San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

Cardiología: hacia una mejor salud cardiovascular

Introducción: Las enfermedades cardiovasculares representan una creciente preocupación, según de la OMS. Estas enfermedades, que incluyen condiciones como la enfermedad coronaria, el accidente cerebrovascular y la hipertensión, son la principal causa de muerte en todo el mundo.

Factores de riesgo

La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el mundo

La lucha contra las enfermedades cardiovasculares es una historia de éxito, con una disminución de la mortalidad desde la década de los setenta ligada a la disponibilidad de nuevos fármacos y estrategias de tratamiento. No obstante, en los últimos 10 años, los países desarrollados han experimentado un aumento de casos debido a la obesidad y nuevos factores de riesgo como la contaminación

La enfermedad cardiovascular es la principal causa de mortalidad en el mundo desde hace 20 años, por delante del cáncer, y representa una creciente preocupación a nivel global, según datos la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De hecho, de las personas que murieron en 2019, el 33% fue a causa de una enfermedad del corazón y el 18% de cáncer. “Estos datos son comunes a todos los países del mundo a excepción de los países en vía de desarrollo, donde la precariedad de los sistemas sanitarios hace que prevalezcan las enfermedades infecciosas además de la mortalidad neonatal elevada”, explica Alessandro Sionis, jefe de Sección de la Unidad de Cuidados Agudos Cardiológicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.

Estas enfermedades -que constituyen un grupo de trastornos del corazón y los vasos sanguíneos e incluyen cardiopatías coronarias, accidentes cerebrovasculares y cardiopatías reumáticas- se cobran alrededor de 17,9 millones de vidas al año en todo el mundo. Y, según la OMS, el 80% de las muertes prematuras podrían haberse evitado siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo factores de riesgo.

Lo cierto es que, bajo una perspectiva histórica, la lucha contra las enfermedades cardiovasculares es una historia de éxito. “Desde los años setenta hemos visto un paulatino descenso de la mortalidad ligado a la disponibilidad de nuevos fármacos y estrategias de tratamiento (por ejemplo, la cirugía de revascularización miocárdica). Sin embargo, en los últimos 10 años, se ha visto un repunte en la incidencia de estas enfermedades en los países desarrollados, probablemente ligado a la epidemia de la obesidad y a nuevos factores de riesgo como la contaminación”, señala Sionis.

EN ESPAÑA…

En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2022, “el grupo de enfermedades del sistema circulatorio se mantuvo como primera causa de muerte en 2022, con el 26,0% del total (y una tasa de 252,2 fallecidos por cada 100.000 habitantes), seguida de los tumores, con el 24,8% del total (y una tasa de 239,8)”, explica Almudena Castro Conde, coordinadora del grupo Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Entre las enfermedades cardiovasculares, Alessandro Sionis indica que la cardiopatía isquémica, y en particular el infarto agudo de miocardio (IAM), es la primera causa de muerte en los hombres y la segunda en las mujeres; mientras que los accidentes cerebrovasculares (ictus), son la primera causa en las mujeres.

“Más allá de la mortalidad, es importante destacar la morbilidad que provocan las enfermedades cardiovasculares, con más de 500.000 pacientes dados de alta al año que corresponden a cinco millones de estancias hospitalarias anuales”, asegura el jefe Sección de la Unidad de Cuidados Agudos Cardiológicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.

No obstante, añade que es interesante remarcar cómo la mortalidad por infarto agudo de miocardio se ha reducido en las últimas décadas gracias al avance de las terapias de reperfusión y la organización de las redes de atención al IAM con elevación del segmento ST (IAMEST). “Así hemos pasado de una mortalidad superior al 10% a tasas inferiores al 6%. Sin embargo, se estima que el hasta 30% de los IAM fallece antes de llegar al hospital al padecer una muerte súbita (por fibrilación ventricular). Es una asignatura pendiente”.

FACTORES DE RIESGO

Los factores de riesgo conductuales más importantes de la enfermedad vascular -que engloba la enfermedad cardíaca, los accidentes cerebrovasculares y cualquier manifestación de aterosclerosis en cualquier territorio vascular- “son el sedentarismo, una dieta inadecuada, una mala gestión del estrés y el tabaquismo”, dice Almudena Castro. Y se pueden manifestar en forma de hipertensión, hiperglucemia e hiperlipidemia, sobrepeso y obesidad. La higiene del sueño también es un factor relevante en la enfermedad cardiovascular.

“Los factores de riesgo clásicos -hipertensión arterial, diabetes, dislipemias (en particular la lipoproteína de baja densidad, LDL y la apolipoproteína B), tabaquismo, sexo, edad, antecedentes familiares, obesidad, diete no saludable, condiciones psicosociales), se pueden clasificar en modificables (tabaquismo, por ejemplo) y no modificables (edad o sexo)”, añade Sionis.

Recuerda que los principales factores de riesgo no han sido erradicados, sino que su incidencia y su efecto dañino van en aumento. “Afectan a toda la población en general y está en nuestras manos solucionar el problema. Preocupa en particular la obesidad… Según datos recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un 15% de los adultos en España es obeso. Todavía más preocupante es la obesidad infantil: se estima que alrededor del 16% de los jóvenes entre 11 y 15 años sobrepeso u obesidad”, asegura el experto.

Existe, además, un renovado interés respecto a los mal denominados nuevos factores de riesgo, como por ejemplo la apnea del sueño, el estrés, la contaminación y el consumo de drogas.

MÁS ALLÁ DE LA FASE AGUDA

La atención al paciente con enfermedad cardiovascular va mucho más allá de la asistencial en la fase agudaDebe ser integral y centrarse en la prevención primaria y secundaria (cuando ya se ha sufrido un primer evento).

“Afortunadamente, en España, hay una atención excelente en la fase aguda, pero la fase crónica de cualquier enfermedad -y más de la vascular- tiene mucho campo de mejora. Conseguir el cumplimento de las recomendaciones terapéuticas y de los cambios en el estilo de vida es una tarea pendiente, aunque, en este sentido, los programas de rehabilitación cardiaca ayudan mucho a conseguir este objetivo. La atención a la esfera emocional del paciente también puede contribuir a la mejora del pronóstico”, explica Almudena Castro Conde.

Por su parte, Alessandro Sionis incide en que la estrategia de tratamiento de un paciente que ha padecido un evento cardiovascular se basa esencialmente en dos objetivos: a corto plazo salvar la vida o la integridad funcional del paciente y a largo plazo reducir el riesgo de sufrir un nuevo evento (prevención secundaria).

“Una gran parte de mi trabajo lo dedico a la atención de pacientes con IAM. En la fase aguda la prioridad es evidentemente salvar la vida del paciente y en este sentido todos los esfuerzos van encaminados a asegurar una rápida reperfusión (abrir la arteria coronaria bloqueada), pero también a reducir la probabilidad que mi paciente pueda tener un nuevo infarto y a preservar al máximo su calidad de vida”, dice

De hecho, resalta que hasta un 20% de los pacientes con un IAM tienen un nuevo evento en los siguientes 12 meses y el riesgo es particularmente elevado en el primer mes después del infarto.

EL PAPEL DE LA ATENCIÓN PRIMARIA

La atención primaria juega un papel esencial, tanto en la prevención primaria y el control de los factores de riesgo, como en la prevención secundaria.

“El control de los factores de riesgo y los cambios en los hábitos de vida son los elementos clave para el éxito. En este sentido, el seguimiento de los pacientes en el marco de un programa estructurado, idealmente un programa de rehabilitación cardiaca, puede favorecer alcanzar estos objetivos. En ese programa estructurado es importante que todos los actores implicados se vean involucrados desde el primer momento: especialistas hospitalarios (por ejemplo, el cardiólogo), personal de enfermería, equipos de atención primaria y, por supuesto, los pacientes”, indica Sionis.

De hecho, -añade el experto- muchas veces son los pacientes los que dan las directrices más importantes a la hora de diseñar estos programas. “Si le preguntas a al paciente que necesita y cómo le gustaría que funcionaran las cosas, es difícil equivocarse”.

¿Necesitan más formación en Cardiología los médicos y enfermeras del primer nivel asistencial? “No creo que sea una cuestión de formación, sino del gestión del tiempo y de los recursos (materiales y humanos) que tenemos en el sistema público de salud, donde la organización de los procesos es clave. Los puntos clave de la prevención en ambos niveles asistenciales [prefiere emplear el término de continuum del riesgo] son los mismos: educación y motivación del paciente”, asegura Castro.

Así, explica que las tecnologías son un buen aliado para hacer difusión de los mensajes de salud, para motivar al paciente en sus hábitos de vida y cumplimiento de la medicación, para conseguir tratamientos nuevos que mejoren la adherencia y persistencia terapéutica.

¿HAY SUFICIENTES CARDIÓLOGOS EN ESPAÑA?

Según la SEC, en España hay unos 2.900 cardiólogos en activo. No obstante, Alessandro Sionis recuerda que no son datos exactos, ya que en España las competencias en sanidad están transferidas a las comunidades autónomas y hay 17 sistemas sanitarios, cada uno con sus peculiaridades.

“La tasa de empleabilidad es muy elevada, yo diría que del 100%. La especialidad ha experimentado una verdadera revolución a lo largo de las últimas dos décadas en paralelo con los desarrollos tecnológicos y terapéuticos. Esta creciente complejidad ha sido responsable de la súper especialización de muchos profesionales que, sobre todo en los grandes hospitales, se dedican cada vez más a un área concreta de la cardiología. Así en este momento tenemos cardiólogos dedicados a las arritmias (electrofisiología), a la hemodinámica intervencionista y estructural, a la imagen cardiaca, a la insuficiencia cardiaca o a los cuidados agudos cardiológicos, por ejemplo”.

Sin embargo, reconoce que existe una crónica falta de cardiólogos en los hospitales de segundo nivel (hospitales comarcales, por ejemplo). “Muchos hospital pequeños tiene verdaderas dificultades para encontrar especialistas en cardiología”.

Por su parte, la coordinadora del grupo Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), añade que, según el registro RECALCAR 2018, hay aproximadamente 5,6 y 5,8 cardiólogos por 100.000 habitantes en el SNS. “Si sumamos a los que solo trabajan en la privada, en torno a 6 cardiólogos por 100.000 (es una cifra estimativa porque no hay estadísticas seguras), nos sitúa muy por debajo de la media europea”, concluye.


El impacto de la obesidad es muy alto a nivel clínico, social y económico.

La obesidad aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular

La obesidad o la “pandemia del Siglo XXI”, según la OMS, es un problema de salud pública a nivel mundial. Se trata de una enfermedad crónica compleja en la que un exceso de grasa corporal (adiposidad) perjudica la salud, incrementa el riesgo de complicaciones médicas a largo plazo, como las enfermedades cardiovasculares, y reduce la esperanza de vida

Esta enfermedad está causada por la compleja interacción entre factores genéticos, metabólicos, conductuales y ambientales. Además, el cerebro juega un importante papel en ella y en el equilibrio energético1, al no estar completamente bajo control voluntario2.

Lo cierto es que, en estos momentos, hay 988 millones de pacientes adultos con obesidad en el mundo3 y estas cifras aumentan anualmente: se estima que en 2030 la población con obesidad a nivel mundial será de 1.556 millones de adultos, lo que supone, aproximadamente, el 20% de la población adulta mundial4.

“El Informe Regional Europeo sobre Obesidad 2022 realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que casi dos tercios de los adultos y 1 de cada 3 niños en la región europea de la OMS viven con sobrepeso u obesidad, y estas tasas están aumentando”, señala Juan José Gómez Doblas, jefe de Sección Cardiología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria (Málaga) y vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Pero no todo es negativo, ya que incluso una modesta pérdida de peso puede mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con esta patología.

EN ESPAÑA…

En España5, más allá de ser una patología crónica, se trata de un problema de Salud Pública que afecta a un 21,6% de la población española adulta, según el índice de masa corporal (IMC)6, y un 11,8% de la población infanto-juvenil (niños de 8 a 16 años)7.

Hay que tener en cuenta -añade Gómez Doblas- que la prevalencia de obesidad varía en función del tipo de estudio realizado (medición o automedida, poblacional, oportunista, etcétera).

“Según el Estudio Nacional de la Población Española (ENPE) en 2016, la prevalencia total de obesidad fue del 22% y la de sobrepeso del 36,1%, significativamente mayor en los varones (41,8%). El sobrepeso y la obesidad aumentaron con la edad a partir de los 19 años, con prevalencias más altas en el grupo de a partir de 65 años. El 15,9% del grupo de entre 3 a 8 años y el 11,6% del de 9 a 18 años”, tienen obesidad asegura el experto.

Ante este panorama, la coordinadora del grupo Diabetes y Obesidad de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Almudena Castro Conde, recuerda que se prevé que en 2035 el 37% de los adultos en España tengan obesidad. “También se espera un incremento anual del 1,9% en adultos con obesidad y un 2,5% en niños 2020 hasta 2035”.

CAUSA DE MÁS DE 200 COMPLICACIONES

La obesidad no es solo una enfermedad, también es la causa primaria de más de 200 complicaciones asociadas a esta patología8, entre ellas la diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedad metabólica hepática, apnea obstructiva del sueño, enfermedad renal crónica, algunos tipos de cáncer, etcétera.

“La obesidad origina inflamación y resistencia a la insulina, que son el origen de la mayoría de las enfermedades crónicas y, entre ellas, la cardiovascular. Esta última engloba la aterosclerosis, insuficiencia cardiaca y arritmias. La grasa visceral, además, es un órgano que actúa produciendo sustancias inflamatorias, como interleuquinas, citoquinas, factor de necrosis tumoral, activación de macrófagos. También actúa localmente depositándose en el corazón como grasa epicárdica e infiltración grasa en el miocardio”, indica Castro.

Precisamente por ello, es necesario registrar variables (IMC, relación perímetro cintura/cadera…) que permitan determinar la prevalencia y grado de la patología.

“Actualmente, la obesidad es la enfermedad metabólica más prevalente. Está asociada con una reducción de la expectativa de vida y un aumento de la mortalidad por cualquier causa, siendo la causa principal la muerte por enfermedad cardiovascular (ECV)”, asegura el vicepresidente de la SEC.

No obstante, recuerda que, aunque se sabe que la obesidad incrementa el riesgo de ECV de forma indirecta a través de su influencia en el desarrollo de comorbilidades (diabetes, HTA y dislipemia), no siempre es así, habiéndose visto pacientes con obesidad sin enfermedades asociadas que presentan mayores tasas de enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca y fibrilación auricular.

La obesidad abdominal es un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular, independiente del índice de masa corporal

“En pacientes con obesidad hay descritos cambios estructurales y funcionales del miocardio por depósitos grasos u otros mecanismos inflamatorios o neuro hormonales, así como un aumento y rapidez en la progresión de la arteriosclerosis. En este sentido, si parece haber evidencia para considerar la obesidad como un factor de riesgo cardiovascular (RCV) en sí mismo, principalmente para el desarrollo de enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca y fibrilación auricular de forma directa. Por tanto, la obesidad es un marcador de riesgo por su asociación a enfermedades consideradas como un factor de riesgo cardiovascular (FRCV), pero también podemos considerarla en sí misma un FRCV”, explica Gómez Doblas.

¿VIVES CON OBESIDAD?

¿Cómo se lleva a cabo el criterio de detección de la obesidad? En la práctica clínica se utilizan medidas antropométricas como el índice de masa corporal (IMC), que debe calcularse en cualquier visita médica y de enfermería, teniendo en cuenta la importante prevalencia de la enfermedad y sus consecuencias9.

Hay que tener en cuenta que, aunque el IMC está fuertemente correlacionado con el porcentaje de grasa corporal en todas las poblaciones, existen limitaciones en su capacidad de predicción para estimar la grasa corporal de un individuo determinado, con una variación considerable según el sexo, la edad y la raza o etnia.

Precisamente por ello, una medición de circunferencia de cintura (CC) alta, incluso en personas con peso normal, puede desenmascarar un mayor riesgo de ECV porque la CC es un indicador de la grasa corporal abdominal, que se asocia con enfermedades cardiometabólicas10.

“La obesidad se diagnostica con el peso y talla del paciente. Un IMC igual o mayor de 30 es diagnóstico de obesidad, e igual o mayor de 25 es de sobrepeso11. No obstante, se trata de una medida que puede confundir en pacientes con mucha masa muscular: el IMC estaría alto, pero no por grasa sino por músculo o al contrario. Por eso es mejor hablar de adiposidad, y el perímetro abdominal es un parámetro excelente para estimar la grasa visceral que es la más deletérea. En población occidental, la medida que indica mayor riesgo es a partir de los 88 centímetros en mujeres y 102 centímetros en hombres”, aclara Almudena Castro.

La obesidad se relaciona con numerosas enfermedades del sistema cardiovascular, como ictus, enfermedad tromboembólica venosa, hipertensión pulmonar, enfermedad ateroesclerótica, insuficiencia cardiaca, arritmias o fibrilación atrial

 

¿Qué factores influyen en el desarrollo de la obesidad? Para el vicepresidente de la SEC, no se puede tener una concepción simplista de la etiología de la obesidad, ni se debe culpabilizar a la persona con obesidad como si todo fuera responsabilidad de su estilo de vida.

“Es fundamental hacer una valoración integral del paciente, ya que en el desarrollo de la obesidad existen factores ambientales, socioeconómicos, nutricionales… pero no son los únicos. Así, la genética puede jugar un papel en la forma en que el cuerpo de una persona almacena y procesa la grasa, así como en la regulación del apetito. Y hay otros factores, como enfermedades asociadas, medicación o calidad del sueño, pueden influir en el desarrollo de la obesidad. Tampoco nos podemos olvidar los factores psicológicos, que tienen un papel fundamental”.

En este aspecto, Castro explica que la aparición de la ECV en las personas jóvenes tiene mucho que ver con el estilo de vida, “ya que en estas edades lo que más impacta aún es el tabaco”.

IMPACTO CLÍNICO Y SOCIAL

El impacto de la obesidad es muy alto a nivel clínico debido a sus complicaciones. De hecho, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo, con alrededor de 17,9 millones de muertes anuales12. Precisamente por ello, el manejo del peso continúa siendo parte integral del manejo del riesgo cardiovascular13 14.

Los expertos aseguran que la obesidad está fuertemente relacionada con los principales factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial elevada, la intolerancia a la glucosa, la diabetes tipo 2 y dislipidemia. El sobrepeso y la obesidad, de hecho, causan efectos metabólicos adversos sobre la presión arterial, el colesterol, los triglicéridos y la resistencia a la insulina.

“La obesidad se relaciona de forma directa o indirecta con numerosas enfermedades del sistema cardiovascular, como ictus, enfermedad tromboembólica venosa, hipertensión pulmonar, enfermedad ateroesclerótica, insuficiencia cardiaca, arritmias, fibrilación atrial, entre otras15. Y el riesgo de enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y diabetes mellitus tipo 2 se incrementan a mayores valores de IMC16”, asegura el vicepresidente de la SEC.

La obesidad también tiene un impacto social, por las limitaciones en la vida de los pacientes. Sin embargo, prevenir y tratar la obesidad reduce el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares y, por lo tanto, el riesgo de infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular. Así, la modificación del estilo de vida y la posterior pérdida de peso mejoran la inflamación sistémica y la disfunción endotelial asociadas17.

¿Qué impacto tiene la obesidad sobre la calidad y la esperanza de vida de las personas que viven con la enfermedad? “Está claro que confiere consecuencias negativas, tanto en los aspectos físicos como psicosociales, especialmente entre las personas con obesidad grave. Se ha demostrado que la pérdida de peso mejora la calidad de vida en personas con obesidad, independientemente del tipo de estrategia utilizada”, señala Juan José Gómez Doblas.

En su opinión, el abordaje emocional es un componente crítico en el tratamiento de la obesidad y puede ser tan importante como la dieta, el ejercicio físico o los tratamientos médicos en el camino hacia la pérdida de peso.

“Este abordaje emocional requiere no estigmatizar a la persona con obesidad y buscar una comunicación empática y efectiva que permita un apoyo psicológico, sin el cual no tendremos éxito en la pérdida de peso. Es fundamental que el paciente y el profesional sanitario entiendan la conexión emocional y los hábitos alimenticios, y abordar esta interconexión para mejorar dichos hábitos. Es importante, además, no marcar metas inalcanzables: una reducción del 5 % del peso en un paciente con obesidad ya tiene un beneficio en salud. En ocasiones, esto supone objetivos de no más de 5 o 6 kilos que son abordables. Adoptar posturas maximalistas, como decir que pierda 25 kilos y hasta entonces no vuelva a consulta, solo llevan a la frustración del individuo con obesidad y al fracaso de las estrategias utilizadas”, asegura.

Para la coordinadora del grupo Diabetes y Obesidad de la SEC, esta patología afecta de lleno a la calidad de vida de las personas por la incapacidad funcional que genera, las enfermedades que desencadena, la carga de culpabilidad que conlleva y la sensación de fracaso que genera. “Requiere un abordaje en las diferentes esferas del paciente: física, psíquica, social y emocional”.

¿CUÁNTO CUESTA LA OBESIDAD A LOS ESPAÑOLES?

El impacto económico mundial de la obesidad y el sobrepeso superará los cuatro billones de dólares anuales para 2035, un año en el que se estima que el 51% de la población del mundo vivirá con estos dos problemas, según un informe del Atlas Mundial de Obesidad publicado por la Federación Mundial de Obesidad (World Obesity Federation).

¿Qué supone para la sanidad pública el sobrepeso y la obesidad desde el punto de vista económico? ¿Cuánto les cuesta a los españoles?

Son muchas las complicaciones asociadas a la obesidad: 1,2 millones de personas con enfermedad cardiovascular tienen obesidad, aproximadamente 2 millones de adultos con obesidad sufren también de prediabetes y alrededor de 3 millones son diabéticos. También hay que destacar que hay unos 2,2 millones de personas con apnea del sueño y 650.000 con enfermedad renal crónica que, además, tienen obesidad.

Se ha demostrado que, por cada euro invertido en la prevención de la obesidad, se recuperarían seis

A tenor de estos datos, Castro Conde apunta que la obesidad genera una alta carga económica al Sistema Nacional de Salud (SNS) y que es responsable del 9,7% del gasto sanitario. “En España, la obesidad tiene un impacto económico del 2,09% del producto interior bruto (PIB)18 y se ha demostrado que, por cada euro invertido en la prevención de la obesidad, se recuperarían seis19”, asegura.

También hay que tener en cuenta que el gasto sanitario asociado a la obesidad ya asciende a 2.000 millones de euros anuales en el SNS20 y se espera que alcance más de 3.000 millones21 en 2030. “Las personas con obesidad de grado II o superior consumen hasta 36% más de medicación respecto a las personas con normopeso (p < 0,05)22. Y la obesidad, además, implica elevadas tasas de absentismo escolar y laboral23, reduciendo la producción del mercado de trabaja en una cuantía equivalente a 479.000 trabajadores a tiempo completo cada año24”, explica Castro Conde.

Y para Juan José Gómez Doblas, además, el manejo de las enfermedades asociadas a la obesidad (enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, varios tipos de cáncer, trastornos del aparato locomotor, y problemas psicológicos, entre otros) conllevan costos significativos en términos de recursos sanitarios. “Estos costes pueden ser directos, como el tratamiento de la propia obesidad o de alguna de sus complicaciones, o indirectos relacionados con la pérdida de productividad, costes de oportunidad, etcétera. No hay estudios bien definidos, pero se estima que la obesidad representa un porcentaje del gasto total en salud de España, que podría variar entre el 2% y el 7%, dependiendo del año, la metodología del estudio, y otros factores”, concluye el experto.

1. Lau DCW, Wharton S. Canadian Adult Obesity Clinical Practice Guidelines: The Science of Obesity. Available from: https://obesitycanada.ca/guidelines/science. Accessed [17-oct-23].

2. Cypess AM. Reassessing Human Adipose Tissue. N Engl J Med. 2022;386(22):e61. doi:10.1056/NEJMc2204077

3. World Obesity Federation’s ‘Obesity Atlas 2023, March 2023. Consultar publicación en World_Obesity_Atlas_2023_Report.pdf.

4. World Obesity Federation’s ‘Obesity Atlas 2023, March 2023. Consultar publicación en World_Obesity_Atlas_2023_Report.pdf.

5. World Obesity Federation’s ‘Obesity Atlas 2023, March 2023. Consultar publicación en World_Obesity_Atlas_2023_Report.pdf.

6. Aranceta-Bartrina, J., et al., Prevalence of General Obesity and Abdominal Obesity in the Spanish Adult Population (Aged 25-64 Years) 2014-2015: The ENPE Study. Rev Esp Cardiol (Engl Ed), 2016. 69(6): p. 579-87.

7. Foundation, G., Estudio PASOS 2022. Resultados preliminares. 2022.

8. Yuen, M., A systematic review and evaluation of current evidence reveals 236 obesity-associated disorders. 2016.

9. https://www.seen.es/ModulGEX/workspace/publico/modulos/web/docs/apartados/993/110620_083626_7246364497.pdf

10. Volume 143, Issue 21, 25 May 2021; Pages e98. https://doi.org/10.1161/CIR.0000000000000973

11. Obesity (who.int)

12. Available from: Cardiovascular diseases (who.int) (Accessed: 17-oct-23)

13. Piepoli MF, Hoes AW, Agewall S, Albus C, Brotons C, Catapano AL, Cooney MT, Corrà U, Cosyns B, Deaton C, Graham I, Hall MS, Hobbs FDR, Løchen ML, Löllgen H, Marques-Vidal P, Perk J, Prescott E, Redon J, Richter DJ, Sattar N, Smulders Y, Tiberi M, van der Worp HB, van Dis I, Verschuren WMM, Binno S; ESC Scientific Document Group. 2016 European Guidelines on cardiovascular disease prevention in clinical practice: The Sixth Joint Task Force of the European Society of Cardiology and Other Societies on Cardiovascular Disease Prevention in Clinical Practice (constituted by representatives of 10 societies and by invited experts)Developed with the special contribution of the European Association for Cardiovascular Prevention & Rehabilitation (EACPR). Eur Heart J. 2016 Aug 1;37(29):2315-2381. doi: 10.1093/eurheartj/ehw106. Epub 2016 May 23. PMID: 27222591; PMCID: PMC4986030.

14. Goff DC Jr, Lloyd-Jones DM, Bennett G, Coady S, D’Agostino RB, Gibbons R, Greenland P, Lackland DT, Levy D, O’Donnell CJ, Robinson JG, Schwartz JS, Shero ST, Smith SC Jr, Sorlie P, Stone NJ, Wilson PW, Jordan HS, Nevo L, Wnek J, Anderson JL, Halperin JL, Albert NM, Bozkurt B, Brindis RG, Curtis LH, DeMets D, Hochman JS, Kovacs RJ, Ohman EM, Pressler SJ, Sellke FW, Shen WK, Smith SC Jr, Tomaselli GF; American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. 2013 ACC/AHA guideline on the assessment of cardiovascular risk: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines. Circulation. 2014 Jun

15. Volume 143, Issue 21, 25 May 2021; Pages e98

16. Mendis, Shanthi, Puska, Pekka, Norrving, B, World Health Organization, World Heart Federation. et al. (2011). Global atlas on cardiovascular disease prevention and control / edited by: Shanthi Mendis … [et al.]. World Health Organization. https://iris.who.int/handle/10665/44701

17. Volume 143, Issue 21, 25 May 2021; Pages e98

18. Okunogbe, A., et al., Economic impacts of overweight and obesity: current and future estimates for eight countries. BMJ Glob Health, 2021. 6(10).

19. Okunogbe, A., et al., Economic impacts of overweight and obesity: current and future estimates for eight countries. BMJ Glob Health, 2021. 6(10).

20. Hernaez, A., et al., Excess Weight in Spain: Current Situation, Projections for 2030, and Estimated Direct Extra Cost for the Spanish Health System. Rev Esp Cardiol (Engl Ed), 2019. 72(11): p. 916-924.

21. Hernaez, A., et al., Excess Weight in Spain: Current Situation, Projections for 2030, and Estimated Direct Extra Cost for the Spanish Health System. Rev Esp Cardiol (Engl Ed), 2019. 72(11): p. 916-924.

22. Hernaez, A., et al., Excess Weight in Spain: Current Situation, Projections for 2030, and Estimated Direct Extra Cost for the Spanish Health System. Rev Esp Cardiol (Engl Ed), 2019. 72(11): p. 916-924.

23. Espallardo, O., et al., The Impact of Severe Obesity on Healthcare Resource Utilisation in Spain. Obes Surg, 2017. 27(8): p. 2058-2066.

24. OECD. Heavy Burden of Obesity: The Economics of Prevention. 2019; Available from: https://www.oecd.org/health/health-systems/Heavy-burden-of-obesity-Policy-Brief-2019.pdf.


La gestión de las enfermedades cardiovasculares se debe centrar desde dos vertientes: la prevención y el tratamiento.

La batalla contra las enfermedades cardiovasculares empieza con la prevención

Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad en todo el mundo desde hace 20 años, según la OMS. Pese a los esfuerzos en prevención, al desarrollo de innovaciones terapéuticas y a la concienciación de la sociedad, esta mortalidad sigue creciendo, de manera que es necesario activar estrategias que erradiquen esta tendencia y en la que participen todos los actores involucrados: Ministerio de Sanidad, industria farmacéutica, comunidades autónomas, sociedades científicas y pacientes.

Las cardiopatías son la principal causa de mortalidad en todo el mundo desde hace 20 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se cobran 17,9 millones de vidas al año y son responsables de uno de cada cuatro fallecimientos.

Pese a los esfuerzos en prevención, al desarrollo de innovaciones terapéuticas y a la concienciación de la sociedad -todo ello ha posibilitado reducir el sedentarismo, las dietas poco saludables o el tabaquismo- esta mortalidad sigue creciendo.

“La buena noticia es que estas muertes están relacionadas con factores de riesgo que se pueden detectar y tratar, como por ejemplo el colesterol. Datos estadísticos demuestran que solo 1 de cada 10 personas son conscientes de sus niveles de colesterol”, asegura Shirley Gil Parrado, Directora General General Medicines Sanofi Iberia.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en España. La buena noticia es que están relacionadas con factores de riesgo que se pueden detectar y tratar, como el colesterol

Shirley Gil Parrado

Para mitigar la epidemia de las enfermedades cardiovasculares en España, el informe ‘Hacia una mejor salud cardiovascular en España’ pone negro sobre blanco la situación de la salud cardiovascular en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Se trata de un documento encargado por la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (EFPIA) y Farmaindustria, y elaborado por la consultora PwC -en el que ha participado Sanidad, sociedades científicas, pacientes y médicos- que destaca la interdependencia entre las políticas cardiovasculares en España y en la UE.

Y en abril del año pasado, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó la ‘Estrategia en Salud Cardiovascular del Sistema Nacional de Salud (ESCAV)’ con el objetivo de lograr un cambio en la salud cardiovascular de la población y promover hábitos saludables. No en vano, España ha sido el primer país de la UE en aprobar una estrategia nacional sobre salud cardiovascular y el plan de ejecución de esta estrategia se está debatiendo en la actualidad.

En líneas generales, tenemos una excelente salud cardiovascular y un riesgo cardiovascular más bajo que el de otros países del sur de Europa. Ello se debe a una combinación de factores, donde la dieta que seguimos es más variada, con más fruta, más verduras, pescado, legumbres y menos comida procesada. Pero a pesar de estar en una situación buena respecto a los países de nuestro entorno, sí que existe una cierta preocupación porque en los últimos años hemos asistido a un repunte (también en Europa) en la incidencia de enfermedades cardiovasculares después de décadas de reducción de mortalidad. Creemos que ello puede estar relacionado con el hecho de que tenemos más sobrepeso y más obesidad en la población, enfermedades vinculadas a los síndromes cadiometabólicos”, explica Alessandro Sionis, jefe de Sección de la Unidad de Cuidados Agudos Cardiológicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El experto añade, además, que en los últimos 10 años el gasto sanitario en enfermedades cardiovasculares se ha incrementado un 20%, y que hay que abordar esta situación con políticas de salud a nivel nacional.

Ante este panorama, prevenir las enfermedades cardiovasculares se ha convertido en un reto, y Sionis apuesta por una inversión constante en la mejora de salud con unas buenas políticas de prevención primaria.

“Los pilares de la prevención primaria deberían ser la familia y la escuela, porque es un trabajo que tiene que empezar en la infancia, educando a los niños y acostumbrándolos a adoptar un estilo de vida saludable”, Sionis.

PREVENCIÓN DE EVENTOS CARDIOVASCULARES

“Un paciente que ya ha tenido un infarto tiene un riesgo del 20% de hacer un nuevo infarto en los próximos 12 meses. “No obstante, ese riesgo se puede reducir sustancialmente haciendo una muy buena prevención secundaria, controlando la tensión arterial, cambiando los hábitos de vida, dejando de fumar, comiendo bien o controlando los niveles de colesterol LDL (según datos recopilados entre 2017 y 2020, el 86 % de los pacientes con una enfermedad cardiovascular ateroesclerótica no alcanzan niveles idóneos de colesterol en el transcurso de dos años tras el diagnóstico)”, asegura Alessandro Sionis.

Según datos recopilados entre 2017 y 2020, el 86 % de los pacientes con una enfermedad cardiovascular ateroesclerótica no alcanzan niveles idóneos de colesterol en el transcurso de dos años tras el diagnóstico

La gestión de las enfermedades cardiovasculares (ECV) en España, al igual que en el resto de Europa, ha estado centrada principalmente en el tratamiento de episodios agudos, como los infartos de miocardio o las embolias, en lugar de hacerlo combinando la prevención y el tratamiento. Si un paciente sobrevive a un evento cardiovascular es muy importante prevenir que se repita, para ello se deben controlar los principales factores de riesgo como, por ejemplo, el colesterol LDL.

Según datos de 2015, el coste sanitario total relacionado con las ECV fue de 9.240 millones de euros en España, los casos de emergencia y hospitalización alcanzaron el 37 % (3.400 millones de euros) y la atención primaria y ambulatoria de estas enfermedades supuso solo el 25 % (2350 millones de euros). En 2022, solo la cardiopatía isquémica supuso costes de hospitalización de 694 millones de euros.

Estos datos apuntan que, dado que no existe un programa sistemático de diagnóstico precoz de ECV y de sus factores de riesgo, un porcentaje significativo de la carga de la enfermedad no se detecta. En España solo una de cada diez personas es consciente de sus niveles idóneos de colesterol y se calcula que alrededor de tres millones de casos de hipertensión (el 6 % de la población española) no están detectados.

Estrategia 556 en España: Tras el infarto, el paciente debería ser visitado entre las 4 y 6 semanas con una nueva analítica para ver si se ha alcanzado la reducción del colesterol con el tratamiento pautado tras el alta hospitalaria

Alessandro Sionis

El jefe de Sección de la Unidad de Cuidados Agudos Cardiológicos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona también recuerda que la reducción de la mortalidad por enfermedad cardiovascular en España, sobre todo a partir de los años 70 y 80, es más evidente cuando empieza a haber fármacos y cirugías para abordar dicha enfermedad. “Un 40% de la reducción de la mortalidad en las últimas décadas es atribuible a los tratamientos farmacológicos para tratar la hipertensión, la diabetes, la dislipidemia, los pacientes con infarto, la insuficiencia cardíaca… Todo ello, al final, tiene un impacto importante sobre la salud cardiovascular. Así, por ejemplo, ahora la mortalidad por infarto está en el 6%, mientras que en los años 90 estaba en el 15%”.

Aunque la tendencia va a la baja, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en nuestro país. 1 de cada tres muertes en España se debe a estas patologías, una cifra muy superior a todas las muertes causadas por el cáncer. Evitar estas muertes y mejorar la calidad de vida de las personas que sobreviven a un infarto, así como de sus cuidadores y familiares, tiene un impacto positivo tanto en nuestra sociedad como en la eficiencia del sistema sanitario.

LA ‘ESTRATEGIA 556’

El primer año después de un síndrome coronario agudo (SCA) es un periodo muy vulnerable para los pacientes. En este aspecto, las recomendaciones de las guías de la Sociedad Europea de Cardiología y Arterosclerosis reflejan una estrategia en 2 pasos, donde en un escenario ideal, el paciente alcanzaría su tratamiento farmacológico óptimo en menos de 12 semanas, que es el periodo más vulnerable de la vida del paciente post-infartado.

“Las guías europeas recomiendan, tras un infarto o ictus, alcanzar unos niveles de colesterol LDL inferiores a 55 miligramos por decilitro, y además recomiendan una reducción del colesterol de, como mínimo, el 50%. Tras el infarto, el paciente debería ser visitado entre las 4 y 6 semanas con una nueva analítica para ver si se ha alcanzado la reducción del colesterol con el tratamiento pautado tras el alta hospitalaria. De ahí el nombre de la ‘Estrategia 556’ en España”, señala Alessandro Sionis, uno de los autores de la estrategia.

Un paciente que ya ha tenido un infarto tiene un riesgo del 20% de hacer un nuevo infarto en los próximos 12 meses. No obstante, ese riesgo se puede reducir sustancialmente haciendo una muy buena prevención secundaria

Alessandro Sionis

Sanofi trabaja con los profesionales sanitarios para promover la ‘Estrategia 556’, cuyo objetivo es conseguir que todos los pacientes que han sufrido un síndrome coronario agudo alcancen el objetivo de cLDL por debajo de 55 mg/dL en un máximo de 6 semanas.

“Evitar muertes (13.463 personas murieron por un infarto de miocardio en 2021) y mejorar la calidad de vida de las personas que sobreviven a un infarto, así como de sus cuidadores y familiares, tiene un impacto positivo tanto en nuestra sociedad como en la eficiencia del sistema sanitario”, indica Shirley Gil Parrado.

Añade que Sanofi lleva años trabajando para mejorar la salud de las personas que sufren patologías cardiovasculares: colesterol mal controlado, diabetes e hipertensión, que son los tres factores de riesgo más importantes para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

“Trabajamos desde dos vertientes. Por un lado, generando conciencia entre la población sobre la importancia de cuidar la salud cardiovascular. Y por el otro, trabajando a diario para investigar y brindar tratamientos innovadores que mejoren la vida de las personas. Es un esfuerzo conjunto que debemos realizar a través de una alianza del sistema sanitario, los pacientes y la industria farmacéutica. No descansaremos hasta que las enfermedades cardiovasculares dejen de ser la principal causa de muerte en nuestro país”, concluye la directiva.


En el caso de las mujeres, el dolor en el pecho no es el único indicativo de infarto.

Reconocer los signos

Estos son los síntomas de infarto en mujeres y hombres

El tiempo es un factor clave de supervivencia al sufrir un infarto de miocardio. Precisamente por ello es necesario conocer las señales de esta enfermedad y aclarar que los síntomas no siempre son los mismos en los hombres que en las mujeres.

La primera hora es crítica y hay que actuar con mucha celeridad, de manera que es vital reconocer los síntomas y llamar lo antes posible al 112. Según la Fundación Española del Corazón, el intervalo de tiempo que transcurre desde que el paciente con infarto agudo de miocardio entra en un hospital hasta que recibe tratamiento resulta fundamental para su supervivencia y no debería ser superior a 90 minutos. A ese tiempo, de hecho, hay que sumarle también las dos o tres horas que suelen pasar desde que un paciente sufre un infarto hasta que llega al hospital.

Ahora bien, hay que aclarar algo que no suele saberse y es que, en la mayoría de las ocasiones, no se presentan todos los síntomas, sino una combinación de algunos de ellos; y que las manifestaciones no siempre son iguales en hombres y en mujeres. Esta percepción errónea, dificulta que estas últimas reciban el tratamiento adecuado.

De hecho, en el caso de las mujeres, el dolor en el pecho no es el único indicativo de infarto para poder identificar el ataque cardíaco cuando ocurre y aprender a reconocer sus signos y síntomas es vital para minimizar los riesgos y secuelas.

EN MUJERES…

Fatiga inusual o inexplicable, falta de aliento con o sin molestias en el pecho, náuseas o vómitos sin razón aparente, mareos o incluso dolor de mandíbula. Estos son algunos de los síntomas de un infarto de miocardio en las mujeres, lo que en ocasiones puede confundir y retrasar el diagnóstico por no asociarlos con el problema y achacar estas sensaciones al estrés, reflujo ácido o gripe.

También pueden sentir malestar en la boca del estómago, presión en el pecho o dolor que irradia hacia la espalda y que no remite con los movimientos ni con la respiración.

En otras ocasiones, es posible tener sudor frío. Estos primeros síntomas pueden manifestarse semanas o meses antes del infarto, de ahí la importancia de conocerlos.

EN HOMBRES…

Las señales de alarma más comunes son un dolor en el centro del pecho o en el lado izquierdo del tórax, que a veces irradia hacia el brazo izquierdo (a veces incluso al derecho), la mandíbula, espalda o cuello. Se trata de un dolor que se prolonga durante más de 20 minutos y que no cesa ni cambia con los movimientos o la respiración.

También es posible sufrir dolor en la parta alta del abdomen, tener dificultades para respirar, sudor frío, náuseas, vómitos, pulso cardíaco acelerado, pérdida de conocimiento.

Hay que tener en cuenta que no todas estas señales ocurren en cada ataque cardíaco y que, en ocasiones, estas aparecen y desaparecen. No obstante, reconocerlas a tiempo es fundamental para reducir el riesgo de daño cardíaco.

HÁBITOS PARA PREVENIR UN INFARTO

  • Seguir una alimentación variada y equilibrada. No deben faltar frutas, verduras, hortalizas, pescado, aceite de oliva, carne magra, cereales y lácteos. Y hay que evitar o reducir la sal, los azúcares y el alcohol.
  • Mantener un peso adecuado. Es recomendable practicar ejercicio a diario, adaptándolo a la edad y condición física de la persona.
  • Ojo con el abdomen. En mujeres el perímetro abdominal debe ser inferior a 88 cm y en hombres, 102.
  • Mantener a raya el colesterol y la glucosa. El colesterol en ayunas no debe superar 190 mg/dl y la glucosa 110 mg/dl. La dieta sana y el ejercicio son fundamentales.
  • Controlar la tensión. En las personas sanas la tensión debe estar por debajo de 140/90 mmHg. Si ya se ha sufrido un problema cardiovascular, cerebrovascular, renal o se es diabético, la tensión debe situarse por debajo de 130/80 mmHg.
  • No al tabaco. Fumar multiplica el riesgo de sufrir ataques cardiacos o cerebrales.
  • Tensión emocional. Es preciso controlar el estrés y ansiedad.

Fuente;https://especialsalud.elmundo.es/cardiologia/index.html#sec3

 

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