San Rafael, Mendoza 21 de septiembre de 2024

Gracias por el Prado! -Por:.Beatriz Genchi

Ya pasaron 200 años desde que el Museo del Prado en Madrid abriera sus puertas por primera vez. Fue el 19 de noviembre de 1819 y lo hizo como museo con fondos procedentes de las colecciones de pintura y escultura reunidas por los reyes de España durante más de tres siglos.

Muchos atribuyen este mérito a Fernando VII, pero cabe destacar que quien verdaderamente tuvo la idea fue su mujer, María Isabel de Braganza. Algo que reivindica Nieves Concostrina en su libro “La historia en apuros”. Donde la escritora y periodista lamenta que la gente no conozca su figura de principal impulsora, pues «fue ella quien cambió el destino inicial de Gabinete de Ciencias Naturales a Real Museo de Pintura y Escultura».

Nunca llegó a verlo. Poco antes de su inauguración, dio a luz a una niña y fallecieron ambas. Ella tenía solo 21 años. Para cuando se abrieron las puertas del museo, Fernando VII ya se había casado con su tercera esposa y se llevaba el mérito de la creación de la pinacoteca.

Con todo, «siempre reconoció el trabajo de la que fue su segunda esposa», asegura Carlos G. Navarro, conservador del siglo XIX del museo. «Él puso dinero para que el museo fuera una realidad, pero nunca ocultó que Isabel también puso de su bolsillo la misma cantidad. Algo que le da pleno derecho como fundadora».

El museo abrió con solo 311 obras. No obstante, Isabel consiguió que entre ellas estuvieran algunas de las más importantes y representativas de la pintura española, como “Las Meninas”, de Velázquez o “La familia del Pajarito”, de Murillo.

La idea del proyecto se la dio Francisco de Goya después de que la reina visitara el monasterio de El Escorial. De allí salió preocupada al cerciorarse de que había un gran número de obras descuidadas desde la guerra de la Independencia. Decidió sacarlas de allí para exponerlas en el palacio real de Riofrío, en Segovia. Finalmente, la idea no prosperó y repararon el palacio del Prado para hacer realidad allí la pinacoteca.

Si visitan el lugar, en la sala 39 podrán ver un óleo gigantesco que cuelga desde hace al menos medio siglo. Lo pintó Bernardo López Piquer en 1829 diez años después de la muerte de la reina y lo bautizó como «María Isabel de Braganza como fundadora del museo del Prado». Pese a la evidencia de su título, son muchos los visitantes que siguen sin ser conscientes de que, sin ella, todas esas creaciones que tanto admiran no estarían ahí.

En el retrato mencionado la reina va peinada según la moda imperio y viste un traje de terciopelo rojo bordado en oro con motivos florales. Ostenta el lazo de la Orden de la Cruz Estrellada (austriaca), las bandas de las órdenes de María Luisa (española), la de Santa Isabel (portuguesa) y la banda roja y la placa de la Orden (de Santa Catalina, concedida por la Emperatriz viuda de Rusia, Maria Fiodorovna, según se relatada en la Gaceta de Madrid del 26 de julio de 1817. A la derecha aparecen los escudos de las dos familias reales, con corona y toisón de oro, y bordadas en el respaldo de la silla, las iniciales de la reina, IB.

Es destacable la particular iconografía del retrato, con la reina representada como fundadora del Real Museo de Pintura y Escultura. El edificio se ve por la ventana en una perspectiva desde el noroeste, con el aspecto que tuvo cuando se inauguró en 1819. Isabel de Braganza era aficionada a las bellas artes, practicaba la pintura, era académica de honor y consiliaria de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y mantuvo un gran interés en el proyecto de convertir el edificio de Juan de Villanueva, destinado en origen a albergar solo un Gabinete de Ciencias Naturales, en museo de arte. Pedro de Madrazo, en el catálogo de los cuadros del Real Museo de 1854, llega a decir que fue la reina quien sugirió la idea [al rey], por escitacion [sic] de algunos personajes aficionado a las nobles artes, y el Rey la acogió con verdadero entusiasmo. Con su mano izquierda señala unos planos extendidos sobre el velador de leones alados. El boceto previo al óleo, realizado por Bernardo López (del que conocemos una repetición autógrafa en acuarela firmada y fechada por el pintor en 1828, que fue expuesta en la Galería Guillermo de Osma, Madrid, en 1997), presenta unas interesantes diferencias con el cuadro final: en los folios sobre la mesa se muestran diversas plantas del edificio, mientras que aquí lo que está representado son alzados de las salas con la colocación de los cuadros. Seguramente hay que interpretar este detalle como testimonio de un interés bastante más que superficial de la reina por la museología del Prado. En este espléndido retrato neoclásico, que conserva su marco original, tallado y dorado. Sensible en la interpretación del personaje y su especial papel cultural, cuidadoso en la organización de la composición y en la representación de los objetos y texturas, Bernardo nos ha dejado una imagen emblemática para la historia de nuestro Museo.

Navarro, por su parte, recuerda que en su día la sala donde se encuentran “Las Meninas” también llevaba su nombre, pero, con el paso de los años, las estancias acabaron cambiando nombres por números.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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