En Mar del Plata siguen la tradición y tiene un igual sentido que en la tierra de origen. Desde 1954 la Unión Regional Valenciana de Mar del Plata celebra su Semana Fallera.
Las originales, las españolas fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, las Fallas tienen un origen incierto. Pero de lo que no cabe duda es que son, desde hace cientos de años, la fiesta grande de Valencia, marcada por el fuego y la pirotecnia.
La palabra valenciana falla deriva del latín facula, que significa «antorcha». El significado originario de este término era precisamente ese: se trataba de las antorchas que se colocaban en lo alto de las torres de vigilancia romanas. Con el paso de los siglos, el concepto ha ido evolucionando hasta dar nombre a las fiestas de San José, siendo especialmente famosas las que se celebran en la ciudad de Valencia.
La denominación de fallas corresponde a las construcciones artísticas de un material combustible, que representan figuras (ninots del valenciano «muñeco») normalmente algo satíricas y sobre temas de actualidad que luego serán incendiadas, con un propósito purificador.
Del origen realmente hay decenas de versiones. Una de las más conocidas es, sin lugar a dudas, una antigua costumbre de los carpinteros que, en vísperas de la festividad de su patrón, San José, celebrada el 19 de marzo, quemaban trastos viejos a las puertas de los talleres para celebrar el fin del invierno. Junto con los restos de madera se colocaban unos candiles que sostenían en un palo, a modo de candelabro, llamado estayo parot. Esta tradición aparece por primera vez en la Guía urbana de Valencia: antigua y moderna, escrita por el marqués de Cruilles en 1876. Con el paso del tiempo, aunque tampoco se puede afirmar con seguridad, se añadió una figura humana vestida, lo que dio lugar a la aparición del primer ninot y la primera falla propiamente dicha.
Otra hipótesis sugiere que las fallas tienen su origen en un pelele satírico que se lanzaba a una hoguera. Esta era una vieja tradición europea, pero en la Valencia del siglo XIX era costumbre colgar monigotes grotescos en ventanas y balcones durante la Cuaresma ya que un bando de 1740 prohibía las fallas u hogueras por motivos de seguridad a causa de la estrechez de las calles; también lo decía la ordenanza del 13 de marzo de 1784: «No se permiten hacer fallas por las calles en la noche víspera de San Josep, sino en las Plazas». En 1851 se emitió una orden del Corregidor de Valencia por la cual se prohibía encender cualquier tipo de hoguera sin el expreso permiso de la autoridad.
Existe otra hipótesis que sitúa el posible origen de las fallas en las celebraciones de los equinoccios y solsticios, fechas en las que era costumbre encender hogueras. Suponiendo que esto sea cierto, se podría establecer una relación entre las hogueras que se encendían durante el solsticio de verano en la festividad de San Juan y las del equinoccio de primavera en la festividad de San José.
Actualmente en Valencia, durante las semanas previas a las festividades de las fallas se realiza una exposición compuesta por ninots de todas las comisiones falleras de la ciudad en un recinto ubicado en el Museo Príncipe Felipe en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Dos ninots de dicha exposición, un representante de las fallas infantiles y otro por el resto, son seleccionados por los visitantes mediante voto para salvarlos de las llamas, al igual que los ninots seleccionados por las falleras mayores en cada comisión la noche previa a la cremá (del valenciano popular, de cremada, «quemada»): los ninots indultados.
En 2022 volvió a arder la Falla Valenciana en la noche marplatense. Después de dos años sin celebrarse a causa de la pandemia, y tras sufrir una postergación de 24 horas debido a un temporal, la tradicional Falla Valenciana regresó a la noche de la ciudad, con la quema de una estructura de más de ocho metros de altura, inspirada en esta ocasión en cuentos infantiles. Fue acompañada con un «show de luces» que reemplaza a los fuegos artificiales.
La estructura, llamada «Cuentos que cuentan cuentos», ardió para cumplir con el objetivo simbólico de la tradicional ceremonia valenciana: «Dejar todo aquello negativo o malo plasmado en imágenes, y a través del fuego limpiar un nuevo año».
Una princesa encerrada en su torre, un pirata, un Pinocho y un enano de Blancanieves fueron algunos de los típicos muñecos que formaron la hoguera, diseñados este año por Adrián Mas Reyes artista y realizador del evento.
En esa edición, los organizadores colocaron además un buzón en el que cientos de personas depositaron mensajes y también barbijos que ya no utilizaban, para simbolizaron que queda atrás la pandemia que durante dos años obligó a suspender los festejos valencianos y tantos, pero tantos otros.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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