Muchos pacientes viven con el sentido del olfato alterado por culpa del coronavirus. Más allá del entrenamiento del mismo para recuperar la normalidad, se ensaya una nueva terapia inyectable
La parosmia post-covid es un trastorno frecuente al que no se suele dar la relevancia que merece. Aparece cuando en algunas personas determinados olores que se consideran normales pasan a oler o saber de forma desagradable. Por ejemplo, para alguien con parosmia puede que el café o la fruta huelan a basura, huevos podridos o amoniaco.
Por si esto fuera poco tenemos la fantosmia. Consiste en que las personas detectan olores desagradables que no se encuentran en su entorno. Es decir: «olores fantasma».
EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO, ¿POR QUÉ EL COVID AFECTA AL OLFATO?
El covid afecta al olfato porque el SARS-CoV-2, como otros virus respiratorios, puede alterar el nervio olfatorio que está en contacto directo con las vías respiratorias altas (nariz y garganta). Al igual que con una gripe o un resfriado también se pierde temporalmente el olfato y la comida «no nos sabe a nada», en el caso del covid esto se puede alargar en el tiempo.
¿CUÁL ES EL TRATAMIENTO TRADICIONAL PARA LA PAROSMIA O FANTOSMIA?
Desde el año 2009 los otorrinolaringólogos emplean una técnica de entrenamiento olfatorio en el que el paciente se expone a cuatro tipos de aromas diferentes: floral, limón, eucalipto y clavo. Al inhalarlos se entrena la capacidad del cerebro para identificar y recordar los olores, y en algunos casos esto ayuda a regenerar las células olfativas dañadas. La teoría suena bien, el problema es que esta técnica no funciona en todas las personas.
¿EN QUÉ CONSISTE ESTA NUEVA TERAPIA PARA RECUPERAR EL OLFATO?
Por explicarlo de manera sencilla: el objetivo es actuar sobre unos ganglios (ganglios estrellados) que forman parte del sistema nervioso autónomo. Estos nervios están dispuestos a cada lado del cuello y se encargan de transmitir algunas señales a la cabeza, el cuello, los brazos y parte de la parte superior del pecho.
En este estudio se administró una inyección anestésica directamente en el ganglio estrellado de un lado del cuello. Como ventaja, hablamos de un procedimiento corto (menos de diez minutos), mínimamente invasivo y que no necesita sedación ni analgesia intravenosa.
¿CUÁNDO ESTARÁ DISPONIBLE?
Por ahora hablamos de un estudio muy pequeño que se ha realizado en unas 50 personas. La buena noticia es que esta técnica tampoco ha nacido ayer y ya se ha utilizado con éxito para tratar cefaleas en racimos, síndromes de Raynaud y Meniere, angina y arritmia cardíaca. Es decir, estamos hablando de encontrar una aplicación más a una técnica que ya existe. Ojalá pronto pueda mejorar la calidad de vida de muchas personas a las que el covid robó (o alteró) el olfato.
Fuente;https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2024/02/04/65bcc0d9e85ece5a5b8b45b5.html
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