El Gobierno nacional está estudiando un plan de estabilización de la inflación para el mes de noviembre. En primer lugar, el ministro de Economía, Sergio Massa, dio señales de orden en el frente fiscal. La segunda fue la de lanzar medidas para acelerar la acumulación de reservas. Luego fue ajustando los controles al comercio exterior para conservar dólares.
En estos días se está discutiendo la conformación definitiva de un plan para frenar la inflación. Esto incluiría un acuerdo formalizado de precios y salarios que baje drásticamente la escalada de precios por cuatro meses.
Todo esto parte de la premisa de que la inflación responde en parte a un componente inercial y no se corregirá únicamente acomodando las variables macroeconómicas. Requiere de un plan integral y de shock que modere las expectativas y las remarcaciones preventivas.
“El impulso monetario, de origen fiscal, sería compatible con una inflación del 40% anual. Desde el Gobierno, actuaremos para mejorar el sistema cambiario y sobre los factores de inercia”, publicó en su cuenta de Twitter días atrás el secretario de Programación Económica, Gabriel Rubinstein.
En la misma línea, sostuvo que “atacando la inercia inflacionaria y procurando una razonable caída de márgenes empresariales, se puede lograr que la inflación real se acerque a la teórica».
Esta semana hubo una reunión de varias empresas importantes del país donde se habló de la puesta en marcha de este plan de estabilización. Luego de acomodar algunos precios relativos, la idea sería “parar la pelota por cuatro meses”. Es decir, un acuerdo de precios y salarios, que podría incluir también un sendero claro para el dólar y las tarifas que permita desindexar la economía y ponerle un freno a las remarcaciones preventivas.
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