Cuando hablamos del virus del herpes simple tipo 1, hacemos referencia al virus que causa el herpes labial. Se transmite principalmente por contacto de boca a boca y causa las llamadas «calenturas», aunque también puede provocar herpes genital.1
En el caso del virus del herpes simple tipo 2, hablamos de un virus que se contagia a través de las relaciones sexuales sin protección y causa herpes genitales.1
El herpes simple tipo 3, o virus de la varicela zóster, provoca, además de la varicela en la primera infección, otra enfermedad que llamamos herpes zóster o «culebrilla» cuando se reactiva. Normalmente en la infancia, nos infectamos de este virus, contrayendo la varicela y apareciendo síntomas como fiebre, manchas costrosas con un color rojo, dolor de garganta o dolor de cabeza. La varicela acaba desapareciendo, pero el virus no se elimina, sino que se queda adormecido en nuestro organismo y con el paso del tiempo, sobre todo en mayores de 50 años y pacientes inmunocomprometidos, puede reactivarse en forma de pequeñas ampollas, normalmente restringidas a una única parte del cuerpo como son la espalda o la cara.2-4
Un 90% de la población española mayor de 50 años es portadora del virus de la varicela zóster, hayan pasado la varicela con síntomas o de forma asintomática.5
Además, cabe destacar que una persona que esté teniendo un herpes zóster, puede contagiar una varicela, pero no el herpes zóster, es decir, un paciente adulto con un herpes zóster activo podría llegar a contagiar a una persona que no haya pasado anteriormente la varicela y provocarle esta enfermedad, si aún no la ha sufrido, pero el herpes zóster como tal no se puede contagiar.1
SÍNTOMAS DEL HERPES ZÓSTER Y CÓMO IDENTIFICARLO
El primer síntoma que sufre un paciente con un herpes zóster es un dolor ardiente, intenso y punzante en la zona donde la erupción del herpes zóster va a aparecer.5
Aunque se puede confundir con otras dolencias, al cabo de unos días la zona se enrojece y aparecen unas pequeñas ampollas agrupadas similares a las de la varicela y que no suelen extenderse a otras partes del cuerpo. Por lo general, aparecen alrededor de la cintura o en la espalda y con menos frecuencia en otras partes del cuerpo como los brazos o la cara.5,6
El dolor y el sarpullido suelen desaparecer entre dos y cuatro semanas después del brote,7 aunque es recomendable acudir de manera inmediata al centro de salud u hospital más cercano una vez que comienzan los síntomas del herpes zóster, para comenzar con un tratamiento con antivirales en las primeras 72 horas, ya que estos podrían reducir el tiempo de duración de los síntomas.4,6
Es cierto que hasta un 30% de los pacientes continúan sufriendo dolor durante, al menos, 3 meses después de que el sarpullido desaparezca. Esta complicación es la más común y se conoce como neuralgia postherpética, la cual se caracteriza por un dolor que puede ser de leve a insoportable, constante, intermitente o desencadenado por estímulos triviales. Se describe como una sensación eléctrica, ardiente o punzante en la zona afectada y que persiste durante meses o incluso años.2,4,7
Para más información, consulta con tu médico y visita la web www.virusherpeszoster.es
Fuente:https://www.elmundo.es/uestudio/2023/04/10/6433f318e4d4d84c0b8b4592.html
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