No todos los dinosaurios desaparecieron hace sesenta y seis millones de años, abatidos por los efectos de la caída de un meteorito o por erupciones volcánicas masivas. Un grupo de dinosaurios ha sobrevivido, y sus descendientes acuden arrullando al amanecer a tu balcón.

El término dinosaurio apareció en 1842 de la pluma del inglés Richard Owen, uno de los pioneros de la paleontología. Designa un conjunto de animales más o menos espectaculares que se han convertido en sinónimo de animal prehistórico extinguido. Sin embargo, sigue muy vivo el grupo de los dinosaurios aviares, más conocidos bajo el nombre de aves. Y no todos los animales extintos eran dinosaurios. Los vertebrados voladores como los pterodáctilos y los vertebrados marinos como los ictiosaurios o los plesiosaurios no eran dinosaurios sino que inspiraron una famosa escena de batalla naval de Julio Verne en su Viaje al centro de la Tierra .
El cine y la literatura han retomado abundantemente este tema de especies desconocidas o especies extinguidas que sobreviven en un espacio aislado y protegido. Baste mencionar “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, o los dinosaurios a los que se enfrenta King Kong en la película del mismo nombre.
Sin embargo, sucede que la realidad se encuentra con la ficción, como cuando se descubrieron ejemplares vivos de celacanto en 1938. Los fósiles de este pez habían sido descubiertos en el siglo XIX por Louis Agassiz y se creía que la especie se había extinguido durante millones de años, mientras que ella había sobrevivido en los mares profundos. Quedan muchas especies por descubrir: el okapi solo se conoce desde hace un siglo.
El conocimiento de los dinosaurios ha avanzado mucho en los últimos años gracias a unos fósiles con plumas muy bien conservados. Los dinosaurios emplumados se conocen desde el descubrimiento del Archaeopteryx hace siglo y medio, pero hasta hace veinte años se desconocía cuántas especies tenían plumas, empezando por los famosos tiranosaurios y velociraptores. Sus plumas no eran necesariamente útiles para volar o planear. ¡Imagina un tiranosaurio volador! De hecho, las plumas sirvieron primero como protección y aislamiento térmico para los dinosaurios, y luego permitieron volar a ciertas especies; esto se llama exaptación.
Tras la desaparición de los dinosaurios no aviares, cubiertos o no de plumas, las especies supervivientes se apoderaron de los nichos ecológicos que quedaron vacíos. Las aves ocuparon el de las especies voladoras, compitiendo apenas con los murciélagos. También hay que recordar que las primeras aves tenían dientes, como el hesperornis. El abanico de especies de aves iba desde colibríes hasta pájaros gigantes, algunos de los cuales medían 3 metros de altura y media tonelada de peso, como el aepyornis. Las aves carnívoras como los gastornis ocuparon el lugar de los dinosaurios depredadores antes de ser competido por los mamíferos. Aves gigantes sobrevivieron más tiempo en islas como la moaCasuario de Nueva Zelanda o Nueva Guinea.
La sola observación de la pata de un pájaro recuerda el origen dinosaurio de las aves. En cuanto a los mamíferos, descienden de los reptiles mamíferos, y parte de su cerebro se denomina cerebro reptiliano. Los dinosaurios y sus primos fósiles todavía tienen mucho que enseñarnos.
Todo esto no lo afirmo yo claro!!!
Quien lo escribe es Luc Menapace, responsable de las colecciones de biología del departamento de Ciencia y Tecnología de la Biblioteca Nacional de Francia. Jefe de colecciones: ciencias biológicas, paleontología y con varios libros publicados!
Entonces: Hay dinosaurios vivos!

Gentileza:

Beatriz Genchi

Museóloga – Gestora cultural.
bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.