más general. Hay aspectos muy sombríos en lo institucional que llevaron a alguien brillante como Alejandro Borensztein a publicar en Clarín esta columna: “El retorno de los malos”. Allí habla de cómo los gobiernos, aun aquellos más reformistas, y más inspirados por la necesidad de una regeneración, o de una recuperación de la calidad de la vida democrática, se dañan a sí mismos con conductas absolutamente incomprensibles. En el centro de todo esto, la postulación de Ariel Lijo como ministro de la Corte, que sigue produciendo debates y sorpresas.
La primera de estas sorpresas viene de Patricia Bullrich, que se desgañitaba durante la campaña electoral pidiendo un cambio radical. Ahora dice que avala la llegada de Lijo a la Corte por una razón disparatada: “Es muy expeditivo. Le tengo confianza porque hace todo rápido”, señaló Bullrich en diálogo con TN. Justamente Lijo, que está denunciado por el Colegio de Abogados por la demora eterna en el manejo de los expedientes. Hay causas abiertas en el 2006, como la que debería llevar adelante contra los Eskenazi por la apropiación de YPF, y que todavía no tiene novedades. Lijo ha sido denunciado penalmente por no ser expeditivo y porque no se entiende muy bien con qué intención o beneficio tiene causas cajoneadas.
Si uno quisiera buscar un indicador del nivel de calidad institucional que hay hoy en la Argentina, hay otro respaldo a Lijo que es todavía más inquietante que el de Bullrich. Es el de Daniel Angelici, que declaró: “Si fuera senador -tendríamos un binguero en el Senado- aprobaría el nombramiento de Lijo”. ¿Qué piensa Lijo de este tipo de apoyos? ¿Lo ayudan o lo debilitan? Angelici es el está detrás de Martín Ocampo, presidente del radicalismo de la Capital.
No está pasando un gran momento el radicalismo y lo advierten muchos dirigentes radicales. Hubo una carta firmada por un grupo muy prestigiosos de viejos dirigentes, como Elba Roulet, Juan Manuel Casella, Antonio María Hernández, entre otros, diciéndole al partido que esperan que ningún senador del radicalismo apoye lo que es una “nueva captura” del Poder Judicial por los sectores más oscuros de la vida institucional. Martín Lousteau todavía no contestó a esa carta. No sabemos siquiera cómo va a votar en el caso de Lijo. Veremos si levanta apenas la mano, como la levantó con el aumento de la dieta, o si tiene una conducta más nítida, más abierta. De hecho es raro que no hable del tema porque como opositor se la están dejando servida para levantar una bandera.
Es importante lo de Lijo. Porque es imposible que llegue a la Corte si previamente no hay un acuerdo con el kirchnerismo. Es decir, si Cristina Kirchner decide poner los votos de sus senadores a favor. Esto es lo que está viendo mucha gente que le interesa la calidad de la Justicia y la reparación de lo que ha sido el kirchnerismo en su paso por el poder. Que Lijo es la impunidad de la señora de Kirchner. María Eugenia Talerico está liderando, junto a otras personas interesadas en la calidad de la Justicia, una movilización a Tribunales convocada el 6 de mayo a las 18.30 con la consigna “Lijo no”.
La candidatura de Lijo plantea el problema de si va a haber o no sanción para lo que fue la corrupción kirchnerista. Para comprender esto hay que ver lo que pasó en la última sesión del Consejo de la Magistratura, donde se planteó la posibilidad de que finalmente se investigue a Lijo por un pedido que hizo el diputado de la Coalición Cívica Juan Manuel López. El representante máximo del kirchnerismo en el Consejo de la Magistratura que es el doctor Recalde, padre del senador Mariano Recalde, que también es consejero, dijo: “Acá se trata de la imputación de dos jueces Alejo Ramos Padilla y Ariel Lijo. Quiero ser absolutamente claro: me parece que no es oportuno en este momento por principio de primacía de la realidad, cuando el juez Lijo es candidato a integrar a la Corte Suprema es muy difícil mantener la objetividad en el tratamiento de estos temas. Mi planteo es postergar la discusión al respecto”.
No van a investigar a Lijo, justamente porque está compitiendo para la Corte. Al revés de lo que uno debería esperar para evaluar qué calidad tiene como candidato. Es interesante el concepto “principio de la primacía de la realidad”. Pensarán que, probablemente, sea un beneficio tener a Lijo en la Corte cuando tienen problemas tan pesados desde el punto de vista penal y moral.