Tras sus vacaciones en Brasil, la exministra se mete de lleno en la campaña presidencial y mide fuerzas con el jefe de gobierno porteño; se alojará desde el lunes en la casa del exmandatario en Cumelén
Lo conversaron hace unos días y confirmaron la reserva. Las fechas de la cumbre ya estaban bloqueadas en sus agendas desde fines del año pasado, pero en las últimas horas hubo novedades significativas. Así como se vio con Horacio Rodríguez Larreta hace dos semanas en el country de Cumelén, donde el jefe porteño alquiló una vivienda para descansar junto a su pareja, Mauricio Macri se alista para recibir el lunes a otra de sus herederas en Pro: Patricia Bullrich. Pero esta vez marcará una diferencia respecto del trato que le propinó a Larreta. Macri le ofreció a su exministra que se hospede en su casa durante los dos días que estará en Villa La Angostura. Un gesto sugestivo en medio de las tensiones que provoca en el universo de Pro cada movimiento de piezas del expresidente, quien juega al misterio sobre su futuro electoral y aún se mantiene en el rol de árbitro.
En el entorno que rodea a la titular de Pro miran con optimismo el escenario electoral. Existe un clima de entusiasmo y confianza en sus filas. Argumentan que, según los sondeos que manejan, Bullrich tuvo un crecimiento sostenido y que desplazó a Larreta del primer puesto de la grilla de largada. También lucen conformes con el apoyo de empresarios. Esos aportes de fondos son claves para una campaña nacional. Ahora, asumen, la titular de Pro lidiará con el desafío de sostenerse, blindarse de los golpes internos y evitar los errores no forzados que acoten sus posibilidades electorales.
Cerca de Macri insisten en que el expresidente no acelerará los tiempos y que aún no decidió si tiene ambiciones de volver a la carrera. Bullrich irá a Cumelén acompañada por su marido, el abogado Guillermo Yanco, y se hospedará desde el 23 hasta la noche del 24 del corriente mes en el paradisíaco lugar de descanso de Macri. Por un tema de pasajes, se quedará unas horas menos de lo previsto inicialmente. “La va a secuestrar”, deslizan con tono jocoso cerca de Bullrich.
Pero mañana reactivará el modo campaña con su visita a Corrientes, donde será recibida por el gobernador radical Gustavo Valdés. En pleno tironeo con Gerardo Morales por el liderazgo de la UCR, Valdés le avisó a Bullrich que se entrene para bailar juntos en la fiesta nacional del Chamamé. A la exministra no le preocupó la foto “beatle” en Mar del Plata, pero, desde Brasil, jugó a fondo para evidenciar que Larreta estaba detrás de la avanzada de Omar de Marchi en Mendoza contra su socio más estrecho en la UCR: Alfredo Cornejo. De hecho, encabezó hoy una reunión de la mesa nacional de Pro para debatir sobre la crisis en ese distrito. Según sintetizan cerca de ella, deslizó que sería un error que De Marchi juegue por afuera de la coalición y pidió que se respeten los reglamentos ya escritos. Es decir, hizo un tiro por elevación para reclamarle a Larreta que discipline a su aliado.
Diferencias con Larreta
Mientras Larreta se mostró hiperactivo durante los últimos quince días, una táctica con la que intenta reconectarse con el electorado y mejorar sus chances, Bullrich apostó por una estrategia distinta. Después de un 2022 cargado de apariciones mediáticas y giras por el interior, en la que logró posicionarse en la grilla presidencial, prefirió apagar los motores para darle un “respiro” a la ciudadanía de las discusiones políticas y no desgastar su figura. En su mesa chica consideran que la sobreexposición lleva a cometer errores. De hecho, especulan que Larreta tropezó con su nuevo estilo de campaña, similar al que utilizó Luis Lacalle Pou en Uruguay. “Nuestra estrategia fue no cansar”, dicen. A su vez, observan una fórmula de posicionamiento errática del jefe porteño, que oscila entre el llamamiento a terminar con el ciclo de la grieta y la polarización con el kirchnerismo. “Horacio necesita dar un golpe de efecto antes de marzo”, aventuran los detractores de Larreta.
Ahora, cuando faltan siete meses para las PASO, Bullrich se meterá de lleno en la campaña. Pero con un formato distinto al tradicional de un político en verano. Después del test en Corrientes, irá a ver a Macri. Y, luego, hará una gira por la Costa Atlántica, donde prevé pasar por localidades más pequeñas, como Mar Chiquita, y no tanto por los grandes centros turísticos. En ese raid electoral podría verse con Maximiliano Abad, titular de la UCR bonaerense y aspirante a gobernador. Otro intento de acercamiento al radicalismo.
El rol de Macri
Envalentonada con las encuestas, Bullrich confía en su filosofía política para sumar adeptos a su proyecto nacional. En su equipo sospechan que existen altas posibilidades de que Macri no se presente como candidato. Esas son las señales que reciben del búnker del fundador de Pro. Además, manejan información de que Macri aún no habría iniciado sondeos para recaudar fondos y que existe un clima de desánimo entre sus excolaboradores. Pese a esas especulaciones, se alistan para competir con cualquier aspirante de JxC, incluso con el expresidente. En el larretismo observan con atención una cifra en los sondeos: qué porcentaje de votantes le sacaría Macri al alcalde y a Bullrich en caso de que decida jugar. Aventuran que la más perjudicada sería la titular de Pro. “Si está el original, ¿por qué elegirías la imitación?”, desliza un dirigente leal a Macri.
Al margen de esas discusiones, la exministra de Seguridad dosifica sus alineamientos electorales, como le recomienda Macri a sus interlocutores. Se mantiene cerca del radicalismo y preserva su vínculo con Javier Milei (La Libertad Avanza).
Después de su reaparición en Mar del Plata, donde presentó su libro Para qué, Macri regresó a su búnker en Cumelén. Cerca suyo creen que el evento en La Normandina del jueves fue una “demostración de fuerza”, que le permitió revalidar su centralidad en la oposición. Si bien se divierte, marca la cancha y juega sus cartas en el tablero de Pro, Macri se coloca en el rol de árbitro ecuánime. Por eso, dejó trascender su enojo con las versiones de un supuesto acercamiento con Larreta para explorar un acuerdo. Cómodo en el traje del gran elector, que contempla con indulgencia las peleas internas de los gestores de Pro, ve lo más probable una competencia entre Larreta y Bullrich. Sus laderos insisten en que solo ungirá a uno de los dos, en caso de que vea que alguno no garantiza el cambio, y que pide una “disputa leal y con altura”. En sus últimas charlas privadas con dirigentes aliados de Pro reiteró sus críticas al “populismo light” y renovó su ofensiva para evitar que la identidad de Pro se diluya. Lo perturba la incorporación de Martín Redrado a la Ciudad.
Lo cierto es que Macri mantiene a sus alfiles bajo la órbita del proyecto de Bullrich. Desde Hernán Lombardi hasta Federico Angelini o Humberto Schiavoni forman parte del equipo de la exministra. Si bien hay voces en Pro que notan “desorganización” en el esquema de Bullrich y creen que Larreta le absorbe dirigentes por un déficit de su armado territorial, Macri y los suyos perciben mejorías en la escudería de los “halcones”. Desde hace tiempo Macri tenía en la mira a Gerardo Milman, a quien Bullrich corrió del rol de jefe de campaña tras las denuncias del kirchnerismo por su personal de asesores. Por eso alentaba a Federico Pinedo como mediador. Está claro que Macri pide ser escuchado por aquellos que pretendan recibir su bendición.
A Milman lo reemplazó Juan Pablo Arenaza, el lugarteniente de Bullrich en la Ciudad. “Macri cree que hicimos bien los deberes”, dicen en el campamento de la exministra. En su tropa miran con atención los “guiños” del expresidente a María Eugenia Vidal. No solo que la suba al ring, sino que haya avalado que Vidal sume a Darío Nieto como armador.
Bullrich también cerró filas con Néstor Grindetti, intendente de Lanús, uno de los socios de Macri en Buenos Aires. En la pelea por la gobernación bonaerense impulsa a Grindetti, Joaquín de la Torre y Javier Iguacel. Y mantiene el diálogo con Cristian Ritondo, pese a los últimos cortocircuitos. Todos ellos compiten por el aval público de Macri. Aún no saben con qué criterio ungirán al eventual rival de Diego Santilli, la ficha de Larreta, para competir en las PASO.
Si bien sus laderos siguen en el esquema de Bullrich, Emilio Monzó descansa en Uruguay. Hace un mes recibió el último intento de seducción de los laderos del larretismo, que ahora apuestan a sumarlo más adelante. Tal vez, ya no para la instancia electoral. Monzó, quien ve que Bullrich mantiene la expectativa y a Macri, con una fuerte centralidad, definirá a fin de mes su futuro. Es más: encargó encuestas propias para evaluar el escenario. ¿Será el armador de Bullrich para reconquistar el poder nacional?
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