San Rafael, Mendoza viernes 29 de noviembre de 2024

¿QVE MIRAS BOBO?- Por:.Beatriz Genchi

Con la tensión de lo sucedido sobre el césped del Estadio Lusail todavía candente, Leo Messi pronunció una de las frases más virales del mundial de Qatar al futbolista holandés Wout Weghort. “¿Qué mira´ bobo?”, le espetó. Una expresión que rápidamente se viralizó en las redes sociales hasta el punto de descubrir una de las casualidades más sorprendentes de la historia del fútbol.

Y es que resulta que esas mismas palabras que articuló el destacado como mejor jugador del torneo aparecen labradas en piedra hace 450 años, en un medallón del monasterio de San Julián de Samos (Lugo), un edificio fundado en el siglo VI que fue reconstruido en el siglo XVI tras un incendio. Su autor fue el cantero Pedro Rodrigues.

La obra de arte recoge la expresión de forma circular en un ejemplo de lo que se conoce como “picaresca medieval”. Al parecer, tal y como detalla la web del que es el monasterio más antiguo habitado en la actualidad en España, Rodrigues pretendía con estas palabras bromear con los visitantes para instarles de esa manera a adentrarse en su interior.

El lugar en el que se encuentra el medallón de referencia esta en las orillas del río Sarria y es uno de los templos en pleno Camino de Santiago francés.

Esta inscripción claro que nada tiene que ver con el enojo de Messi, sino con la de un cantero. Porque, pese a que no hay una historia confirmada, todo apunta que esta injuriosa inscripción forma parte de una broma con la que el cantero Pedro Rodrigues quiso reírse de los mirones, según otra conjetura.

Para hablar solo un poquito de la noble profesión del hoy “ilustre” Rodrigues, se puede agregar: Debemos considerar la voz «cantero», como un término genérico que alude a todos aquellos profesionales que trabajan la piedra (canto), con fines constructivos, independientemente de su nivel de especialización o rango.

La mayor parte de la información que hoy poseemos sobre los canteros proviene de los fondos documentales de cada construcción. Habitualmente, las noticias más completas se guardaban en los libros de Actas Capitulares.

También podemos considerar documentos conservados en archivos municipales españoles, con algo que merece una especial atención por ser inédito: se trata de la lista de los «pedreros» de la Catedral de Sevilla por ejemplo, donde dice que estos profesionales fueron requeridos por los Reyes Católicos para que participaran en la Guerra de Granada, tallando proyectiles de piedra para la artillería. En este episodio bélico, tal como recoge la “Crónica de Juan II” (una obra de literatura medieval española), resultó decisivo el concurso de la artillería. Se trataba de un hecho que no era indiferente al colectivo de la cantería, ya que tradicionalmente se requerían los servicios de estos profesionales para tallar bolas de cañón.

Dentro de los canteros había distintas categorías, la primera división surge entre los canteros que extraían la piedra de las canteras, los sacadores, y los que trabajaban al pie de obra, en labores estrictamente constructivas. Hubo casos de sacadores que trabajaron en la obra y de canteros del taller que, puntualmente, extrajeron piedra de canteras; pero la existencia de una industria de la piedra, autónoma, en torno a las obras, hacia que crezcan los profesionales. Dentro del taller trabajaban los sencillos oficiales que —luego— fueron conocidos como moldureros, los entalladores y los asentadores. A los primeros correspondía las labores más duras y elementales, desbastando los bloques y, a lo sumo, realizando molduras. Los otros gozaban de una mayor cualificación: los entalladores realizaban los trabajos más complejos y delicados sobre la piedra, esencialmente elementos escultóricos y los asentadores dirigían las labores de montaje de los bloques en muros, pilares y bóvedas.

Del cantonero que nos ocupa solo podemos presumir que era: RODRÍGUEZ, Pedro: entallador documentado en nóminas de 1507 natural de Monforte. A esto nos lleva la inscripción que es uno de los hallazgos más curiosos del también llamado claustro de las Nereidas, completamente cubierto de una piedra muy trabajada. En el tramo de bóveda situado ante la puerta del refectorio se confirma la fecha de comienzo y final de la reconstrucción, así como el nombre del maestro de obras encargado de los trabajos. Desde el monasterio especifican que estos datos sólo se corresponden con la planta baja y que el nombre del pícaro arquitecto es el de “Pedro Rodrigues natural de Monforte”, tal y como aparece inscrito en la piedra del claustro.

Más allá de su importancia y de su huella en el arte, el monasterio de Samos o Nereidas encuentra un hueco en la historia de la picaresca medieval y hoy surge a la luz uniéndose con la actual.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora cultural.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

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