Sebastían acompañado de Adriana su mamá
Un lugar de Brasil, un trabajo de distribución, miles de kilómetros recorridos, un sueño familiar y muchos otros aspectos confluyen como cascada en lo que hoy es sinónimo de calidad y confiabilidad.
La historia comenzó cuando Adriana y Alejandro decidieron instalarse en San Rafael con la distribución de granito y poco a poco la idea fue mutando en la marmolería.
Sebastían el hijo de ambos se hizo cargo a partir del 2001, y es hoy quien cuenta la historia, lleva adelante la empresa y se ocupa personalmente de cada detalle para que los clientes puedan cumplir con lo que en algún momento soñaron.
Tener hoy a cargo una empresa de estas características no es sencillo, estar en el rubro de la construcción es un desafio todos los días. “Tenemos meses muy buenos y meses muy malos, pero este es un rubro que me gusta mucho. Tiene una veta artística que permite potenciar el lado creativo de manera permanente”.
Año a año la empresa ha ido creciendo, “hemos ido sumando gente que nos acompaña en esta tarea y que son un orgullo, siempre hemos contratado gente jóven, teniendo en cuenta lo que puede significar para alguien tener su primer trabajo en una empresa como la nuestra en la que apostamos por ellos y siempre los estamos incentivando a crecer y a aprender”.
Cuando se piensa en el nombre de la marmolería indefectiblemente se lo asocia con la canción de Roberto Carlos y es que un poco la historia viene por ahí. Cachoeiro significa cascada en Portugués, muchas de las piedras que tiene la marmolería vienen de una zona de Brasil que se llama Cachoeiro de Itapemirim y es justamente además el lugar donde nació el famoso cantante, por eso decidieron ponerle ese nombre.
Sebastián está al frente de la empresa, con las ventajas y desventajas que esto conlleva. Siempre está al tanto de todo lo que sucede y de todo lo que se hace y se decide. Se encarga de charlar con los clientes, tomar las medidas correspondiente en las obras, hablar con los obreros y cuidar al máximo el producto al momento de la instalación, en definitiva es un poco el sello de calidad de la empresa, “me quedo tranquilo sabiendo que todo está como lo pidió el cliente, podemos trabajar con piedras hermosas pero si queda mal colocada o el trabajo no está bien hecho pierde la magia”, analiza.
En la empresa comenzaron comprando 10 placas para poder hacer los trabajos, y con el tiempo han ido creciendo en clientela y en abastecimiento ya que hoy compran equipos completos para poder cumplir con los pedidos.
Instalada en el corazón del barrio San Antonio, la empresa cuenta con el visto bueno de los vecinos. “Tenemos controles de higiene y seguridad de manera permanente en la empresa para cuidar a quienes trabajan aquí y ser respetuosos con los vecinos”. “Trabajamos con discos de corte de alma hueca, así se los llama, que son más caros, pero menos ruidosos”.
“Además trabajamos con agua que almacenamos en un decantador y reutilizamos de manera permanente porque es algo que también nos preocupa y nos ocupa, el cuidado del recurso vital”.
El desafío de llevar una empresa adelante no es muy diferente al que enfrentan día a día quienes construyen y sobre eso Sebastián hace una reflexión, “está muy dificil poder concretar la idea de la casa propia para los chicos jóvenes, en un principio el Procrear fue una muy buena opción, pero hoy se les hace dificl acceder o pagar un préstamo, vemos a muchos chicos que las primeras veces viene en auto y luego vienen en bici o caminando porque venden lo que no tiene para cumplir su con los plazos y concretar su sueño”.
Más allá de la realidad que nos atraviesa a todos Sebastián destaca que “el trabajo es gratificante, sobre todo en los pequeños gestos que muchos de nuestros clientes tiene con nosotros después de instalado aquello que era solo una idea, se le da un valor especial a nuestro trabajo” y concluye “es importante destacar que nosostros siempre le damos un lugar importante a cada proyecto”.