En la recta final de un año en el que la industria automotriz corrió a toda velocidad, las empresas del sector comenzaron a poner el pie en el freno para llegar a la primera curva de 2014 con un ritmo de producción mucho menor que el actual.
De acuerdo con los cálculos sectoriales, de las fábricas argentinas saldrán entre 7 y 10% menos unidades que este año. Es una mala noticia para todos los eslabones de la cadena, desde los fabricantes de chapa (Acindar y Ternium, de Techint, son las principales proveedoras locales) hasta un amplio tejido compuesto por autopartistas de diverso tamaño que atienden a 11 terminales automotrices.
También para el Gobierno. Es que el sector, junto al campo, fue uno de los principales responsables del crecimiento económico durante casi todo el período kirchnerista. Tiene también otro lauro muy valorado por estos días: su capacidad para traer dólares a la economía a través de exportaciones en un contexto de problemas cambiarios.
Los empresarios autopartistas de Córdoba están entre los más preocupados. Aunque la actividad fabril en las terminales suele disminuir en el final del año, bautizaron a diciembre como el mes de las «megavacaciones». Una planilla con membrete de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes de esa provincia puso en blanco sobre negro la actualidad del sector y justifica esa nominación.
De acuerdo con sus números, a los que tuvo acceso LA NACION, este mes la planta de Fiat trabajará cuatro días con normalidad. El resto del mes aplicará suspensiones, y las vacaciones serán desde el 13 hasta el mismo día de enero. El resultado: de sus puertas saldrán 1700 unidades, mucho menos que las 6000 de noviembre y que las 11.000 de octubre.
Según el mismo informe, Renault planifica una caída de hasta el 25% en la producción del Clío, mientras que las vacaciones serán desde el próximo viernes hasta el 20 de enero. El presidente de la compañía, Thierry Koskas, reconoció esta semana en diálogo con periodistas que espera una baja en la planta de Córdoba, donde también produce los modelos Fluence y Kangoo. Según sus estimaciones, la producción de su empresa en 2014 bajará a 460 autos diarios, un 16 por ciento.
Mientras que la filial local de la alemana Volkswagen suspendió entre el 15 de noviembre y el 6 de enero la fabricación de la caja de cambios MQ200, que se exporta a Brasil, y la MQ250, con destino europeo. Por eso se planificó un nuevo esquema de trabajo: suspensión de una semana en octubre y vacaciones durante todo este mes.
Para los cordobeses, los problemas responden más a lo que ocurre del otro lado del río Iguazú que a las dificultades propias de la Argentina. Sucede que el 86% de las exportaciones del sector apuntan a Brasil, cuya demanda de autos viene en caída en medio de una contracción de la economía en el tercer trimestre.
De acuerdo con el último informe de Adefa, la asociación que reúne a los fabricantes de autos locales, el mes pasado la producción cayó 20,2%, en especial por las menores ventas al país vecino (en ese período las exportaciones se desplomaron un casi 25%). Aunque ese número no es suficiente contrapeso para impedir que las cifras de este año alcancen un nuevo récord, establece los parámetros a partir de los cuales las terminales piensan el negocio de cara a 2014.
DEBATE INDUSTRIAL
El declive del sector automotor fue uno de los temas de conversación en la 19a Conferencia Industrial, que se hizo el lunes y el martes en el hotel Sofitel de Los Cardales. El encargado de las ventas de una de las principales productoras de chapa del país, que se definía como la persona cuya tarea era «traer los porotos», refunfuñaba por los pasillos que las automotrices aún no habían definido sus programas de producción para el año próximo, algo que en ocasiones anteriores habitualmente estaba definido a estas alturas. Recordaba que «en otras épocas había mucha preocupación por asegurarse el producto, algo que no pasa ahora».
En su lista, de la que excluía a Toyota, las más comprometidas eran las compañías con plantas en Córdoba.
La menor demanda brasileña coincide con los planes del Gobierno, que quiere aplicar una alícuota de impuestos internos de 30% a los autos de entre $ 170.000 y 210.000 a la salida de fábrica, y otra de 50% a los que están por encima del último número. Se trata de una más de las medidas que surgieron de la inspiración oficial para contener la salida de divisas que se ven por las importaciones.
Para los concesionarios, es una medida que enfriará aún más un sector cuya temperatura ya es templada. Según Acara, la asociación que reúne a los vendedores de autos, el impuesto ocasionará una caída de hasta 50% en las ventas de los vehículos afectados, sobre un total de 148 modelos (de producción local, pero sobre todo importados) que representan entre 24 y 27% de los patentamientos.
PIDEN MÁS CAMBIOS EN EL IMPUESTO
Aprovechando que el Senado postergó hasta el 18 de este mes el tratamiento del proyecto que grava con una alícuota de hasta el 50% la venta de autos de alta gama (valor superior a $ 170.000) nacionales o importados, las automotrices reunidas en la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) pidieron reuniones con los ministros Axel Kicillof (Economía) y Débora Giorgi (Industria), y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Quieren que el Gobierno diferencie en la ley los autos nacionales de los importados.
Según confiaron fuentes del mercado a LA NACION, desde el sector dicen que dejar a los vehículos producidos localmente fuera del impuesto podría generarle conflictos al país en la Organización Mundial del Comercio, por lo que estarían dispuestos a plantearle al Gobierno la aplicación de una alícuota diferenciada de aquella que vaya a aplicarse a los autos importados.
Fuente: La Nación
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