nión con Mauricio Claver-Carone del BID
El ministro de Economía y el titular del BID intercambiaron elogios y acordaron ampliar el financiamiento para la Argentina a US$5000 millones para 2022 y 2023; los US$800 millones de libre disponibilidad que estaban trabados se ampliaron a US$1200 millones
Borrón y cuenta nueva. Luego de una seguidilla de cruces y cortocircuitos, el ministro de Economía, Sergio Massa, y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone, quien ha tenido una relación tirante con el oficialismo, intercambiaron elogios, dieron vuelta la página y abrieron una nueva etapa en la relación de la Argentina con el organismo multilateral, una de las principales fuentes de fondos frescos del país. El resultado: el BID ampliará el financiamiento para la Argentina en un momento crítico para la economía.
Massa y Claver-Carone acordaron elevar los créditos del BID a la Argentina a un total de casi US$5000 millones para este año y el próximo. Los préstamos atados al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que sumaban US$800 millones y estaban trabados por Claver-Carone, se ampliaron a US$1200 millones de libre disponibilidad que llegarán antes de fin de año para reforzar las reservas, indicaron fuentes oficiales. Además, se acordó trabajar en nuevos programas por casi US$1933 millones para este año, y por otros US$1800 millones para el año próximo.
El acuerdo forjado por Massa y Claver-Carone marcó un notable cambio en la relación de la Casa Rosada con el presidente del BID. Hace apenas dos meses, Claver-Carone, quien criticó la política económica “érratica” del Gobierno, había publicado una dura carta en el periódico The Wall Street Journal fustigando el “historial financiero tumultuoso” del país y exigió el cumplimiento de las metas con el FMI y que los fondos tengan “un impacto en el desarrollo” para liberarlos. La misiva cayó muy mal en el Gobierno, aunque no hubo respuesta pública.
Esta vez, todo fueron elogios.
Claver-Carone dijo ahora que el Gobierno tiene una “política macroeconómica cohesiva”, que tuvo una “muy buena reunión” con Massa, y que la Argentina ahora habla con “una voz” cuando antes –presumiblemente, durante la gestión de Martín Guzmán y Gustavo Beliz, ambos afuera del Gobierno– “se cruzaban los cables” y “no había claridad”.
“Vamos a traer credibilidad a los mercados. Ha habido una falta de credibilidad”, dijo Claver-Carone. “Ahora podemos hablar claramente, honestamente y poderlo hacer con una voz, y que el gobierno argentino hable con una voz, para mí ha sido muy importante”, insistió.
Massa le dio una palmada en la espalda y devolvió el gesto: “Simplemente agradecerle a Mauricio porque además ha sido desde el primer momento que asumimos muy generoso, se puso a disposición, y realmente el paso que damos hoy es un paso muy importante para la Argentina y para el trabajo que tenemos que llevar adelante en la relación con el BID”.
Reuniones clave
Bajo una lluvia copiosa, Massa arrancó su paso por Washington con un primer día muy fuerte y tres reuniones de alto nivel.
Massa se moverá en Washington con una agenda casi calcada a la que el embajador, Jorge Argüello, armó para Silvina Batakis a mediados de julio. A diferencia Batakis, Massa trae más caudal político y un fuerte ajuste ajuste a la capital norteamericana. Su llegada al Palacio de Hacienda generó expectativa, aunque sin llegar a despejar del todo el profundo escepticismo que reina hacia la Argentina. Massa ganó tiempo y es el primer Ministro de Economía con envergadura propia y el control total de la botonera, algo que Martín Guzmán y Silvina Batakis no tenían. Pero los problemas son los mismos, y algunos, como la inflación, han empeorado marcadamente. Economistas y analistas de Wall Street mostraron frustración ante la ausencia de un plan de estabilización integral luego de los primeros anuncios de Massa, a los que el banco de inversión J.P. Morgan describió como un “esfuerzo de curita”, una mirada extendida. La ausencia de ese plan integral y la crispación política que late en Buenos Aires son las principales preocupaciones entre quienes miran a la Argentina.
La primera parada de Massa fue el Departamento de Estado, en el barrio Foggy Bottom, ubicado entre el río Potomac, la Casa Blanca y el tradicional Mall de la ciudad. Massa fue recibido por Zúñiga, un diplomático de carrera que ocupa un espacio saliente en el equipo de Biden que lleva los vínculos con América Latina. Biden le dio a Zúñiga una tarea sensible: es el Enviado Especial para el Triángulo Norte –Guatelama, Honduras y El Salvador– y trabaja estrechamente con la Casa Blanca en el plan para frenar la migración desde Centroamérica, un problema candente en la política norteamericana.
La reunión sirvió para analizar la agenda bilateral y trabajar la agenda de seguridad alimentaria y energética global con el gobierno de Biden, que ganó relevancia luego de la invasión de Rusia a Ucrania. Estados Unidos ve con sumo interés las reservas de gas y litio de la Argentina. En ese encuentro estuvieron también Argüello, el embajador norteamericano en la Argentina, Marc Stanley, y Gustavo Martínez Pandiani, asesor de Massa, y Mark Wells, secretario de Estado Adjunto. El Ministro vio además a Brian Nichols, el jefe diplomático de Biden para la región.
El segundo punto alto de la jornada fue la reunión con Claver-Carone. Fue una cumbre de deshielo. Claver-Carone, bajo investigación por un escándalo ético en el BID que puede llegar a costarle el puesto, mantenía una puja con el Gobierno hasta el ascenso de Massa al Palacio de Hacienda.
La llegada de Massa marcó una vuelta etapa. Claver-Carone le dio la bienvenida en un mensaje en Twitter en el que dijo que esperaba “colaborar estrechamente” con su gestión. El mensaje de Claver-Carone, quien en la Argentina cobró fama por haber participado de la aprobación del primer préstamo del FMI al gobierno de Mauricio Macri, llegó días después de que publicó una carta de lectores en el Wall Street Journal en la cual le exigió al gobierno argentino que cumpla con las metas acordadas con el Fondo para recibir dos préstamos, un crédito de US$500 millones y otra línea de US$300 millones. Esos fondos se esperaban para el trimestre pasado, y nunca llegaron. Luego de ese mensaje, hubo una conversación telefónica, y los equipos aceleraron los trabajos para acelerar los desembolsos. Hoy, finalmente, se vieron cara a cara y se concretó el anuncio.
El último encuentro será el más importante. Massa cenará con Juan González, el principal asesor de Biden para América Latina, y el principal punto de contacto del Gobierno en la Casa Blanca. El embajador, Jorge Argüello, y Beliz, en su momento, cultivaron una relación muy estrecha y fluida con González. La Casa Blanca de Biden siempre mostró una predisposición aparentemente inmutable para ayudar a la Argentina, y jugó un papel en la aprobación del programa vigente con el FMI, imponiendo su mirada ante una postura más dura del Tesoro. Massa también mantiene un vínculo cercano con el asesor de Biden, a quien recibió incluso en su casa de Tigre cuando visitó Buenos Aires, el año pasado.
La comida de trabajo, que está previsto que se realice en la residencia de Argüello, será una oportunidad para repasar la relación bilateral, el presente de América Latina, pero también la delicada situación política en la Argentina tras el intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Kirchner. Estados Unidos condenó “enérgicamente” el intento de magnicidio.
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