La polémica decisión de los senadores choca con la realidad de la mayoría de los argentinos
El polémico salariazo en el Senado no llegará a la calle, allí donde están los ciudadanos. Los enojos que se multiplicaron en estas horas no son sólo por los elevados sueldos en mano que se lleva la política –superan los $4 millones más alguna sorpresita extra hallada a último momento–, la baja calidad del servicio que prestan los legisladores o por el intento de ocultar la decisión con una maniobra –o pacto– muy torpe.
La irritación se esparce porque los privilegios se mantienen: según varios informes de economistas privados, los salarios de los trabajadores privados registrados caerán este año como consecuencia de la alta inflación. Pero, además, el reacomodamiento de los precios relativos –con valores de bienes y servicios moviéndose muy por arriba del IPC en algunos segmentos y las paritarias “pisadas”– profundizará más de lo previsto la pérdida de capacidad de compra de la clase media. Todo en un contexto que el presidente Javier Milei calificó hoy como “el ajuste más grande de la humanidad”.
Un trabajo elaborado por la consultora Abeceb, que conduce el exministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, estimó que el salario real en el sector privado formal podría caer en promedio 6,1% en 2024. Sin embargo, el mismo trabajo afirmo que el ingreso disponible podría reducirse más del doble producto del “fuerte reacomodamiento” de los precios relativos de las tarifas de gas, luz, agua, transporte público, combustibles y medicamentos.
Abeceb señaló que la inflación interanual en marzo fue de 290%, pero los precios de muchos bienes o servicios claves para la vida cotidiana superaron con creces esta magnitud: electricidad y gas, aumentaron el 300%; bebidas alcohólicas, 302%; alimentos, 306%; azúcar, chocolate y golosinas, 349%; pan y cereales, 352%; combustible y lubricantes, 364%; medicamentos, 379%; transporte público, 385%; aguas minerales, gaseosas y jugos, 386%.
“Un trabajador que en promedio en 2024 va a ganar $1.340.000 y que su salario le creció por debajo de la inflación y le va a caer en términos reales 6,1%, lo que le quede para gastar, después de pagar el alquiler, combustible, transporte, luz, gas (estos componentes que aumentan muy por encima de la inflación) va ser $840.000, lo que implican una caída de 15,5% respecto del ingreso disponible que tenía el año pasado en términos reales”, explicó.
“Jubilaciones y planes sociales, luego del piso de principios de marzo, podrían empatar o registrar una leve recuperación, pero ese segmento pondera en torno al 15 % de la masa salarial total”, agregó.
La mirada de los datos oficiales
Pese a una incipiente recuperación salarial tras el sablazo de diciembre –la devaluación y el sinceramiento de precios– en el marco ahora de una desinflación gradual, la situación del empleo también comienza a hacer ruido. Es que la economía se enfría, por lo menos, para los trabajadores que no dependen de la política, como los senadores.
Según la información procesada del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en enero, el empleo asalariado registrado del sector privado se contrajo un 0,5% con respecto al mes previo. Esto significa que alrededor de 30.000 personas fueron desvinculadas.
“Con este último resultado, se verifica el quinto mes de caída del empleo asalariado registrado privado. La magnitud de la caída resulta relevante si se tiene en cuenta que hay que retrotraerse a septiembre de 2019 para encontrar una contracción similar, sin considerar los dos primeros meses del período de la pandemia de Covid-19″, escribieron los técnicos de la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
Según Sudamericana Visión, la consultora del ex ministro Martín Guzmán, entre agosto y enero se perdieron más de 70.000 puestos de empleo formal privado.
Los mismos analistas indicaron que, tras la caída real de 11% de los salarios del empleo privado registrado de diciembre, la más importante en más de 30 años, el salario promedio real presenta una incipiente tendencia creciente en los dos primeros meses del año.
Esto, indicaron, permitió recuperar una parte “relevante” de la capacidad de compra perdida. “Entre los principales factores que explican esta recuperación de los salarios reales se encuentran: la desaceleración del aumento del IPC en enero y febrero, y la dinámica de la negociación colectiva que adaptó rápidamente las demandas salariales al nuevo escenario inflacionario”, dijeron.
Sin embargo, en entrañas de las grandes empresas no son tan optimistas y creen que los aumentos de sueldo de su personal estarán al filo con la inflación, o sea, con el promedio general de los aumentos más allá de que otros servicios y bienes de la clase media aumenten más.
La última encuesta –de marzo– de SEL Consultores entre 124 grandes empresas de distintos rubros estimó que las firmas esperan una inflación de 195%. Los aumentos previstos para el personal dentro de convenio es de 190% promedio. Para los fuera de convenio, de 195%. Hasta ahora las alzas otorgadas en promedio llegan al 52%. Los incrementos, creen en los departamentos de Recursos Humanos, se dividirán en múltiples cuotas (el 70% lo otorgará en seis veces o más).
Sin embargo, quizás el verdadero ajuste venga ahora por la cantidad más allá del precio: el 16% de las grandes compañías consultadas esperan bajas durante este año, mayormente entre operarios y tercerizados. Es un destino al que le escapan los senadores.