“La Monsa Lisa” hoy está vigilada por un sinfín de turistas y sus respectivos móviles, pero hubo un tiempo en el que no era el cuadro más famoso del mundo. En 1911, la Mona Lisa era muy conocida, pero no tenía la inmensa fama que tiene hoy. Su salto al estrellato y su transformación en icono de la cultura pop comenzó a labrarse un día de agosto de ese mismo año: el día en el que la obra maestra de Da Vinci desapareció del Louvre a plena luz del día.
El robo de la Gioconda dio la vuelta al mundo, y la pared vacía del museo parisino se convirtió en toda una atracción turística. El robo se produjo el 21 de agosto de 1911, y el museo no reabrió hasta el 29 de ese mismo mes. Esa jornada fue histórica, porque batió el récord de visitas, según cuenta R. A. Scotti en “El robo de la sonrisa: ¿Quién se llevó la Gioconda del Louvre?”.
La primera noticia del suceso que se publicó fue la del 24 de agosto (había llegado con dos días de retraso). En ella se hablaba de un “robo sensacional”. “Esta mañana se ha descubierto en el Museo del Louvre un robo sensacional. Del salón donde se exponen las muestras más admiradas de cada escuela, ha desaparecido uno de los mejores cuadros de Leonardo de Vinci: «Gioconda» ”, informaba el corresponsal.
“Hasta ahora han resultado infructuosas las pesquisas de la Policía para encontrar a los ladrones y sus cómplices, si los hubiese. El marco ha sido hallado en una escalera interior del edificio”, continuaba.
Ya en aquella pieza se apuntaba al efecto “popularizador” del robo. “La noticia, como es natural, ha causado inmensa sensación (…) Este último episodio del robo ha venido a añadir una nota más de interés a la historia del famoso cuadro, ya que no a su celebridad, consagrada a través de los siglos”, remataba el cronista.
Tres días más tarde, el 27 de agosto, se publicaba una información que revelaba las distintas teorías del robo que barajaba la policía. “Se cometió el robo con tal habilidad, que las pesquisas de los guardianes del Museo y de la Policía resultaron infructuosas. Dijeron primero que había sido robado el cuadro durante la noche; pero en las declaraciones prestadas por un pintor y varios albañiles que trabajaban en salas inmediatas a la del suceso quedó afirmado que el día 21 (el en que se advirtió el robo) estaba el cuadro en su sitio a las siete de la mañana, y a las ocho y media ya había desaparecido”, relatan.
¿Y cómo lo habían logrado? “La Policía sospecha que los ladrones entraron el domingo por la tarde al Museo, que se ocultaron en los baños y que, disfrazados de albañiles, salieron el lunes, cometido ya el ilícito. El marco de la admirable obra maestra fue encontrado en una escalera interior del edificio. Aun habiéndose desembarazado de él, nadie acierta a explicarse que pudiera salir el ladrón con el lienzo, que mide 90 centímetros de altura por 70 de ancho, sin llamar la atención de los vigilantes”, apuntaba la misma información.
Aquel robo dio mucho que hablar en el mundo del arte, pero tardó en resolverse. De hecho, no fue hasta el 13 de diciembre de 1913 cuando el mundo se entera de la buena nueva: “El célebre cuadro de Leonardo de Vinci, «La Gioconda», desaparecido del salón cuadrado de El Louvre el 21 de Agosto de 1911, ha sido recuperado en Florencia”, informaban.
La historia de la recuperación también fue rocambolesca. Todo empezó cuando el Sr. Geri (sic), anticuario de Florencia, comenzó a organizar una exposición de arte. Entre las muchas cartas que recibió, una le sorprendió. Estaba firmada por un tal Leonardo D., y le ofrecía la Gioconda.
El Sr. Geri hablo con el director de los Museos de Florencia, Sr. Poggi, y de acuerdo con éste, aconsejó al firmante de la carta que se trasladase a Florencia con el cuadro. Mientras tanto, se avisaba a la Policía y al director general de Bellas Artes, comendador Conrado Ricci. El individuo contestó que se hallaba pronto a hacer el viaje y pidiendo por el cuadro la suma de medio millón de francos, precio que el anticuario aceptó.
Así, el 13 de diciembre se juntaron. El Sr. Geri se presentó acompañado del director de los Museos de Florencia: Llegado el momento, acudieron al hotel, y el ladrón sacó el cuadro de una caja de doble fondo y lo mostró. Se trataba, en efecto de una «Giocconda»; pero como en el cuarto del hotel no había bastante luz, se acordó que fuera trasladado a la galería de uno de los Museos principales de Florencia. Algunos arañazos en la pintura, descritos en el catálogo del Louvre, permitieron comprobar la autenticidad del cuadro, que ha sido confirmada después por el director general de Bellas Artes.
Inmediatamente se procedió a dar las órdenes oportunas para la captura del ladrón, y el jefe de Policía de Florencia, un comisario y algunos agentes, se trasladaron al hotel, donde encontraron al Leonardo, que, sorprendido, no opuso ninguna resistencia.
Durante su declaración ante la policía, reveló que se apellidaba Perugia y que “el 11 de Agosto de 1911 se hallaba trabajando en el Museo del Louvre, y que el 21 del mismo mes, día en que el Museo estaba cerrado al público, arrancó el lienzo de su marco aprovechando un momento de descuido, salió a la calle con él, escondiéndolo bajo su camisa, y se marchó a su casa, donde lo ha tenido encerrado dos años.
Sobre el motivo del robo, el ladrón dijo que «habiendo notado, mientras estaba trabajando, la gran cantidad de cuadros italianos que había traído Napoleón para enriquecer los Museos franceses, pensó apoderarse de alguno para que volviera a Italia, y escogió la «Gioconda» por tratarse de uno de los más renombrados pintores del país».
Recuperada, la Mona Lisa fue expuesta en los Uffizi de Florencia durante cinco días en los que la muchedumbre no dejó de visitarla, como ocurrió en Roma cuando fue exhibida en la Galería Borghese. Por último, en su viaje a Francia, la obra de Leonardo pasó un par de días en la galería Brera de Milán, desde donde por fin regresó a París. El 4 de enero de 1914, Lisa regresaba a su hogar.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora cultural.
bgenchi50@gmail.com
Puerto Madryn – Chubut.
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