La Princesa Diana llevó el vestido, conocido como vestido Klondike y el sombrero que lo complementaba en junio de 1983, en Edmonton, Alberta, Canadá, en un evento de gala de la época del Klondike. Una región muy famosa por ser el escenario de la Fiebre del oro. Cantidad de oro fue obtenida de forma continua en el área. En 1898, la población de Klondike había llegado a cerca de 40.000 habitantes, lo que amenazaba con causar una hambruna por haberse producido tal suceso. Por si les interesa el libro “Colmillo Blanco”, escrito por Jack London en 1906, está ambientado en este lugar y época.
El hecho es que el evento formaba parte de la gira real canadiense de los Príncipes de Gales de ese año. Diana escogió ese vestido de entre una selección de piezas de época que le llevó al Palacio de Kensington el «oscarizado» diseñador de vestuario John Bright, responsable del diseño de este vestido.
El conjunto estaba confeccionado en seda salvaje de colores rosa y durazno, con una sobrefalda abullonada y fruncida a ambos lados y en la espalda dejando entrever una enagua con volantes de encaje de seda y una cola; el cuello, el corpiño y los puños también estaban adornados con encaje. Se ajustaba a la figura gracias a un corpiño interior con varillas.
El sombrero era de paja de pétalos de color crema, adornado con cinta de raso, flores de seda y ramitas de perlas.
Lo fascinante de este vestido es que es quizás el único vestido que Diana usó que tenía alguna historia. Varios años antes, Francesca Annis usó el vestido por primera vez en «Lillie Langtry», una miniserie de trece capítulos de la BBC en 1978. La historia de Lillie Langtry, una mujer cuyo estatus de mera belleza la llevó no solo al escenario del teatro, sino a la cama del Príncipe de Gales (Eduardo VII), a otros asuntos, y al escandaloso centro de atención de la sociedad eduardiana (junto con sus propios “paparazzi”) es quizás extrañamente profético de la vida de Diana.
Además, ambas mujeres fueron los íconos de la moda de sus épocas. De hecho, Diana conocía la historia de Lillie Langtry, había visto a “Lillie” y el vestido que llevaba, y lo había elegido maliciosamente cuando se lo mostraron, mientras miraba una selección de vestidos creados por John Bright. Con picardía, le dijo al Sr. Bright que «ella no lo mencionaría en el palacio» en referencia a la historia del vestido. (Curiosamente, en «Lillie», Francesca Annis usa el vestido en una escena en la que el príncipe Louis, el tatarabuelo del príncipe Carlos, primero confiesa su amor por Lillie y ella luego le confiesa su deseo de tener una aventura con él). Diana sabía en ese momento acerca de Camilla Parker-Bowles, la amante del príncipe Carlos durante mucho tiempo y también sabía que la bisabuela de Camilla, Alice Keppel, junto con Lillie Langtry, habían sido amantes del tatarabuelo de Carlos, Eduardo VII.
De hecho, la historia del primer encuentro de Camilla con el Príncipe de Gales en 1972 es bien conocida. Camilla se presentó al Príncipe Carlos diciéndole que su bisabuela, Alice Keppel, había sido la amante de su tatarabuelo Eduardo VII, y terminó con el comentario «… ¿Qué le parece, señor?». Eduardo VII se sintió atraído en parte por Lillie Langtry y Alice Keppel porque ambas eran muy inteligentes y mentalmente interesantes. Alice Keppel, quien a diferencia de Lillie Langtry no era conocida como una gran belleza (su encanto no estaba en su apariencia), ella describió su relación con Eduardo VII como «… el rey había encontrado no solo una mujer quien, en el ocaso de su vida, lo excitaría físicamente además de relajarlo mentalmente, una rara combinación en sí misma”. y terminó también con el famoso comentario “…entonces, ¿qué le parece, señor?”.
De hecho, también hay otras conexiones entre la princesa Diana, el príncipe Carlos, Camilla Parker Bowles, Lillie Langtry, Alice Keppel, Eduardo VII y su esposa, la reina Alexandra. Por ejemplo, la Reina Alexandra fue la primera “Reina de Corazones”; Diana era otra.
Como dijo alguna vez un profesor de Harvard (y decimos en museología): “El contexto de cualquier objeto, ese es su valor”.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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