San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

Bodega Tornaghi: cinco generaciones de trabajo por el crecimiento de San Rafael

De la mano del departamento de San Rafael, la bodega Tornaghi –hoy dirigida por Hugo Tornaghi– es todo un emblema de trabajo y de eficiencia, encontrándose a niveles de alta calidad gracias al trabajo de cinco generaciones que pusieron lo mejor de sí, desde 1893 a la actualidad y por supuesto, con ánimos de seguir creciendo.

Proveniente junto a otros inmigrantes de Cologno Monzese, una región de Lombardía en Italia, Don César Tornaghi fue un pionero de la vitivinicultura en San Rafael y fundador de la empresa, que nació en una tierra prácticamente despoblada. Los años pasaron, nuestro departamento avanzó junto a aquellos trabajadores que apostaron por él.

Hugo Tornaghi (38), tataranieto de aquel inmigrante, es quien lleva la empresa y además, está a cargo de la Presidencia de la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael. Sobre Esta interesante historia, dialogó con Pirámide Informativa.

Hugo, ¿cómo nace la bodega Tornaghi?

Nació hace cinco generaciones, yo pertenezco a esa quinta generación, y actualmente en San Rafael somos la bodega con más trayectoria de forma ininterrumpida, desde hace 130 años (estamos hablando de 1893). Nos dedicamos a la industria vitivinícola y hemos sido bodegueros toda la vida.

Esto comienza en época de Rodolfo Iselín, en épocas en las que vienen a Argentina los primeros inmigrantes italianos, las primeras familias que llegaron en diciembre de 1883. En Europa corrían tiempos difíciles, eran agricultores del norte de Europa, venían de Cologno Monzese, cerca de Milano, y eran personas que la estaban pasando realmente mal. Fueron épocas de “Revolución Industrial”, el trabajo del campo estaba deprimido, mal pagado, feudalismo, entonces estas familias sienten la necesidad de escaparse a algún lado. Ya había pasado la Campaña del Desierto, había tierras incultas y faltaban brazos para trabajar. Esa fue la época en la que viene la gran inmigración.

Este grupo de italianos vinieron, fueron 20 familias que viajaron 45 días en un barco a vapor y desembarcaron en el puerto de Buenos Aires. Ahí conocen al cura Manuel Marco, un sacerdote que en esa época en San Rafael era el capellán del Ejército. Estaba en la Villa 25 de Mayo, y siendo italiano y religioso, por el idioma y también por la religión, las familias se sintieron cómodas con la propuesta de él de ir a trabajar a San Rafael donde le hacía falta gente.

Vinieron hasta acá, comenzaron a trabajar con él y a los pocos días al cura le fue muy bien económicamente, no tuvo cómo pagarles ni cómo cumplir con las promesas que les había hecho. Ellos se sintieron muy decepcionados y desilusionados, por lo que algunas familias parten hacia Mendoza y otras se quedan acá en San Rafael, porque aparece la propuesta de Iselín, ya que había gente sin trabajo y a él le hacía falta gente para trabajar, entonces los invita.

Ya corría enero de 1884, cuando celebraron un contrato de trabajo –que está exhibido en la bodega– con la firma de todos los italianos y de Iselín, donde estaban las condiciones de trabajo, lo que les iba a pagar y demás.

Comenzaron en la actual calle Italia, que se llama así justamente porque estaban todos los inmigrantes italianos en esa zona. Eran parcelas de seis hectáreas que tenía cada familia, y que van hacia la calle Mitre, donde está Comerco. Había parcelas del lado este y oeste.

Trabajaron en las tierras de Iselín, que les dice que le va a dar esas tierras y que se las iban a ir pagando con trabajo (en ese contrato al que hacía referencia está). Empezaron a cultivar viñas, que era un poco lo que conocían de Europa, pero también era la enseñanza de Iselín que ya estaba con alguna producción en la zona.

Podemos decir entonces, que la industria vitivinícola más comercial y más grande, comienza con los italianos. Mi tatarabuelo, César Tornaghi fue uno de ellos.

¿Cómo siguieron?

Eran casas precarias, bodeguitas precarias de esa época y un poco el crecimiento de todo este sector, fue en el año 1903 con la llegada del ferrocarril. La historiadora María Elena Izuel, me contó que fue una revolución total, porque era una gran tecnología que daba conectividad a la gente, y toda la industria vitivinícola creció porque se empezó a vender vino, y a trasladar en bordalesas hacia los centros de consumo como Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca y demás. Ahí comienza el desarrollo vitivinícola, no solamente con nuestra empresa sino con las de todos, y se le da puntapié a la vitivinicultura comercial (no artesanal como era previo al tren).

Hubo un crecimiento desde todo punto de vista.

Sí, desde todo punto de vista, no solamente desde lo vitivinícola. El ferrocarril trajo progreso.

Es una historia muy linda, aunque de mucho sufrimiento, ya que imaginemos lo que sería venirse de la nada, desde allá, a “la América”, de la que habían escuchado hablar, ya que tenían conocimiento de algunos parientes que habían ido a Brasil, Uruguay y Argentina, pero no demasiado. Incluso cuentan que venían en los baúles con su ropa y sus cosas, con algunas poquitas monedas de oro y las guardaban por si tenían que volverse.

Ellos eran muy religiosos y la única iglesia que había en la zona, era la de la Villa 25 de Mayo y todos los domingos, los italianos iban caminando 25 kilómetros para asistir a misa y volvían. Incluso, ellos construyeron la iglesia de Lourdes que originalmente era la iglesia de San Ambrosio, ya que es el patrono italiano. Ellos la construyeron justamente para no tener que ir hasta allá, e incluso está en la calle Mitre en la cabecera de la colonia italiana que comenzaba. Cuenta María Elena Izuel, que quien dirigió la obra de la iglesia era mi tatarabuelo, que tenía muchos conocimientos de albañilería, y le hizo la casa y las bodegas a varios de los italianos que estaban en la calle Italia.

Otra de las historias que se cuenta mucho y que incluso se cuenta en algunos profesorados cuando se da la historia de San Rafael, era la de “la bolsa”. Eran bolsas de 90 kilos de arena, y en esa época las “diversiones” que había eran pulseadas, fuerza y cosas así. La historia dice que Iselín le hizo una apuesta a mi tatarabuelo, diciéndole que no era capaz de llevarse una bolsa desde La Abeja (donde era la casa de él), hasta la calle Italia, donde está nuestra bodega. Mi tatarabuelo le dijo que sí, aceptó el reto, por lo que Iselín iba en su caballo controlando a alguien que caminó todos esos kilómetros con 90 kilos arriba. Se juntó gente y todo, mi tatarabuelo cumple, lo logra y hasta le dijo “¿no quiere que lleve otra?”

¿Cómo va la conducción actual de la bodega?

Bueno en esto estoy yo con mi papá. Tengo dos hermanos pero están en Mendoza con otras cuestiones. Seguimos nosotros. En cinco generaciones la familia se agrandó, después se volvió a achicar, se fueron haciendo arreglos entre hermanos para que la firma siga.

¿Están elaborando un vino para “El chaqueño” Palavecino?

Sí, esos son unos, ya que  son los que se llaman vinos de “fasón”, una modalidad con la que hacemos “marcas blancas”.

Hacemos distintas líneas de vinos, estamos presentes en todos los segmentos de consumo, hacemos vinos económicos, vinos intermedios, un poco de gama alta, también exportamos (no es el principal mercado, pero algunas exportaciones hacemos), y estamos con una inversión nueva en turismo. Este va a ser el tercer año que abre al turismo.

¿Cómo ves la vitivinicultura actual?

La veo en un proceso de cambio, algo que viene pasando desde hace mucho tiempo. La vitivinicultura hace rato que viene pasando de la cantidad a la calidad, y eso lo reflejan las estadísticas del consumo de litros per cápita que tenemos, se pasó de 90 litros per cápita en la década del 70, a 18 o 19 actuales. No sé cuál será su piso, hasta dónde va a caer.

Esto ha ido acompañando la reducción de las superficies cultivadas, la reducción de industrias también, pero lógicamente por el consumo. La realidad es que ha aparecido otro mercado, desde el año 2000 con la devaluación y con la aparición de los varietales con la cultura del vino, que es la exportación. Argentina dentro de todo tiene un lugar, un reconocimiento en el mundo con su Malbec como bandera, pero hay un proceso de transformación y todo tiende a que aparezcan nuevos envases, como el vino en sachet, la lata, o etiquetas más modernas para un público joven, y en el producto en sí, la aparición de los vinos con baja graduación alcohólica y niveles de azúcar un poco más arriba. Me parece que está en proceso todo ese cambio, y la industria está bien y hay buena calidad. Si bien el estado del tiempo ha hecho destrozos, hemos tenido heladas y eso, pero no se ha alterado la calidad de los vinos.

También ayuda a todo esto la incorporación de tecnología y la profesionalización. Los técnicos que están en las bodegas, los responsables en vitivinicultura, son licenciados en enología, tienen otro nivel, otra instrucción.

Estamos mejor comparado a lo que era antes, donde era todo un poco más improvisado y con menos tecnología.

Desde lo personal, ¿qué significa la bodega en tu vida?

Es todo, siempre nos hemos dedicado a esto. Desde chico porque era chico y me mandaban a la bodega, no trabajaba pero siempre recuerdo a mi abuelo en esa época, en eso de llevarme a la bodega y decirme “observando se aprende”, y es una realidad que en la vida pasa, nos pasa a todos, si tenemos esa capacidad y esa apertura para no solamente “transitar mirando pajaritos, sino ver qué están haciendo los pajaritos”. Hay que cambiar la mirada, y esas son las cosas de las que me nutro todo el tiempo, como con mi grupo en la Cámara de Comercio.

La bodega es todo, porque es lo que hemos hecho siempre y es algo que se lleva en la sangre.

¿Y la Cámara de Comercio?

En la Cámara me incorporé después, y si bien llevo menos años, es una institución que quiero mucho ya que estoy ahí desde los 23 años. Pasé a ser presidente de la Específica, también como director, y me he formado mucho. Es un lugar donde he aprendido mucho y sigo aprendiendo. Este tiempo en el que estoy, es para devolverle lo que aprendí.

¿Hasta cuándo vas a ser el presidente?

Hasta junio, cuando hagamos la asamblea y recambio de autoridades. Pero es una linda experiencia.

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