Legisladores manifestaron que, más allá del cambio de nombres, se requiere una política integral para disminuir la violencia delictiva. Desde el oficialismo, señalaron que el ministro «se fue por la puerta grande».

Carlos Aranda se mantuvo al frente del ministerio de Seguridad durante cuatro años. Uno de los ministros que más tiempo ha estado al frente de lo que suele considerarse una «papa caliente» por el grado de desgaste que tiene la gestión de la problemática delictiva.

A la hora de los balances, la oposición le pidió a Francisco Pérez que defina un plan de seguridad más que la confirmación de un nombre que esté al frente de la cartera que deja Aranda para disminuir los crecientes índices delictivos. En algunos casos, se reconoce el esfuerzo que le puso el ministro a la gestión. En el oficialismo, en tanto, destacan que Aranda «se fue por la puerta grande» porque consiguió que la tropa policial no se sublevara al igual que en otras provincias.

«Se hace necesario un cambio de política»

El diputado radical Luis Petri aseguró que la gestión de Aranda comenzó con un gobierno, que fue el de Celso Jaque, «que generó gran expectativa. Y no se cumplió». Petri -ahora en el Congreso de la Nación, pero en la Legislatura ha sido uno de los especialistas en seguridad- recalcó que el Gobierno provincial «ha administrado la inseguridad, pero no han luchado contra el crimen oganizado y no han prevenido el delito para anticiparse a los hechos. En definitiva, no han combatido. No han disminuido los niveles de seguridad, por el contrario, se han incrementado».

Y mientras todavía el funcionario que reemplace a Aranda está en carpeta, el radical consideró que «más que un cambio de nombre se hace necesario un cambio de política».

Según Petri, el Gobierno tiene una deuda pendiente que se sintetiza en estos puntos 1) Reformular Inteligencia Criminal 2) Revisar la currícula del Instituto de Seguridad Pública 3) Capacitación permanente de la policía 4) Mejorar los controles, dando más facultades a la Inspección General de Seguridad 5) Implementar la policia judicial 6) Establecer metas de desempeño en las comisarías 8) Reforzar las comisarías 9) Incorporar tecnología.

«Aranda tuvo una dinámica muy importante»

Otro de los especialistas en la Legislatura remarcó que, pese a ciertas diferencias políticas -es referente del peronismo no kirchnerista en Mendoza-, Aranda «es un hombre con el que me llevo muy bien, porque pensamos parecido en muchos temas y generamos un diálogo permanente, cosa que no hicieron otros ministros de seguridad». El que habla es Daniel Cassia, reconocido por su discurso de mano dura en materia delictiva.

Cassia señala que por «la gravedad de la seguridad pública, no es el problema de un apellido, de un ministro. Es de un gobierno, bajo un plan de seguridad integral», y en esa línea coincide con el radical Petri al menos en lo general. El justicialista disidente reconoció que Aranda «fue un funcionario con una dinámica muy importante, acorde al ministerio que le tocó conducir y no cualquiera puede tener esa dinámica».

El diputado provincial recalcó que hace falta un plan de seguridad nacional al que las provincias tienen que suscribir, y con el acuerdo de los tres poderes del Estado.

«Hay que hacer cirugía mayor. Un plan donde necesitás el abordaje desde todas las fuerzas de seguridad, con una legislación que hay que hacer cumplir, como la ley de Seguridad Interior. Para ello hay que reconocer una crisis, pero ningun gobernador quiere reconocer que hay una crisis», concluyó.

«El problema está en la cabeza»

Su padre fue el ministro de Seguridad con el que comenzó la gestión de Celso Jaque en 2007. Luego, la alianza entre peronistas y demócratas se quebró y entonces llegó Carlos Ciurca y su equipo -entre ellos, Carlos Aranda como jefe de Inteligencia Criminal- para hacerse cargo. El senador Carlos Aguinaga remarcó que «en un gobierno que no tiene rumbo y que no sabe qué hacer con la provincia, los ministros se convierten en víctimas del sistema impulsado por el gobernador».

Para el demócrata, «el problema está en la cabeza, más que en el ministro. Los ministros cumplen órdenes y si arriba no se sabe qué es lo que se quiere hacer…».

Aguinaga reconoció que Aranda «ha hecho un esfuerzo personal muy grande y eso todos se lo reconocen», pero insistió en que «el problema está en la falta de politica de seguridad. Es el gran deficit del gobierno. Acá lo que hace falta es un plan integral que vaya desde la prevención, que siga en el fortalecimiento de la policia, del poder judicial, y que termine en un sistema carcelario que logre el objetivo de resolución y no de posgrado en delincuencia. Y eso no depende de un ministro sino de un gobierno».

«Se fue por la puerta grande»

Claudio Díaz es miembro de la Bicameral de Seguridad en representación del oficialismo. Su lectura contrasta, por ello, con los análisis de la oposición. En primer lugar, el diputado justicialista recalcó que «el plan de seguridad está desde hace cuatro años y lo puso en marcha el anterior ministro, Carlos Ciurca, y se continuó con ese plan».

En defensa de Aranda, Díaz sostuvo que «los problemas de inseguridad son multicausales, no por una falta de plan. La oposición cambió siete ministros en una gestión. Si no hubiera habido plan, Aranda no hubiera durado cuatro años. Y se ha ido por la puerta grande. Muchos comisarios y jefes me han llamado prepocupados por la ida de Aranda, porque el afecto que generó en la feurza es muy importante. Eso hizo que la tropa no se sublevara y le respondiera».

El legislador de extracción sindical consideró en el balance que en la transición Ciurca-Aranda se mantuvo el mismo equipo y las mismas políticas. Pero valorizó principalmente en que el ministro saliente «le dio la articulación necesaria entre la fuerza policial, e incluso sus familias, con el poder político. Eso permitió el diálogo, sobre todo en este último conflicto».

«Los hechos de violencia que han habido en la provincia no son responsabilidad del ministro», definió el diputado que pertenece a la Corriente Peronista, el mismo sector interno donde se ubican Ciurca y Aranda.

A modo de remate, Díaz subrayó que Aranda «le cambio la cara al ministerio. Hoy la gente no está encarnizada con que la policía no funciona. La gente habla muy bien y esa jerarquización es producto de la gestión de Aranda».

«No hay ningún partido con un plan de seguridad»

El socialista Alberto Montbrún fue el más escéptico de todos los consultados. Al punto tal de definir que «Mendoza tuvo un ministro de seguridad con ideas claras en 1999, que fue Alejandro Cazabán. A partir de eso fue en contra del espiritu de la reforma policial».

El concejal del PS en Capital es otro de los referentes en materia de seguridad. Señaló que «lo que tiene que haber es «una reflexión profunda de la partidocracia en la Legislatura para definir un plan a 10 años, que implique la reconversión integral del modelo de seguridad en Mendoza».

«Todo cambio de ministro auspicia un cambio de política, pero a esta altura del partido uno es escéptico. Un ministro no es más que el gerente de un programa político. Simplemente arbitra, no conduce. No hay ningun partido que tenga plan de seguridad», subrayó el edil.

Montbrún recordó que la reforma policial tenía varios pilares importantes para modernizar la policía mendocina. Entre ellos, que los uniformados fueran oficiales y profesionales de grado universitario o la eliminación de los servicios extraordinarios -algo que sólo la Policía Metropolitana de Mauricio Macri logró, reconoció-. «La incorporación masiva a sido uno de los defectos de todos los gobernadores hasta la fecha», apuntó.

A ello, agregó una serie de factores que condicionan el contexto, a saber, el crecimiento de la vulnerabilidad y la marginalidad, la creciente presencia del narcotráfico. «Solo hace falta saber quién es el ministro que aguante un tiempo antes de irse desgastado», finalizó.

Fuente: El Sol