Un argentino del sur del Conurbano bonaerense, podría ser el primer empresario en el mundo en ser santificado.
Se trata de Enrique Shaw, Hijo de los argentinos Sara Tornquist Altgelt, de ascendencia alemana, y de Alejandro Shaw, escocesa y el, nacido en 1921 en París aunque pasó su vida en Berazategui, y tuvo un rol fundamental en el desarrollo de Rigolleau, la cristalería más conocida del país que el año próximo cumplirá 140 años. El Papa Francisco, lo declaró “venerable” en abril de 2021, y pronto podría ser nombrado beato.
Berazategui es un distrito muy ligado a la industria del vidrio. Y Rigolleau, su empresa central, contó durante 16 años con la dirección de un hombre muy particular: Enrique Shaw, laico, marino y empresario argentino. Era hijo y nieto de personas que tenían empresas, y se convirtió en una referencia dentro del mundo de la aristocracia argentina. Siendo heredero de todo eso, eligió el desapego de lo material y la austeridad como estilo de vida. Esto marca su personalidad, su desarrollo en los distintos ámbitos en los que estuvo y sobre todo el descubrimiento de la doctrina social de la iglesia, eso es lo que marcó su modo de conducirse, afirman quienes lo conocieron.
Promovió e impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia, fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), entidad que forma parte de la Unión Internacional de Empresarios (UNIAPAC). Además escribió numerosos libros y dio conferencias.
Desde muy joven comenzó a leer todo tipo de libros, especialmente de economía, política, filosofía, historia y ciencia. Siendo marino, una tarde del verano de 1939, en la biblioteca del Ocean de Mar del Plata, encuentra un libro del Cardenal Suhard sobre el rol y las responsabilidades del hombre cristiano en la vida. Allí conoció la Doctrina Social de la Iglesia y se produjo en él un convencimiento muy profundo sobre cuál debía ser su camino. Él siempre llamó a eso su «conversión definitiva».
Casado con Cecilia Bunge, con quien tuvo nueve hijos. En 1945 fue enviado por la Marina a la Universidad Estatal de Chicago en Estados Unidos para estudiar meteorología. Pero fue en ese año, cuando ya su familia estaba constituida y creciendo, cuando se produce la consolidación de ese rumbo en su vida: comprendió definitivamente que Dios le pedía un apostolado específico. En un principio creyó que debía hacerse obrero, pero un sacerdote, al ver su perfil, lo persuadió para que llevase el evangelio al mundo empresario al cual pertenecía su familia
Pidió la baja de la Marina y, de regreso en Argentina, ingresó como ejecutivo de las Cristalerías Rigolleau. En poco tiempo llegó a ser Director General y a conformar distintos directorios, especialmente de otras empresas familiares. Durante esos años, fue formando una espiritualidad propia relacionada con su vocación de empresario cristiano.
Pregonaba: “Hay que remediar las injusticias. […]. Considerar como deber de estado el ser eficientes; para poder distribuir más hay que producir más. Es necesario formar empresarios cristianos y darles un estilo de vida: contribuir a un mundo mejor, principalmente mediante la acción de cada empresario cristiano en su propia esfera. […]. Se debe crear la conciencia de una, función empresarial concebida cristianamente para lo cual tenemos que usar el método de la aplicación concreta. Hacer que la gente participe. El problema más agudo para nosotros y para otros países, sobre todo en los menos desarrollados, es la falta de gente capaz en los niveles más altos”.
En 1946 el Episcopado le encargó organizar con otros empresarios la ayuda a la Europa de posguerra, y en ese momento intentó crear una entidad activa para que los empresarios «fueran más cristianos». Gracias al estímulo del canónigo Cardijn, concretó su aspiración y, en 1952, y fue cuando fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, de la cual fue su primer presidente. Desplegó así una intensa acción evangelizadora dirigida a la clase empresarial del país como de América Latina, donde extendió el movimiento empresarial de la UNIAPAC, nacida en Europa pocos años antes.
“Que en la empresa haya una comunidad humana; que den al obrero el sentido de pertenencia a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función”. Manifestaba.
A fines de 1954, por razones que nunca se explicaron del todo, el presidente argentino Juan Domingo Perón rompió relaciones con la Iglesia católica e inició un enfrentamiento con la misma. A raíz de este enfrentamiento, el gobierno suprimió el carácter de días no laborables a ciertas festividades religiosas católicas, introdujo la ley de divorcio, permitió la apertura de establecimientos para ejercer la prostitución, prohibió las manifestaciones religiosas en los lugares públicos, y la municipalidad de Buenos Aires, entonces controlada por el Presidente de forma directa, prohibió a los comerciantes exponer pesebres u otras figuras religiosas en conmemoración de la Navidad.
El 7 de mayo de 1955, la situación conflictiva incluyó el injusto encarcelamiento de Enrique Shaw y otros miembros de la Acción Católica. La imputación por la cual los privaron de libertad, los hacinaron en un pabellón de comisaría y los sometieron a interrogatorios extenuantes, fue que la Acción Católica estaba llevando a cabo un complot para derrocar al presidente de la República. El arresto duró diez días. Al hacerse pública esa calumnia fueron dejados en libertad sin nunca probar nada de eso porque realmente nunca existió.
El proceso de canonización comenzó en 1967 por parte del sacerdote Francisco Rotger. Y estuvo cerrado hasta el año 1996 cuando Monseñor Iriarte comienza los pasos previos a la canonización.
A fines de 1996 Monseñor Rodhe prepara los testimonios y registros de la vida de Shaw para ser presentados en el Vaticano. El cardenal Jorge María Mejía quien fue su amigo en vida, funda la «Comisión Enrique Shaw». En el año 2000 el cardenal Mario Aurelio Poli presenta su parecer teológico de las obras escritas de Enrique Shaw. El 16 de julio, el cardenal Bergoglio peticiona el «nihil obstat» a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. El 25 de septiembre, el cardenal Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos envió el nihil obstat para la causa de beatificación y canonización del laico Enrique Ernesto Shaw. Esto significa que no hay ningún obstáculo en los dicasterios romanos, para la causa mencionada.
En enero de 2015 el Vaticano decretó la validez jurídica de la fase diocesana de la causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Enrique Shaw, sin ninguna corrección o pedido de ampliación de la documentación enviada por el Arzobispado de Buenos Aires.
Juan Navarro Floria, procurador de la causa, enfatizó que el proceso de canonización de Shaw en Buenos Aires se inició con el entonces Cardenal Bergoglio, quien será también el encargado de recibir la causa en Roma, ahora como Papa Francisco. Navarro Floria habló de Shaw como padre y laico: “Su familia fue lo más importante de su obra, mostró que la santidad es posible siendo laico” y agregó que “vivió de modo heroico las virtudes cotidianas”. Por último, le hizo un pedido al empresario Shaw: “Que nos conceda signos visibles de esa santidad”.
El 24 de abril de 2021 la Santa Sede reconoció las virtudes heroicas del hasta entonces, siervo de Dios, por lo que es venerable. El próximo paso para que Shaw sea considerado beato, será el estudio en Roma de un milagro que haya ocurrido por intercesión de Shaw. El proceso ordinario estará desarrollado por médicos, teólogos, obispos y cardenales, quienes darán su veredicto.
Personalmente fue una belleza de hallazgo eso de: “función empresarial concebida cristianamente”…y cristiano no es sinónimo de católico.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora Cultural – Artista Plástica.
bgenchi50@gmail.com
Puerto Madryn – Chubut.
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