Representante de la “savia nueva” artística, el destacado coreógrafo cumplirá ahora su gran anhelo y dejará su huella, como el director más joven de la Fiesta Nacional de la Vendimia.
Con 39 años, Franco Agüero comienza a dejar su nombre escrito en la historia, como el director más joven de la Fiesta Nacional de la Vendimia. Un festejo icónico de la tierra mendocina, que tras 87 años de ser celebrado oficialmente, sigue cautivando al público local e internacional, por las características del espectáculo artístico.
A la manera de un guión vendimial, con cuadros artísticos que se eslabonan entre sí, la historia de Franco tiene capítulos que permiten entender cómo es su pasado y presente. Por estos días, su capítulo es uno lleno de adrenalina, corriendo de ensayo a ensayo y durmiendo poco, desvelado por ofrecer una fiesta llena de belleza artística.
Danzar parte de su ADN
Hacia el Norte provincial, pasando el Zanjón de Los Ciruelos, se encuentra el Barrio Borrego de Las Heras y ahí, la casa en la que vivía de niño, el actual director general de la Fiesta Nacional de la Vendimia. Hace 33 años, un Franco Agüero de 6, meditaba la forma en que daría gusto a su papá y a su deseo que su hijo tomara clases de danza.
“A papá le enseñó a bailar mi abuela. Él amaba danzar, pero no se pudo dedicar profesionalmente porque eran una familia sin recursos, tuvo que trabajar y no quedó tiempo para estudiar”. Sin darse cuenta, y aunque al principio renegaba de ir a danza, prometiendo internamente que solo serían unas pocas clases, se convirtió en un bailarín. Al principio, fue para cumplir con ese anhelo paterno, luego ya la danza lo había conquistado como esos amores para toda la vida.
Don Agüero padre, lo había inscripto en la escuela de danza del barrio. La Escuela Patria Nueva, tenía en su directora, la profesora Teresa Lottuca, una dedicada maestra creadora de talentos. En el ambiente artístico se sabía, quienes entraban a su escuela salían buenos y buenas para el baile folclórico. De allí, se pasaba al prestigioso ballet Cintas Argentinas, como lo hizo el propio Franco. El día en que él pisó por primera vez el garaje en el que Teresa enseñaba el arte de bailar, sin saberlo, estaba iniciando un romance con la danza. “Fui solo a probar un par de clases y me terminó gustando”, confiesa con esa timidez que se esfuma cuando pisa un escenario o asume ahora él, su rol de maestro.
Paso a paso
Franco Agüero aprendió a bailar con tanta destreza, que rápidamente pasó al emblemático “Cintas Argentinas”, completando varias giras y presentaciones nacionales, incluyendo el preciado Cosquín. Con el tiempo, su dedicación y capacidad lo llevarían a convertirse en el director de ese afamado ballet.
A partir de ahí, un deseo empezó a germinar y dedicó año a año de su formación, para encaminar su gran sueño: podía cerrar los ojos y verse dirigiendo la Fiesta Nacional de la Vendimia. Ahora, es una realidad con sus ojos muy abiertos, pero todo fue paso a paso.
“Integré varios ballets, hasta que pasé a formar parte del Ballet de la Ciudad de Mendoza”. Y como Franco ya tenía un sueño que le marcaba la dirección de sus pasos, concursó como director y consiguió el cargo. Actualmente, es director del Ballet de Lavalle, pero la danza además de una pasión, ha sido un puente para su sueño vendimial.
“Estoy cumpliendo mi sueño”
“Cuando era muy chico veía la Vendimia por televisión y bailaba folclore desde casa”. Hoy Franco confiesa: “dirigir la máxima festividad de mendocinos y mendocinas era mi gran sueño y lo estoy cumpliendo”.
Si bien Franco residió toda su vida en Las Heras, su papá es oriundo de Lavalle. Contar con familia allí le permitió tener la experiencia cercana de la tierra y sus frutos. “En Lavalle siempre pasaba por donde hay viñedos y veía a la gente cosechando, a los contratistas, las máquinas trabajando. Ese fue un incentivo desde pequeño”. Ser parte de quienes cuentan la historia y las tradiciones mendocinas, en la Fiesta que mejor expresa los sentires de un pueblo, se convirtió en una meta a alcanzar. También, sus padres eran devotos de la Vendimia, como hecho artístico y cultural y vislumbraban que aquel hijo comenzaba a tejer su historia personal y profesional en torno a la Fiesta.
Franco, hombre de modales cordiales, combina una sonrisa apacible con una mirada sostenida, como quien tiene claro sus próximos pasos. A días de dirigir la Fiesta Nacional de la Vendimia 2023, afirma que en la misma no faltarán los temas tradicionales, pero su deseo es que nada sea aleatorio. “Con mi equipo nos hemos puesto como objetivo, dejar un mensaje de conciencia y de identidad en cada cuadro, para que se hable de quiénes somos los mendocinos y las mendocinas. No hay ningún cuadro que esté al azar, que no tenga conexión y mensaje,y con la palabra en boca de personajes fuertes”. La aspiración es que la gente se lleve la historia cuando vuelva a su casa.
El amor en Vendimia
El sábado 5 de marzo de 2016, luego de la “Vendimia de la Identidad”, Rocío Fuster de Lavalle, era coronada Virreina Nacional de la Vendimia y la Reina Nacional era la lujanina, Giuliana Lucoski. Era la edición número 80 de la Fiesta, dirigida aquel año por Alejandro Grigor.
Franco Agüero, fue precisamente el coreógrafo general de esa Fiesta Nacional de la Vendimia, venía de cumplir idéntico rol en la Vendimia departamental “Lavalle, tierra de sueños”. Llegaba a la Vendimia Central, precedido de una bien ganada reputación profesional, que le hizo depositario de la confianza de Grigor para esa preciada responsabilidad.
Cuentan los “duendes vendimiales” que en la fiesta lavallina y luego en el Frank Romero Day, la Vendimia cruzó los caminos de Rocío Fuster con Franco Agüero. Entre las corridas de los ensayos y la puesta a punto de cuadros de baile que lo ocupaban a él y las actividades protocolares de la soberana, hubo sin embargo tiempo para que las miradas se encontraran. Y la cosecha fue un gran amor compartido. Franco no recuerda quién dio el primer paso, pero sospecha que tal vez haya sido él, “porque soy bastante caradura”.
Tal vez la pasión que ambos profesan por la Vendimia, haya sido un buen punto de partida para la unión. Hoy ya conviven y Franco confiesa que en su hogar sí se puede hablar de trabajo. “En casa se respira Vendimia, es un amor incondicional que ambos compartimos y es un tema siempre presente”.
Trabajar en Vendimia
“Mi primer Vendimia la hice a los 15 años, en 1999 y me quedé fascinado”. Sin embargo, su corta edad era un inconveniente y al año siguiente no lo dejaron participar. Franco recuerda con risas, “anduve molestando a todo el mundo hasta que me dieron la posibilidad de ser acomodador en las gradas. Trabajaba por las monedas de los turistas, porque no me quería perder la Vendimia”.
Luego sería bailarín, monitor, coreógrafo, coreógrafo general de vendimias nacionales y departamentales. Estuvo en las gradas y en el escenario, en muchos de los roles que colaboran a crear la magia de la Fiesta. “Dirigir la Nacional era el eslabón final que me faltaba para completar la carrera”, explica con una clara emoción.
“A medida que iba haciendo Vendimias, año tras año, utilizaba los momentos que concedían para el descanso para ponerme a observar qué hacía el coreógrafo. Cómo hablaba el director y lo fui capitalizando, convirtiéndolo en un objetivo a lograr, ser uno de los directores más jóvenes”.
Perseverante, empezó a trabajar para cumplir su sueño. Elegido para dirigir la Fiesta en 2023, recuerda, “nos presentamos en los 4 años anteriores, con cuatro libretos distintos. Fui aprendiendo cómo trabajar el libreto, cómo trabajar la puesta artística, la imagen, como poder defenderla ante un jurado. Y en el último intento se dio”.
Franco afirma que hay que estudiar y observar y estar bien rodeado. “Detrás de todos los directores con experiencia hay coreógrafos y puestistas que trabajaron a su par, aprendiendo de sus enseñanzas”. Tuvo la oportunidad de trabajar con maestros y maestras. Fue puestista de Vilma Rúpolo, Guillermo Troncoso, Alejandro Grigor y coreógrafo de Héctor Moreno. “Hoy me siento capaz de ser el director general gracias a que me dejaron aprender, a que fueron generosos”.
Ocupar varios roles no solo le permitió tener una mirada más global de la Fiesta y aprender de cada maestro y maestra. Convencido de que cada persona y función importa, declara que “la Vendimia es del equipo, no del director”. Franco afirma, “más allá de que yo tengo la responsabilidad de la decisión final, creo que cada integrante del equipo con el que trabajo es el o la mejor en lo que hace, que hay que saber escuchar y ser constructivo”.
Su momento
Finalmente, llega el momento de cumplir sueños familiares y personales forjados desde los 6 años, ser protagonista en la dirección de la mayor Fiesta provincial. “Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza” es la propuesta que Franco Agüero y equipo presentarán en el teatro griego Frank Romero Day. El desafío a cumplir por el equipo que comanda será “contar la misma historia de siempre, pero por el lado B, sin perder la esencia de la bella tradición que es Vendimia, un género único que tenemos”. Franco concluye la idea y enuncia, “sin perder el mensaje que nos identifica como mendocinos, vamos a tratar de darle una impronta diferente. Hay muchas cosas que pasan alrededor de la Vendimia, que aportan al producto y que no se cuentan.”
Incluso, el contar lo mismo con el aporte de “nuevos modos de mostrar”. Desde hace tiempo, al público teatral de la Fiesta presente en las gradas y cerros, se viene agregando un público televisivo, mucho más masivo. Por ello ha sido muy importante el trabajo realizado junto a Sergio Sánchez, director audiovisual del staff, para que la tecnología juegue un papel especial. Franco avisa: “queremos que la gente en sus casas pueda ver cosas que en el teatro griego no se alcanzan a apreciar”.
Cuando el Acto Central del sábado 4 de marzo de 2023 haya concluido y suenen los acordes del Canto a Mendoza, aquel niño que aprendió a bailar para cumplir sueños, saludará desde el escenario. Sabrá internamente, que ha saldado todas las promesas e ilusiones. “En ese momento estaré pensando en mi padre y en mi hermano, presentes en las gradas acompañando, en Rocío y en mi madre que está en el cielo, a la que en vida le prometí que iba a ser director de una Vendimia Central”.
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